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BLACK

Me desperté sobre una cama mullida y una sábana de color negro me tapaba el cuerpo. Me deshice de ella, levantándome de la cama y me encontré un espejo justo en frente mío. Estaba... espectacular.

Una túnica de color rojo como la sangre me envolvía, ceñida en mi cintura, envolviendo mis pechos, dejando ver el resto del pecho al descubierto, y la espalda completamente al aire, hasta el inicio de la cadera. La falda era larga hasta mis pies y tenía una abertura en la pierna derecha. Joder, estaba increíble.

Salí de la habitación y recorrí los pasillos de madera de roble oscuro con muebles y esculturas de mármol negro y ébano. Los cuadros estaba enmarcados con la misma madera. Iba con cuidado. No tenía ni la más remota idea de si por aquí había guardias o no. Nada más lo pensé, apareció uno con una armadura plateada y me asusté. Para mi sorpresa, pasó completamente de mí y siguió su camino. Me giré con confusión esperando encontrar al menos a Hades para preguntarle porqué no me llevaba a casa.

Crucé dos o tres pasillos iguales, esto parecía un maldito laberinto. Hasta que unas voces graves y varoniles inundaron todo el lugar, retumbando en mis oídos. Procedían de detrás de una de las puertas que estaban a mis costados. Pegué la oreja en una y, al parecer había dado con la correcta. Estaba medio abierta y vi a Hades junto a otros dos hombres. Uno de pelo rubio, casi blanco, corto y buen peinado hacia atrás, con unos vaqueros y una camiseta de manga corta blancas, haciendo ver sus musculosos brazos. Además, sus ojos eran de un azul bastante pálido que casi parecían grises. Al otro lado de Hades se encontraba un hombre con una coleta alta, su pelo largo le llegaba hasta debajo de los hombros y su barba, también bastante larga, estaba recogida con una especie de aro vikingo. Tenía unos pantalones de vestir negros y una camisa azul cielo, con zapatos de vestir azules marinos. Sus ojos eran de un color azul, como el mar.

Y entonces caí en la cuenta. Joder... Eran Zeus y Poseidón.

Zeus se desvaneció, harto de discutir con su hermano, y luego Poseidón le dijo algo a Hades, invocando una marea que venía directamente a la puerta donde estaba escondida. Me aparté rápidamente, pero ambos hermanos me descubrieron cuando la puerta se abrió de golpe. Me quedé quieta. Hades me miró divertido y luego a su hermano. Poseidón se despidió de él y vino hacia mí. Aparenté tranquilidad porque no me haría mucha gracia que unos dioses griegos se rieran de mí, literalmente.

Poseidón se despidió de ambos y pillé a Hades mirándome con admiración y... un tanto de excitación. Mentiría si dijera que no me gustaba que me mirase así, pero... Joder, Perséfone me iba a matar. Se acercó a mí a pasos lentos. Entré en la estancia y rocé su hombro con el mío lentamente mientras recorría todo el lugar con los ojos. Sentía la mirada de Hades en mi nuca, analizando todos mis movimientos. Sabía que lo hacía a propósito. Soltó alguna que otra maldición pero no se movió de su lugar. Cuando di la vuelta por toda la habitación que al parecer era de reuniones, volví a chocar conscientemente el hombro de Hades con el mío, y cuando estaba a punto de llegar a la puerta, un cuerpo grande y fornido me estampó contra la pared. Noté su aliento en mi cuello y oído, a lo que mi piel respondió erizándose por completo.

—¿A qué juegas, nena? —me dijo el Dios del Inframundo dándome un beso húmedo en el cuello.

—¿Yo? A nada, señor.

—Deja de llamarme así.

—¿Por qué?

—Porque me pone como una moto. —y lo noté, porque su erección se clavaba en mi espalda cada vez más. Me di la vuelta para encararlo. Sus ojos eran puros destellos de lujuria. —¿Te enseño el castillo?

—Me sorprende que no me digas que vayamos a la cama. —dije con una sonrisa pícara.

—¿Desde cuando es tan lanzada, señorita Black?

INFERNUS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora