FIN DEL CAPÍTULO I

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La boda fue bastante simple.

Varios vecinos les regalaron piezas de tela —mismas que la Señora Luo cosió a mano— formando con ellas un conjunto de hermosas túnicas matrimoniales.

Luo Binghe salió en busca de las rosas carmesí milenarias tan pronto como Shen Jiu le informó que de sus pétalos podría obtenerse tinte rojo de alta calidad.

Ambos aplastaron juntos los pétalos de las flores y Luo Binghe quedó extasiado al ver el tono rojo brillante que teñía sus atuendos.

Mientras el granjero seguía trabajando en amueblar la habitación y hacer más grande la casa la madre de Binghe agregó más bordados a las túnicas.

Shen Jiu —por su parte— se hizo cargo del huerto y de otras tareas.

Muy seguramente los cielos estaban bendiciendo su unión ya que todo iba muy bien y —aunque tenían poco dinero— disponían de todo lo que necesitaban.

Pronto llegó el día de la boda y la señora Luo casi lloró mientras ayudaba a su único hijo a vestirse.

— Mi Binghe ha sido tan bendecido— sonrió —Tú madre estaba preocupada. Ella no podía darte nada pero tú trabajaste tan duro. Cultivaste un jardín magnífico y construiste esta hermosa casa. Tú madre no pudo enviarte a la escuela, pero conociste a un erudito maravilloso que te enseñó a leer y escribir. Tú madre no podía permitirse comprar un regalo o dar una dote a la familia de tú novio o novia para que ambos celebraran su compromiso y aun así los cielos nos enviaron a alguien tan hermoso como Shen Jiu para convertirse en tu persona destinada.

Luo Binghe negó con la cabeza al escucharla y abrazó con fuerza a su madre.

— Me diste todo, mamá. Me diste la vida. Todas esas cosas que mencionaste te las debo a ti.

— Shhh, no llores. A partir de ahora eres el esposo de Shen Jiu. Debes ser amable con él y cuidarlo bien— le recordó.

Luo Binghe asintió y se secó las lágrimas que caían por sus ojos.

Era verdad. De ahora en adelante, debía ser más fuerte. Después de todo, le había prometido a Shen Jiu protegerlo... y darle absoluta felicidad.

Las únicas personas que asistieron a la boda fueron sus amigos y vecinos más cercanos (los cuales incluso trajeron algo de comida y bebidas para poder celebrar).

Todos estaban emocionados por conocer al rumoreado y hermoso erudito del que Luo Binghe no dejaba de hablar. 


Sin embargo, su prometido había elegido usar un velo sobre su cabeza.

Tal decisión había sido más que acertada. Luo Binghe no quería que nadie mirara demasiado a su esposo. Ya era lo suficientemente difícil no sacarle los ojos a todos los presentes por haberse atrevido a ponerlos sobre la delgada cintura de Shen Jiu.

Muy pronto llegó la noche y la pareja de recién casados entró a su habitación. Luo Binghe no pudo evitar sentirse nervioso. Había investigado un poco para prepararse para este momento pero ¿Habrían sido sus investigaciones lo suficientemente exhaustivas?

El anciano que atendía la licorería le advirtió que las relaciones sexuales entre hombres requerían que la parte receptiva fuese largamente preparada o —de lo contrario— le dolería.

Luo Binghe incluso había derrochado un poco de dinero comprando el mejor aceite perfumado que pudo encontrar.

El granjero contuvo la respiración mientras observaba como su esposo se despojaba del velo rojo.

Cielos. Su marido era hermoso.

El atuendo nupcial que llevaba no era nada caro y tampoco había cosméticos sobre su cara. Tan solo las viejas horquillas de jade que pertenecían a la Señora Luo adornaban su cabeza y —pese a eso— seguía siendo lo más cautivador que el granjero había visto.

Shen Jiu era tan etéreamente hermoso que Luo Binghe no pudo encontrar palabras para describirlo por lo que una lágrima terminó rodando por su mejilla.

El erudito extendió una mano hacia la cara de Luo Binghe y acunó en su palma la mejilla de su marido.

— ¿Por qué lloras?

El más joven sollozó.

— Eres demasiado hermoso. No puedo creer que esto esté pasando.

— Tonto — susurró Shen Jiu antes de depositar un ligero beso sobre su mejilla.

Shen Jiu normalmente siempre era demasiado tímido como para iniciar cualquier tipo de contacto físico. Sin embargo aquí —en sus aposentos nupciales—había elegido aguantarse un poco la vergüenza que sentía al ver que el granjero se estaba convirtiendo en un desastre sollozante.

También fue por eso que —lentamente— se despojó de la túnica externa de su atuendo de bodas. Fue entonces cuando Luo Binghe rápidamente secó las lágrimas de sus ojos y detuvo sus manos.

— Por favor. Yo... Yo quiero ser quien haga eso.

— Binghe...

— ¿Me dejarás amarte esta noche, esposo?

Shen Jiu asintió con la cabeza y Luo Binghe contuvo la respiración.

La primera vez que había desvestido al inmortal se debió a que era estrictamente necesario pues de lo contrario no podría limpiarle las heridas. En aquel entonces tuvo que repetirse mentalmente una y otra vez —como si se tratara de un mantra— que debía dejar de tener pensamientos inapropiados.

Sin embargo esta vez Shen Jiu no estaba inconsciente sino que le estaba desatando el cinturón que mantenía cerradas sus túnicas y también lo estaba despojando de ellas.

Los labios de ambos se encontraron al principio de forma lenta y tímida, vacilando un poco ante el contacto pero no tardaron en sumergirse en la pasión y el deseo que sentían por el otro.

Luo Binghe trató cada centímetro de la piel de su esposo como si fuera algo digno de adoración. También se deleitó con las suaves caricias que Shen Jiu le proporcionaba y correspondió todos y cada uno de los besos ardientes que lo hacían derretirse de placer.

Ambos se quedaron abrazados toda la noche dejándose arrastrar por el placer carnal y la calidez del otro.











Comentarios de la traductora para este capítulo: Bing mei tiene una competencia bastante fuerte xD. No pueden negar que este Luo es un amor. La forma en la que trata a SJ es tan delicada y amorosa que se nota lo mucho que lo atesora. Este capítulo casi me hace llorar por lo emotivo que es.

Y bueno, la autora no nos dio una descripción explícita de la noche de bodas, pero para eso tenemos imaginación xD.

Una vez dicho eso, preparen las antorchas. Se viene lo feo.

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