Mi mujer de las estaciones

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Ruido. Abro mis ojos lentamente y doy un vistazo rápido a mi alrededor. ¿Por qué todos están llorando? ¿No se suponía que hoy era mi cumpleaños? ¿O habré confundido las fechas de nuevo? Quizás por la edad que tengo mis sentidos- 

Ah, ya veo. 

Estoy muriendo, ¿verdad? –, con voz suave pregunto a Tanjiro que se encuentra a mi lado, veo que trata de abrir sus labios en un intento para responder a mi interrogante, más aquel dulce chico que tuve la dicha de conocer hace más de 20 años rompe en llanto desconsolador, y solamente atina a sujetar mi mano entre las suyas con vigor mientras que con varios susurros que escapan de su temblorosa voz me dice – Lo siento, lo siento... –, entonces mi suposición era correcta, mi vida estaba llegando su fin. 

En un lastimoso intento, trato de reconfortar a todos los que se encuentran en aquella habitación a mi lado compartiendo mis últimos momentos; no obstante, mi voz es callada por el sollozo de una mujer alta y de ojos violáceos que se encuentra a la izquierda de Tanjiro, se trata de Kanao, que se encuentra igual o peor que aquel hombre a su lado. Kanao, ¿eh? Mi mente que la mayor parte de mi vida ha permanecido impasible es arremetida por un recuerdo de décadas atrás al comparar a aquella mujer a mi costado con una persona que en el pasado fue aquel motivo por el cual decidí seguir viviendo, a pesar de la muerte de Muzan, ella era...

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Shinobu, ¿Podrías detenerte? –, pregunte con hastío a mi acompañante en aquella noche cálida de mayo, la mujer a mi lado detiene su accionar y me regala una falsa sonrisa – Ne, ne, Tomioka-san, mis padres de pequeña me enseñaron dos palabras mágicas para usar en la vida cotidiana, son: gracias y... – con su voz melodiosa detiene su oración esperando a que yo la termine – por favor. ¿Podrías detenerte, por favor? – concluyó, ella baja su mano para dejar de pinchar mi hombro y posa su mirada al frente para seguir nuestro camino. Di un suspiro al por fin tener algo de paz, mientras hago un recuento en mi cabeza de como terminé con la joven pilar en un paseo bajo la luz de la luna llena.

Había sido enviado a una misión a un pequeño pueblo pesquero donde se reportó las desapariciones de varios hombres al caer la noche, grata fue mi sorpresa al descubrir que aquellos sujetos que daba por muertos solamente se habían fugado de sus casas con el propósito de huir de sus responsabilidades, "¿Abandonar a sus hijos y cónyuges por el afán de buscar una vida más fácil no es un acto de crueldad?, no se es necesario ser un demonio para cometer actos que pueden terminar con la vida de personas", pensé mientras los traía de regreso. Al llegar al pueblo, las mujeres recibieron a sus esposos con fuertes golpes en las partes bajas de los hombres, una gran muestra de amor a mi parecer, esboce una pequeña sonrisa y me retire en silencio para regresar a mi finca. Cuando me encontraba de regreso unos sonidos provenientes de las copas de los arboles me alerto e instintivamente desenvaine mi espada, si se trataba de un demonio, no tendría problema alguno para decapitarlo, desafortunada fue mi suerte cuando se trató de la pequeña mariposa que según sus palabras quería sorprenderme.

Ne, ne, Tomioka-san, ¿Eres feliz? –, de repente Shinobu lanza una pregunta al aire, la cual iba a ignorar hasta que mis ojos se posaron en su mirada. 

No tenía su peculiar sonrisa falsa, y sus ojos reflejaban un sentimiento de desasosiego. No era ella. Shinobu Kochō, aquella joven de baja estatura con pelo corto de color negro y puntas degradadas en un color purpura, aquella mariposa que a la corta edad de 14 años se había vuelto jefa de su propia finca al perder a su única hermana, aquella pilar que supo convertir su debilidad en fortaleza, aquella joven no era ella misma esa noche. O quizás... – ¿A qué te refieres, Shinobu? –, finalmente solté. Observé como la mujer a mi lado suelta un pequeño bufido mientras me mira fijamente con una sonrisa irónica – ¿Es en serio, Tomioka-san?, sé que te lo he preguntado antes, pero, ¿Seguro que todo anda bien dentro de tu cabeza o simplemente eres tonto de nacimiento? –, me responde con una pisca de veneno, trato de responder; sin embargo, ella me interrumpe – Me refiero a que perdimos a nuestros seres queridos en manos de los demonios, el presente arrebato nuestra infancia y juventud, además, la batalla final se aproxima, ¿Seremos capaces de ganar? ¿Fallaremos? ¿Si ganamos, podremos ser felices? –, Shinobu termina de hablar, con tono de voz apagado, mientras su mirada ahora reflejaba un profundo sentimiento de tristeza. 

Aquel Amor InconclusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora