prólogo: aferrándose al dolor.

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Los sonidos obscenos se escuchaban incluso al salir de la habitación, el calor comenzaba a ser bochornoso pero eso no les impidió seguir con el acto sexual.

Sus cuerpos desnudos y sudorosos se movían desesperadamente en una clase de pelea por obtener más placer, la espalda del castaño de ojos verdosos estaba repleta de arañazos mientras que el cuello del peliazul mostraba un camino hecho de chupetones adornando su piel. Y la lengua de ambos se enredaban como serpientes creando así un indecente sonido húmedo.

Akio sostenía al peliazul de sus piernas embistiendo fuertemente disfrutando del  interior de este. Ichirouta con su mirada perdida en completa lujuria empujó al castaño y se posicióno sobre el haciendo entrar de nuevo el miembro en su interior sin tener ni un poco de cuidado.

El defensa dió un sonoro gemido el cual éxito más a fudou, quien tomo al chico de sus caderas para llegar más a fondo dentro de el. Kazemaru maldijo por lo bajo sin realmente quejarse por el acto del castaño, al contrario parecía disfrutarlo.

Aún así unas pequeñas lágrimas salían de aquellos ojos marrón rojizo, Akio levantó su torso para tapar los ojos del peliazul y besarlo con pasión mientras le susurraba.

-te amo ichirouta.-

-yo también te amo... Mamoru.-

Fudou oculto su rostro dolido abrazando al defensa rodeando su cintura. Eso le había dolido, si. Pero ¿Cómo podría quejarse?, El mismo había propuesto tener este tipo de relación con el chico. Ese día en que el capitán llegó con la noticia de que salía con Natsumi el castaño había notado a kazemaru algo dolido aún cuando sonreía, pero no lo confirmo hasta que encontró al peliazul llorando en la caseta del club mientras murmuraba el nombre de Endou.

Ya 5 años de aquello, al principio el sugirió que el defensa desahogara su corazón roto mediante el sexo casual porque le parecía atractivo. Le atraía físicamente, sus ojos afilados marrón-rojizo sus finas facciones, su largo y sedoso cabello turquesa y su delgado y andrógino cuerpo. Kazemaru era bastante afeminado, pero después de comenzar con esa extraña relación descubrió que también era muy fuerte.

Y simplemente no pudo evitar caer ante el, el rebelde y arrogante fudou Akio se había enamorado locamente del defensa.

Akio odiaba eso, lo odiaba con todo su ser. Había tratado de ayudar al chico con su corazón roto pero ahora el que sufría por desamor era el. ¿Que irónico, no?.

Pero no podía admitir que le dolía, se llamo conformista muchas veces a si mismo. Pero el de verdad le bastaba con tener esos momentos en que ambos simplemente les apetecía tener sexo con el otro. El tener el cuerpo del peliazul para si mismo, besar sus labios y dejar marcas en su suave piel. Con eso le bastaba.

Aún así era consiente de que aquello no duraría para siempre, kazemaru no lo amaba. Ni si quiera el trataba de luchar, simplemente cada vez que tenían sexo Akio lo hacía como si fuera la última vez. Para así no tener remordimientos cuando aquel día llegue, y pase a ser solo un juguete desechado.

Con eso en mente una lágrima se le escapó de sus ojos camuflajeadose  con las gotas de sudor que abundaban por su rostro.

Entonces ambos amantes llegaron al clímax en un gemido lleno de placer con las bocas tan cercas que podían aspirar sus alientos mezclados. Se miraban a los ojos con intensidad y volvieron a besarse para después caer rendidos uno al lado del otro.

-hoy estuviste increíble fudou.- kazemaru decía con su respiración acelerada e entrecortada.

-claro que si, Fudou Akio hace todo bien.- kazemaru puso una cara aburrida por aquel comentaría pero el castaño volvió a besarlo con deseo. - de nuevo, ¿En serio?.-

Fudou solo sonrió traviesa mente y continuo besando en los puntos dónde sabía que el peliazul era más sensible.

Kazemaru pronto volvió a ceder ante el placer y beso al castaño para después recorrer sus labios hasta la entre pierna de este.

Continuara...

un placer tormentoso. [Fukaze]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora