Capítulo 7

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Bellota

—Sí, ma. Estoy comiendo bien. —le digo a través de mi móvil mientras ordeno mis libros en la cama.

Está bien, está bien. ¿Tiene dinero? Puedo pasarte un poco si necesitas. —me quedo unos segundos en silencio. Sé que mi respuesta no le gustará.

—Papá ya me transfirió mi mesada la semana pasada... no es necesario que te preocupes por eso.... —me siento en mi cama. El edredón es suave y acolchonado. Me deshago del cabello de mi frente con una pasada de mi mano.

Oh.... —la escucho hacer una pausa indefinida. Aún es un tema difícil hablar de mi padre y el divorcio. —Bueno, si necesitas dinero puedes contar con eso ¿sí?

—Claro ma. Gracias. —le agradezco. Es una mujer fuerte y la amo a pesar de nuestras discusiones, y necesito de ella en estos momentos pero soy demasiado orgullosa para decírselo.

De nada amor. —da un pequeño suspiro. —Por cierto Bellota, podrías decirle a Derek que me llame ¿sí?

—Haré lo que pueda. Te dejo, tengo que ir a clases.

Oh, sí. ¡Suerte! Te amo. —me despide cálidamente. Me la imagino sonriendo y dando pequeños saltos.

—Te amo... adiós. —cuelgo mirando el celular al final. Guardo los libros que necesito para mi siguiente clase, junto con mi estuche pequeño de pelotas de voleibol. Me lo habían regalado las chicas del equipo de Saltadilla al saber que había ganado una beca deportiva. Extraño a esas niñas. Eran amorosas y sobretodo valientes; ante derrotas y victorias. Algo que siempre valoro, porque lo más difícil es levantar un equipo derrotado. Ellas no eran como Bombón ni Burbuja en su momento, pero siempre escuchaban a su capitana; tanto como líder como una amiga más. Me acompañaron en momentos muy tristes y otros que fueron emocionantes. Algunas están dispersadas en el mapa; creo que Cindy fue a una universidad en La Florida, May a una en Chicago y April se quedó en Saltadilla trabajando en el negocio de sus padres. Últimamente no hablo mucho con ellas, pero sé que están dando lo mejor de ellas... como yo también lo intento.

Al salir de mi habitación cierro con llave. La estúpida de mi compañera tiene una desconfianza hasta de su sombra. Me dijo que si no cerraba la puerta con llave me demandaría por «incentivar el hurto». Definitivamente está loquísima. Pero cómo ya tengo demasiados problemas con mis notas no me gustaría tener uno más por una chica que no confía en nadie. Salgo directo a mi edificio de clases. Trato de llegar lo más a horario posible pero ni siquiera mis profesores son puntuales. No sé ni porqué me gasto. Aunque una parte de mí le encantaría ser la alumna perfecta. ¡Ja! Sigue soñando. Al llegar al auditorio donde generalmente tenemos biología básica, saludo a algunos compañeros porque amigos todavía no hago. Digamos que algunos rumores se extendieron por todo el campus sobre una supuesta mujer que se anima a entrar a vestidores masculinos. ¡Dios! ¡¿Acaso son tan santos?! Fue entran a un vestidor no más, no tiene nada de malo. Todavía no saben lo que es vivir. Bueno, digamos que eso me trajo algunas complicaciones. En general es una universidad bastante... conservadora y sus alumnos también. Menos unos pocos, pero al parecer soy la única que no le tiene miedo a hacer o decir cosas al respecto.

Luego de unas tres horas de clase, el profesor nos libera. ¡Por fin! Mis manos no podían más con las contracturas de tanto escribir. No sé cómo no traje la laptop. Allí podría haber anotado todo y mi mano estaría de diez. Tengo treinta minutos antes de mi siguiente clase. Me siento en la cafetería. Me hago unos masajes en mis nudillos y dedos. Incluso sacudo la mano para intentar aliviar el dolor. Abro la mochila para buscar mi móvil. Oh sí, otra regla más; en los salones los celulares deben estar apagados y en el bolso guardados. Si no quisieran escuchar al profesor se irían y ya, esto es la universidad no la secundaria. Cuando busco mi celular entre mis cosas me doy cuenta de algo; me falta el libro de mi siguiente asignatura. M-i-e-r-d-a. Ya me puedo graduar de olvidadiza. Vuelvo corriendo al auditorio. Voy a mi asiento y nada. Incluso veo alrededor de mis bancos y nada. Dios, espero que ninguno de estos imbeciles se lo haya quedado. ¿Pero en qué momento me lo habrán sacado? Nunca abrí la mochila para sacar ese libro.... Y claro nunca lo sacarás si no está allí desde un principio. Lo dejé en la repisa mierda.

Me pego una corrida lo más rápida posible para llegar a mi habitación en la residencia. No están lejos, pero no es lo mejor correr por toda las avenidas de la universidad. Al llegar me apuro en sacar la bendita llave de ma habitación. ¡Si no cerráramos la puta puerta no necesitaría ni sacarla! Al llegar, toda agitada y acelerada, abro la puerta con solo tirar de la manija. Al abrir me encuentro con la imagen menos pensada. Allison besándose con un muchacho. Wow. Y yo que pensaba que era otra santurrona más. Abro sin pudor alguno. Es mi habitación y si piensan que voy a ignorar todo esto y no tomar mi libro pues muy equivocados están. Cierro la puerta detrás mío dando un golpazo. Ambos se asustan, más Allison por supuesto que me mira pillada in fraganti. Sonrío burlona.

—Buenos días muchachos, mejor dicho muy buenos días. —digo gozando de lo avergonzada que se encuentra mi compañera de cuarto. El chico parece inmune. Es más me suena su rostro. —Lamento haberlos interrumpido.

—Podrías haber tocado idiota. —me reclama la tonta rubia con una neurona.

—Es mi habitación también, no pienso tocar y menos cuando eres tú la que deberías estar... y no acompañada. —le echo una mirada a su acompañante. Sí que es lindo. Tiene una mirada afilada y una mandíbula de en sueño, y su cabello castaño claro es magnífico. Le pediría incluso la hair routine. —Pero tienes razón. Ahora que te atrapé en pleno beso, no quiero encontrarte en pleno polvo. —río mientras ella me tira un almohadón. Ay Dios se lo devolvería pero estoy disfrutando tanto de su sufrimiento que ni me importa. —Perdóname muchacho, solo viene por un libro. —le palmeo un hombro y me dirijo a mi estante. —Ya sabes hay algunas que estudiamos en vez de hacernos las bonitas. —digo con una sonrisa falsa y pestañeando varias veces. Allison me mira con furia, no con odio. Todavía no distingo si está roja de enojo o de vergüenza. Espero que por las dos.

—¡Cállate idiota! —me vuelve a tirar un almohadón, afortunadamente lo esquivo. Tomo mi libro y antes de salir de mi habitación le digo:

—Shhh. —le chito. —No querrás que Cassandra sepa qué hay un hombre aquí, ¿no? Yo no tengo problema de infórmale eh, es más quizás me deja la habitación para mí. —digo riéndome escandalosamente y disfrutando de manipularla así.

—¡Dios te odio! —escucho alcanzar decir antes de cerrar la puerta, con llave por supuesto. No querría que entren más ladrones a mi habitación.

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¡Buenas!
Tardé muchísimo en actualizar esta parte pero estaba corta de tiempo y de imaginación.
Y también sé que no aparece Butch por ahora pero también ellos tienen una vida.
Por cierto si no se entendió, Cassandra es la mujer que se encarga de las residencia de mujeres, o sea que se cumplan sus estrictas reglas.
Nada sólo eso para aclarar.
Muchas gracias por la espera <3

No me dejes caer [#STQAT 4]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora