No llores

67 15 0
                                        

Lan Huan comenzaba a desesperarse, ya habían pasado dos años de aquel día que lo conoció, pero no tenía respuestas, en cambio las preguntas aumentaron.

El investigador le dió un nombre, Meng Yao, el día que lo conoció tenía diecinueve años, estaba casado desde los catorce pero no tenía marca, el investigador solo conseguía datos del pasado, nada nuevo, no sabía dónde podía estar.

Tal vez era momento de encontrar a un nuevo detective, por suerte la fábrica comenzó a crecer poco a poco, las grandes orquestas fueron contactadas por su cuñado que a la vez había sido ayudado por otro amigo suyo, ellos comenzaron a solicitar materiales cada vez más exquisitos y por ende más caros, ganando con ello gran reputación.

Pensó para sí que si no hubiera conocido a A-Yao, la banda que formó con su dìdi y su cuñado habría sido un desperdicio.

El nuevo detective funcionó, al menos le dió una nueva ubicación, hace un año A-Yao había estado trabajando en un restaurante de Turpan, un distrito cercano a Urumchi, se sintió estúpido por no pensar en los lugares aledaños.

Pero nunca era tarde, sin embargo él detective le dijo que tenía exactamente un año que A-Yao había dejado el restaurante, simplemente se reportó enfermo y no volvió jamás.

Eso le puso los pelos de punta y exigió saber si en algún hospital lo habían recibido pero nada, se había vuelto invisible nuevamente.

Tal vez algún otro alfa se daría por vencido con esa respuesta pero no Lan Huan, él era una persona insistente, un necio, como decía su madre, así que no pararía ahora, no cuando podría estar cerca.

🌬️

A-Yao llevó a su cachorro a un lindo restaurante cerca del mar, la sirvienta no se separaría de él en ningún momento, no le molestaba, incluso la invitó a comer con él pero ella se negó.

- El señor me ha dejado claro mi lugar -
Había dicho un poco intimidada, A-Yao sabía que Su She la golpeaba a ella también, por eso tenía aún más cuidado con cualquier cosa que hacía, aunque claro, a él no le importaba inventarse alguna excusa para golpearlos.

Mientras disfrutaba de su café y le daba una papilla de calabaza a su cachorro, un Omega se acercó, también llevaba a su cachorro, un poco más pequeño que A-Song.

- Hola, ¿puedo sentarme? -
A-Yao quiso negarse, podría traerle problemas, pero Su She nunca había mencionado que no tuviera permiso de hacer amigos omegas.

El chico se sentó y abanicó su rostro sonrojado.
- Perdona eh, es que todas las mesas están ocupadas y como te ví con un cachorro dije, ¿por qué A-Yuan no puede tener un amigo tan bonito como él? -
Se acercó y jugó con la nariz de A-Song.

A-Yao sonrió mientras su bebé reía emocionado.
- ¿A-Yuan?, es muy lindo -
El chico le devolvió la sonrisa.
- Sí, ¿cómo se llama este príncipe?, ¿y tú? -
A-Yao no sabía si debía responder.

El chico notó su duda.
- Oh, lo siento, ¿soy muy invasivo?, es que me gusta conocer gente, pero no tienes porque sentirte obligado, si quieres me voy -
A-Yao sostuvo su mano evitando que se la llevará lejos y negó.

- Es solo que soy de una provincia pequeña, no estoy acostumbrado a esta ciudad -
El chico asintió.
- Bien, entonces reitero mis disculpas, no quise abrumarte, me llamo Wei Ying, este es Lan Yuan, vivimos cerca de aquí -

A-Yao sonrió.
- Soy Su Yao, él es Su RuSong, no tenemos mucho de vivir aquí, igual a unos minutos -
Wei Ying sonrió.
- ¿Quieres helado?, acá entre nos, estoy esperando al segundo así que tengo millones de antojos, yo invito -

Volverte a verDonde viven las historias. Descúbrelo ahora