Cap.2 "Un juego inocente"

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Aroma a lavanda y miel, eso era a lo que olía mi dulce chico, un olor que solo yo era capaz de captar al reconocer a mi destinado.

El hecho de que Jimin fuera humano era algo que salía de lo normal, pues rara vez un Alfa u Omega era emparejado con un Beta por la Diosa Luna.

Muchos decían que era un convenio entre el Dios de los humanos y la Diosa de la noche para poder acomodar la paz en el mundo y sonaba bastante bien, hasta que las familias se oponían.

Desde un principio todo fue complicado, yo soñaba con una pareja Omega o una mujer Beta, lo cual era teóricamente pasable, fueran mis destinados o no, mi familia me había inculcado que como Alfa debía conseguir formar mi familia y salir adelante y nunca me negué, eran deseos propios, compartir mi vida con alguien más y poder tener unos cuantos cachorros.

Mi destino resultó ser diferente en el momento en que cierta personita pisó los pasillos de la universidad a la que asistía, con su melena negra y sus ojos penetrantes, era como ver al diablo vestido de oveja, podía ser tan adorable y dar miedo en cuestión de segundos y claro que en cuanto lo vi me di cuenta que era mi destinado. Al principio creí que sería un Omega, al captar ese olor a lavanda y miel, pero luego me di cuenta que todos me miraban raro, después, todo se aclaró cuando me acerqué a hablar con la maestra de biología, una mujer Beta, misma que estaba casada con un Alfa, ella me explico lo que pasaba y como funcionaban las cosas, tanto que hasta me animo a cortejarlo.

Las cosas se dieron entre Jimin y yo, empezamos como amigos, luego novios y bueno. Cuando lo presente formalmente a mi familia, la cosa no salió bien, el rechazo a él fue constante, pues estar con un humano de tú mismo sexo era como estar con otro Alfa y no era bien visto por muchas personas, eso casi nos hizo separarnos, lo mismo pasó cuando tomamos la platica de los bebés, nos distanciamos y nos hundimos en nuestro propio dolor sin darnos cuenta que era cosa de que lo enfrentáramos juntos.

Y ahora, ahora simplemente no puedo dejar de verlo, dejar de sentirlo, ni dejarlo ir... sería mi perdición.

-Minnie -susurre, soltando un gemido al sentirlo removerse contra mi cuerpo.

No iba a negar que amanecí mal, lleno de calor y necesidad, mi hermoso hombre durmió desnudó, pegado a mi y ese té no duraba ni las 8 horas, mi lobo estaba como loco y yo, yo tenía un gran erección entre las piernas.

Solté un gruñido al escucharlo balbucear, tan tierno como me encantaba, tan deseable, tan tentador, necesitaba jod*rlo tanto como fuera posible y no podría seguir así por mucho tiempo.

-Amor, d-despierta- me aleje un poco, para luego volver a acercarme y dar una ligera embestida sin penetrar- Minnie, por favor.

Sus ojitos temblaron y una sonrisa apenas perceptible apareció en sus belfos cereza, mismo que me hicieron babear.

Tome su cintura con posesión y enterré mis uñas, esperando poder marcar un poco y de paso hacerlo reaccionar.

-Kook...

Suspire, volviendo a mover mis caderas contra su trasero.

Y cuando por fin sus ojos se abrieron, la inocencia destellando en ellos me impidieron esperar un segundo más. Necesitaba sentir esta estrechez apretar mi miembro o explotaría en segundos.

-¿Mi Lobito esta caliente?...

-Mmm... -asentí.

"Oh, Cielo, eso es poco a comparación de cómo me siento realmente y estoy seguro que no te imaginas la manera en que tengo ganas de tomarte".

¡Lobito en celo! Kookmin +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora