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BLACK

Las dos personas con aspecto fantasmal iban acercándose cada vez más a nosotros. Solo dos palabras pudieron salir de mi boca.

—¿Mamá? —dije mirando a la mujer castaña de pelo largo y liso. —¿Papá? —dije dirigiendo mi mirada al hombre de pelo medio canoso que se encontraba a su lado.

—Hola, cariño. —dijo mi madre.

Estiré mi mano y la aparté rápidamente. Miré a Hades, el cual seguía con su mano en mi cintura, para buscar su aprobación. No creo que esto sea muy legal en el mundo de las divinidades. Sus ojos rojos, esta vez con el alivio reflejado en ellos, incitaron a que me acercase a mis padres. Me alejé de él y soltó su agarre cuando me dispuse a ir hacia ellos.

Estiré mi mano de nuevo hacia la cara de mi madre. Quise tocarla, pero mi mano se atravesó su piel fantasmal. No pude hacerlo. No pude tocarlos. Ella, por el contrario, se acercó a mí y me abrazó. Pensaréis que no sentí nada, pero noté claramente los brazos de mi madre sobre mi cuerpo. Aún así, yo seguía sin poder tocarlos.

—Has crecido mucho.

Los ojos se me llenaron de lágrimas cuando escuché la voz de mi padre sonriente. Mi madre se abrazó a él.

—Estás consiguiendo mucho, cariño. Nosotros vemos absolutamente todo, y estamos orgullosos de lo que estás haciendo. —dijo esta vez mi madre. Dije un "gracias" lastimero, intentando on todas mis fuerzas no ponerme a llorar. —¿Qué tal estáis? ¿Jhon...?

—Jhon aún sigue un poco tocado después de todo. Pero solo tiene que seguir adelante.

—Lo sabemos. —dijo papá.

—Cuídale. Igual que a tu abuela. Cuídales mucho, nosotros cuidamos de tu abuelo aquí.

—El abuelo... —dije susurrando. Miré a Hades, el cual estaba apoyado sobre su tridente mirándome con una sonrisa tierna. Me acerqué a él, dejando a mis padres atrás. —¿Podría pedirte un favor?

—Dime. —dijo poniendo su mano otra vez en mi cintura. Por alguna razón, me sentía protegida, y reconfortada.

—¿Podrías... traer a mi abuelo?

Se me quedó mirando y luego miro hacia atrás, supongo que a mis padres. No hizo nada, pero de un momento a otro, comenzaron a sonar unos pasos detrás de mí. Me di la vuelta, aún con la mano de Hades sosteniéndome y me di cuenta de quien había entrado. Corrí hacia él y me puse de rodillas frente a él, intentando abrazarlo.

—Abuelo...

Noté su mano sobre mi cabeza y levantándome del suelo para darme un abrazo.

—Hola, hija. —Me abrazó durante lo que parecieron ser minutos, horas, no lo sé. Lo único que sabía era que quería que esto no acabara nunca. —¿Qué tal está tu abuela?

—Bien, abuelo. Ella está bien.

—Me alegro mucho. —me dijo sonriendo. —¿Y tú y Jhon?

—También. Hacemos lo que podemos para cuidar de la abuela. Aunque...

—¿Aunque...? —preguntó extrañado.

—El Alzheimer cada vez va a más. La medicación hace que se le pase de vez en en cuando pero... hay veces que no sabemos qué más hacer. —dije con tristeza, mirándoles ahora a los tres. —Jhon y yo habíamos pensando en llevarla a una residencia, allí la ayudarían unos profesionales. No unos críos como nosotros.

Todos se quedaron en silencio. No supe si la había cagado o no. Miré a Hades, el cual se encontraba aún apoyado en la pared, mirándonos a todos con los brazos cruzados sobre el pecho.

INFERNUS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora