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Manos atadas por la mentira, real, era demaciado real como para que las cosas fueran a cambiar, definitivamente no habia vuelta atras, descriptible como un recuerdo de desesperación, dolor y pánico. Shoto gritando con lágrimas en los ojos, despertando su poder para alejar a los guardias que lo estaban arrastrando. El hechizo había acabado y era momento de despertar, ese estupido golpe a la realidad esas palabras dolosamentes dentro del hecho, atrapadas como un prisionero, como lo que era Sero ahora mismo, sus brazos espozados a su espalda, parecía estar a punto de ser asesinado o ejecutado, lo sería .

—¡ROKI, ESCAPA! AÚN PUEDES TENER LA VIDA QUE DESEABAMOS, VETE DE AQUÍ... VOY A ESTAR BIEN! — El pelinegro con el pensamiento en su cabeza, deseandole toda la felicidad, aceptando su destino, no tenía otra opción, no tenia nada más que poder hacer para salvarse, fue golpeado hasta caer al suelo, como si no hubiera sido suficiente haberlo esposado —¡Alto! ¡No voy a dejarte Sero! voy a quedarme contigo — Shoto lloró intentando sostener el cuerpo de Sero, sin embargo nuevamente Shoto fue atrapado, alejandolo —¡No! ¡Sero!— la mitad de su cuerpo ardiendo en llamas, un verdadero espectáculo —¡Sueltenme!— Logrando nuevamente zafarse, esta vez una mano intentando sostener a Sero otra vez entre sus brazos, intentando.

—¡No voy a dejarte!— Shoto exclamó, podía sentirse su furia y desesperación en su poder, saliendo de forma desesperada, su cuerpo estaba pasando por cambios que no podía manejar, la temperatura en su cuerpo demaciado irregular mezclado con sus emociones. Ahora estaban más cerca de él otro, sus manos casi parecían tocarse. —Shoto.. aún hay tiempo para cambiar tu vida, vas a lograrlo sin mi— Pero el bicolor se negaba, no, no, no, él lo ayudó con esto, él lo estaba acompañando, él fué el único que escuchó como se sentía en realidad, sus verdaderos deseos.

—Roki, mi príncipe, escucha, este es nuestro destino...— Y diciendo eso, Sero fue golpeado cayendo inconciente, el nombrado en su explosión de emociones y poderes... se desmayó, su cuerpo agotado, en su límite. ¿Por qué? Todo había salido tan bien hasta ahora. Realmente si Shoto no hubiera hecho una escena todo hubiera salido bien, pero entonces no podría decirle a su padre el infierno que es tener su sangre y apellido, incluso siendo un simple campesino Shoto pensó que podría ser feliz, sin embargo ahí estaba, encadenado en su habitación, abriendo sus ojos después de ese espectáculo, que deseó llamar masacré, ruptura, el fin.

—¿Eso es lo que tanto deseabas? ¿Verdad? Mañana verás morir a ese traidor, ese asqueroso secuestrador— Endevor escupió en el rostro de su hijo, quien estaba de rodillas en el suelo con su rostro con lágrimas secas, algo de sangre en su labio, no quemaduras, por suerte. —¡Has logrado tu cometido! ¡Tan caprichoso como para aceptar tu maldita realidad!— el hombre continuó dando quejas, abofetadas y puñetazos en las paredes y muebles. Dio por último la mirada más asesina que Shoto había visto, ese hombre iba tan enserio que podía hasta ser capaz de asesinar a su propio hijo, ahí mismo, pero el hombre sabé que el mayor sufrimiento para él sería el balde de realidad. Asesinando lo que su hijo más parecía querer.

Por otro lado Sero estaba ahí, en ese calabozo oscuro y sucio, no esperaba más, sería ejecutado, desde el momento en el que decidió escapar con el príncipe aceptó que ese podía ser su destino, tal vez estaba demaciado confiado, había olvidado su posición, se creyó más astuto. No debió, no debió. Simplemente no podía soportar que a su príncipe tambien lo asesinaran, solo podía esperar, él sabe que todo esto iba a ser un espectáculo. Un hombre frente a él, demaciado irrelevante como para decir su nombre, dejó una manzana frente a la celda de Sero, su última comida antes de dar ese espectáculo, él sabe que las personas más importantes del reino y todo el pueblo estarían reunidos, para ver su ejecución, para ver como se hacía "justicia" como si el hombre a quien llaman rey no fuera el verdadero satán el cual tanto repudrían y proclaman el destructor del bien, ese hombre era su rey, el verdadero satán en carne y huesos.  Ellos algún día se enterarán.

Sero acabó con esa dulce fruta, una manzana roja, eso le recuerda a esa fruta tan prohibida, esa la cual hizo que Adán y Eva fueran desterrados del Jardín del Edén. Ojalá Sero y Shoto fueran desterrados de este lugar, no era un paraíso, pero lo deseaban tanto, que algún ángel en el cielo se apiadé de él y del chico bicolor, el chico del cual siente que esta tan destinado. Eso desea e imagina.

Acabó mientras caían lágrimas en su rostro y se volvía loco en el suelo, llorando y quejandose, maldiciendo este horrible lugar, este horrible destino, sin embargo, sin darse cuenta, frente a él estaba una sirvienta, o a ella la conocía, recuerda haberla visto en el castillo tal vez en la lavandería. Sí, la recuerda. Traía ropa elegante en sus manos, tal vez ropa que Sero nunca había visto —Te pondrás esto— dijo la mujer.

—¿Por qué? No merezco usar esa ropa— La mujer se rió burlona —Parece que lo sabes muy bien, sin embargó esta será la ropa con la que el príncipe Shoto desea verte morir—. Sero jamás se quito su sucia ropa tan deprisa, no estaba emocionado por su muerte, pero si esto era rápido al menos podría ver a Shoto una última vez.

Una última vez... eso era suficiente.

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⏰ Última actualización: Oct 16, 2022 ⏰

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El principe triste [Seroroki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora