CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO I

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Madre e hijo parecían ser bastante inofensivos.

Después de haberlos observado durante varias horas Shen Jiu concluyó con total certeza que ambos eran aldeanos normales que no tenían idea de quién era él y que tenían muy poco —o ningún tipo de contacto— con el mundo del cultivo (lo cual era más que perfecto).

Era mejor si nadie lo reconocía como Shen Qingqiu, Señor del Pico Qing Jing; el Maestro inmortal odiado por sus propios hermanos marciales, el hombre que rumoraban era un pervertido.

Tras intentar salvar a Liu Qingge de la desviación de qi que había sufrido en las cuevas Ling Xi de alguna manera todos creyeron que en realidad había intentado asesinarlo, perdiendo así el poco respeto que los otros Señores de Pico aún le tenían.

Liu Qingge había sobrevivido y recuperado la consciencia después de varias semanas de estar en coma. Sin embargo no recordaba nada de lo sucedido y la certeza puesta en las acusaciones de sus otros hermanos marciales lo convencieron del hecho que el Señor de Qing Jing realmente había intentado asesinarlo.

Yue Qingyuan logró evitar que cualquier tipo de castigo cayera sobre él pero Shen Jiu podía decir sin duda en su corazón que incluso el propio líder de Secta no confiaba en él.

Su cultivo —de por sí decadente e inestable— ahora se encontraba más perjudicado.

Decir que no se arrepentía de haber intentado salvar a Liu Qingge sería una mentira. Dos veces se había puesto en peligro para ayudar a ese hombre y las dos veces había sido malinterpretado y etiquetado de haberlo querido apuñalar por la espalda.

Esa fue la principal razón por la que —aunque ya no tenía energía espiritual y la herida provocada por luchar contra la bestia de las montañas no estaba sanando— se negó a encender las bengalas de emergencia que llevaba consigo. 


Después de todo ¿Por qué debería desperdiciar su energía pidiendo ayuda cuando —de todos modos— los miembros de su Secta probablemente no vendrían?

— Madre, iré al mercado.

La voz de Luo Binghe lo sacó de su trance momentáneo.

— Muy bien. Entonces tú madre cocinará el arroz y conseguirá un poco de pescado.

— Este Binghe preparará la cena, tú solo descansa un poco. Has estado tosiendo mucho últimamente.

— Entonces ¿Debería tu madre ir al mercado en tú lugar?

— No. De cualquier forma debo ir, tengo cosas que hacer ahí. Mamá, no salgas, ¿Está bien?

Shen Jiu entrecerró los ojos ante el intercambio de palabras que ambos sostenían. Por más inocente que pareciera ese par no estaba de más tomar algunas precauciones.


Tan pronto como la señora Luo se acostó a dormir una siesta, el inmortal se acomodó sus túnicas lo mejor que pudo y se puso sobre la cabeza el sombrero de paja que pertenecía a la mamá del granjero. Posteriormente salió al exterior y comenzó a seguir silenciosamente a Luo Binghe.


Muy pronto ambos llegaron a una pequeña botica.


¿Quizás Luo Binghe realmente había ido al pueblo para conseguir medicamento para su madre?

— Ayer le vendiste este ungüento a mi mamá por cinco monedas, ¿No es así? ¿No costaba solo dos monedas el mes pasado?

Inesperadamente, él joven se encontraba ahí para discutir con el sanador.

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