Prólogo

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-Jimin... Minnie...

Me removí ligeramente contra mi almohada rosada, apretándola un poco más con mis brazos. El cálido aliento me erizaba la piel del hombro aún cuando estaba bajo esa gruesa cobija, amenazándome con causar un estremecimiento por mi espalda.

-Arriba, nene -Llamo esa voz que tanto conocía- Ya es hora de activarse.

Solté un gruñido medio anonadó, buscando esconderme aún más en la comodidad de mi colchón.

-¿Qu-Qué hora es?

Apenas hable recibí una porción de besos en mi mejilla, animándome a abrir un ojo y mirar al lindo hombre causante de que mi corazón se volviera loco.

Verlo con esa sonrisa tan característica de el me hacía reponer toda la energía que gastaba en el día, solo bastaba ver sus dientes de conejito y sus pequeños colmillos algo afilados para mostrar de igual manera mi dentadura.

-¡Buenos días, Minnie! -Saludo tal cual rayo de luz- Tienes que levantarte a desayunar.

Asentí aún enredado entre todo mi revoltijo de cobijas y almohadas, soltando un bostezo antes de finalmente salir de mi segunda trampa favorita, porque la primera sin duda se la llevaban los fuertes brazos de mi compañero.

-¿Hiciste el desayuno? -pregunte, mirándolo directamente, un tanto borroso a decir verdad- Huele bastante bien...

Mi alago pareció favorecer a su humor, pues de un movimiento rápido me tomo entre sus brazos recargándome contra la pared más cercana, su nariz recorrió mi pecho, terminando en la marca que con orgullo cargaba, misma que debía ser renovada constantemente por el simple hecho de no ser un cambia formas Omega.

-Claro que si, hoy me siento bastante animado, tanto que podría explotar y sacar brillantina por todas partes.

Solté una risa, besando sus labios.

-Parece que si... -El asintió, sonriéndome con cariño.

Se acercó una vez más, olfateando el area de mi boca, frunciendo el ceño sin quitar la sonrisa, y como si de un foco se tratara, mi cabeza comenzó a entender lo que pasaba. Tome aire antes de cerrarla, volteando el rostro lo más lejos que pudiera de el; por su parte, su risa no hizo falta, avergonzándome un poco.

-¿Por qué te volteas?, no lo hagas -susurró lo último en mi oído, sonrojándome aún más- ¿Qué te asusta?...

Inconscientemente solté un puchero, apenado por el mal olor de mi boca, aun cuando sabía que era algo prácticamente normal, que incluso el Alfa frente a mi solía pasar al despertarse.

-Yo... -Lleve mi mano a mi boca, cuidando que mi aliento no llegara a el, reconociendo que era inútil, eso si considerábamos su olfato super desarrollado- iré a lavar mis dientes, ¿Si?... besitos después...

Mi lobo arqueó aún más las cejas y sus colmillos parecieron saludarme cuando sus finos labios se levantaron, luciendo el lunar que si no fuera por mi pequeño "problema" besaría cuantas veces fueran posibles.

-Mi nene está apenado, ¿Es eso? -asentí- Ya veo... Quita la mano -Rápidamente me negué- Quita la mano, Minnie, Alfa quiere que quites tu linda mano de ahí y voltees tu carita hacia mi -ordenó.

En ese momento mi cuerpo tembló, sintiéndome algo pequeño.

-Bájame -susurre- Por favor...

-No, no hasta que me mires y pongas tu mano sobre mi hombro.

Refunfuñe irritado, negando.

-Mmm... ¿Qué debería hacer para que me entiendas?... -Lo mire por el rabillo de mi ojo, esperando su siguiente movimiento- La mano, Jeon Jimin, en mi hombro, ¡Ahora!.

Y claro que me hubiera gustado desobedecer, pero, mi lado secretamente sumiso siempre caía ante esa grave voz que muy "rara" vez usaba.

Ambos éramos conscientes que bien pude continuar con mi negación, pues biológicamente, al ser de diferentes razas no tenía efecto en mi y sabía que Kook no era un loco para obligarme físicamente.

Las cosas habían cambiado con el paso del tiempo, los humanos y cambia formas se habían convertido en una sola sociedad, no tenían más necesidad de esconderse. Los humanos aún se sentían algo amenazados por -de alguna manera- ser más débiles y bueno, nuestra fuerza física difícilmente se comparaba con la de ellos, razón por la que los problemas y las riñas aún permanecían, pero, en una medida casi inexistente.

Cada raza tenía un nombre para el otro, el nuestro era sencillo, basándonos en sus habilidades, sin llegar a llamarlos animales, pues se podría considerar ofensivo, y ellos tenían su manera, nos definían como seres simples y desastrosos, que tenían cero conciencia y ningún olor más que el de "Humano"... en pocas palabras resumían eso como "Beta", un nombre totalmente simple para explicar todo lo que nos "describía".

Desde que comenzamos a revolvernos, las familias, amistades, noviazgos, y más entre humanos y cambia formas comenzó a verse como algo normal, algo así como Betas y Omegas, Alfas y Betas, Omegas y Alfas, Alfas y Alfas, Omegas con Omegas, los dos últimos no siendo tan comunes por la existencia de humanos que bien podían tomar papel de activo o pasivo, evitándoles ser humillados o rechazados por la sociedad.

Yo por mi parte, mi familia es más apegada a mantener la "raza", por lo que al principio mostraron descontento al conocer mi relación con Jungkook, un Lobo Alfa.

-Eres un pequeño terco, bebé, ¿Qué puedo hacer contigo?...

Casi gemí al sentir sus manos apretar aún más contra mis muslos, advirtiéndome que debía parar esto o seguro no llegaba a la oficina.

-Dios, Jungkookie, debemos detenernos... ¿Por qué estás tan mandón?...

Y en cuanto vi su sonrisa, supe que algo realmente pasaba, pero que sencillamente no diría nada.

El resto de las dos horas en casa fueron arreglarme, desayunar y dejar besos en el rostro de mi novio, hasta que estaban por dar cerca de las 10:00 PM, 30 minutos antes de que comenzara la tan importante reunión de negocios que debía atender.

-Ya me voy, Alfa -avisé- Nos vemos al rato, ¿si?...

Camine a la cocina para abrazarlo por última vez e impregnarme en aquel aroma que nunca lograba descifrar del todo, apenas captando el olor a cítricos y coco, tan fresco como el.

-Ve con cuidado, cielo... hoy no iré a trabajar, siento algo de dolor de estomago -explico, besando mi coronilla- y si, te hablaré si paso a mayores.

Sonreí satisfecho, orgulloso de lo bien que me conocía. Solté un ligero golpe en su trasero, recibiendo un brinco de su cuerpo, al mismo tiempo que sin poder evitarlo una risa nasal se escapó de mi.

-Malo... -regaño, luciendo tan tierno como su dualidad se lo permitía- Te amo, Nene...

Bese sus labios, demostrándole que el sentimiento era recíproco.

-Sabes que yo también, ¿No?...

Asintió.

-Lo sé.

Salí de casa completamente feliz, sin esperar que más tarde tendría que regresar de emergencia.

¡Lobito en celo! Kookmin +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora