CAPÍTULO III

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Por mucho que su cerebro estuviera repleto con pensamientos de hacer el amor con Luo Binghe la situación de ambos no era exactamente la más favorable.

Todavía estaba herido y aún tenía el cable de vinculación inmortal atado alrededor de su muñeca dándole en realidad muy pocas opciones.

Y si bien su marido podía ser el héroe local de su pequeño pueblo frente a toda una secta de cultivadores no era más que un mortal que no tenía poder espiritual.

Afortunadamente, y aunque el deseo de poseerlo era evidente -cosa que constató al sentir el miembro medio duro de Luo Binghe bajo sus nalgas- ambos pudieron contenerse.

– Vámonos de aquí. Necesitamos que mi madre y tú sean tratados por un médico– lo instó Luo Binghe.

Shen Qingqiu se alarmó al escucharlo.

– ¿Qué le pasó a madre?

– Te lo explicaré más tarde. Por ahora súbete a mi espalda, esposo – dijo Luo Binghe mientras se arrodillaba frente a él y se inclinaba hacia adelante, ofreciéndole su espalda como soporte.

Ante esto el erudito negó con la cabeza.

– Puedo caminar. Pero es posible que desees tomar algo que puedas utilizar como un arma para defenderte.

– ¿Un arma?

– Algunos bloques de tinta servirán. Las artes marciales de esos viejos ya están oxidadas de todos modos pero aún así te enseñaré cómo manipular tu energía para aumentar el impacto de los ataques.

Luo Binghe jadeó al escucharlo.

– Yo... ¡No puedo hacerlo! ¡No sé cómo...!

– Yo sí. Es un truco sencillo y la mayoría de la gente simplemente no sabe cómo usar su cerebro – respondió el inmortal.

Esa había sido una de las técnicas más simples que aprendió por su cuenta: el ser capaz de usar una cantidad mínima de energía espiritual para amplificar un ataque.

Shen Qingqiu había sido originalmente un prodigio capaz de conjurar algunos "trucos" desde una edad muy joven y sin haber recibido ningún tipo de enseñanza para ello.

Si tan solo su entrada a la Secta no se hubiese visto demorada por haber pasado tantos años de abuso con Qiu Jianluo y Wu Yanzi sería mucho más fuerte de lo que era ahora.

Luo Binghe ya había pasado la edad apropiada para empezar a cultivar. Sin embargo podía sentir que poseía una muy buena vena espiritual, cosa que haría posible poder realizar un par de trucos simples si le daba algunos consejos.

Shen Jiu impartió la sencilla lección mientras caminaban con dificultad a través del bosque de bambú, dirigiéndose nuevamente hacia la ruta secreta dada por el Señor de An Ding.

El inmortal necesitaba enseñarle a Luo Binghe cómo canalizar su energía de modo que más tarde fuese posible para él romper el cable de vinculación inmortal que llevaba atado a la muñeca.

Aunque también podían intentar romperlo practicando cultivo dual.

Cualquiera que fuese la opción elegida era un hecho que se abalanzaría sobre Luo Binghe cuando sintiera que al fin podían estar a solas  y no, no lo dejaría escapar de sus garras por nada del mundo.

De eso ambos podían estar seguros.

Como lo esperaba, su esposo aprendía rápido. No pudo materializar de inmediato un arma -tal y como lo hacía Shen Qingqiu- pero fue capaz de sentir su propia energía espiritual y reunirla en su puño.

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