La esposa mimada

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Capítulo 1: Mi esposa, tienes que vivir bien

“¡Mi esposa, tienes que vivir bien!”

En la azotea de un edificio de gran altura, las balas volaban en todas direcciones.

No había dónde esconderse.

Bai Qinghao resultó gravemente herido mientras sostenía a Fang Xinxin en sus brazos. Ambos cayeron del edificio rápidamente con un fuerte silbido del viento en sus oídos.

En el aire, Fang Xinxin sintió que Bai Qinghao ajustaba sus posiciones para protegerla del impacto.

Un fuerte ruido siguió poco después.

Bai Qinghao la había protegido de la caída.

Fang Xinxin levantó la cabeza con cierta dificultad mientras se acostaba encima de él. Sus labios estaban temblando. "¿Bai... Bai Qinghao?"

Él no respondió.

Levantó sus manos temblorosas hacia su nariz. ¡No estaba respirando!

¿Él... estaba muerto?

Los ojos sin vida de Fang Xinxin se abrieron. Como de costumbre, todo lo que podía ver era oscuridad total.

El líquido pegajoso que se aferraba a las yemas de sus dedos era la sangre que fluía de sus labios.

Aunque había perdido la vista, comprendió que él la había protegido con su propio cuerpo. Su cuerpo había sido aplastado y sus huesos destrozados.

Pero ella permaneció completamente ilesa.

Un fuerte grito de desesperación escapó de sus labios.

¡Bai Qinghao, idiota!

¡Si la hubiera dejado atrás, habría podido escapar a salvo!

Sin embargo, él insistió en protegerla. Estaba ciega y medio paralizada. ¿Valía la pena sacrificar su vida por la de ella? ¿Valió la pena?

Desde que se comprometieron a una edad temprana, ella lo había evitado fervientemente y se mantuvo alejada de él.

A lo largo de sus diez años de matrimonio, ella lo había visto como una serpiente astuta. Ella había hecho innumerables intentos para causarle problemas y escapar.

Tanto antes como después de su matrimonio, ella le había causado innumerables problemas y le había hecho la vida extremadamente difícil.

¡Él la había castigado con rabia, atándola y tomándola a la fuerza!

Y ella lo había odiado hasta la muerte.

Sin embargo, ahora que él estaba realmente muerto, ¿por qué le dolía tanto el corazón? Se sentía como si sangrara profusamente.

Fue en ese momento que finalmente entendió, sin importar quién era y cómo se veía, él había dedicado toda su vida a amarla y priorizarla sobre todo lo demás.

Finalmente entendió que él ya se había colado en su corazón hace mucho tiempo.

Era poderoso e invencible, una existencia que no estaba destinada a colapsar. ¿Cómo pudo morir así?

Un líquido tibio goteó de sus ojos a sus labios.

El sabor de la sangre se extendió por su boca.

Eran lágrimas de sangre.

Estaba tan profundamente atrincherada en el dolor que estaba derramando lágrimas de sangre.

Había estado ciega para enamorarse del hombre equivocado. ¡Era apropiado que perdiera la vista y se convirtiera en una figura tan lamentable!