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Mis manos tocan su cuerpo, es suave, es delicado, incluso cuando sus ojos se presionan con fuerza para no poder verme, pero lo hará, incluso cuando ella simplemente no quiera hacerlo

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Mis manos tocan su cuerpo, es suave, es delicado, incluso cuando sus ojos se presionan con fuerza para no poder verme, pero lo hará, incluso cuando ella simplemente no quiera hacerlo. Tocarla es casi como quemarme en el infierno pero al mismo tiempo que estoy acostada en las nubes del cielo.

Paso mi lengua por mis labios resecos admirando la sutileza de su rostro.

—Camila, cariño— beso su mejilla —Vamos, puedes verme— niega sollozando a mis palabras.

No quiero ser ruda, no quiero serlo, pero estoy tan dura de sentir su caliente piel debajo de la mía, sintiendo lo sedosa y delicada. Es tan suave.

La dejo en su mundo, ensimismada hasta el punto de que ella no sabe que es lo que hare, pero no importa, beso su cuello, es húmedo y lo muerdo un poco. Aún mantiene sus ojos cerrados, tan fuerte que temo que se lastime.

Pero sus clavículas, paso mi lengua por el centro de ellas y las muerdo hasta dejar un poco rojo, bajo un poco más hacia su pecho, admiro sus senos pequeños, pero perfectos delante de mi cubiertos por su brassier color blanco.

Beso el centro de ellos alzándolo.

—Déjame ¡No!— comenzó agitarse con fuerza. Sus ojos se abrieron y dieron directamente con los míos. Su cuerpo, sobre todo su pecho comenzó a sonrojarse, y sus ojos se abrieron con fuerza cuando de un solo tirón arranque el brassier.

—Estoy tratando de ser una buena persona, una buena mujer, he creído en Dios solo por ti, pero tú no me estas dejando otra alternativa que ser dura contigo, Camila— mi cabeza se ladea con la idea de hacerla mía.

—Hermana Lauren, esto está mal— solloza. Lame sus labios por donde tiene lágrimas derramadas.

—No me llames hermana, no quiero escucharte decirlo de nuevo— digo con brusquedad acercándome a su rostro. Mis labios cerca de los suyos, sintiendo el aliento a menta y fresas.

—Lauren— traga hondo. Esta temblando debajo de mí, lo hace y eso me prende en tanta proporción que seguramente tendré que correrme en mis bóxer esta primera vez.

—Gemirás mi nombre, y lo harás tan delicioso, que olvidaras que te llamas Camila y estas en una iglesia sirviendo a Dios— beso su mejilla, bajo la comisura de sus labios, pero se su intención de apartar su rostro, aunque no lo hace porque la tomo del mentón y estampo mis labios a los suyos.

Sus labios siguen planos, no hacen ninguna mueca, solo escucho el sollozo, pero cuando tomo entre mis manos uno de sus senos, es cuando su boca se abre y dejo que mi lengua se introduzca en ella.

— ¡NO!— grito en molestia cuando ella muerde mi lengua. Dejo salir un suspiro y alzo mi rostro para ver hacia sus ojos — ¿Porque lo haces?— niego acercando mis labios de nuevo.

—Déjame ir, prometo hacer como que esto no paso, pronto hacer que no existió este momento— solloza. Paso mi lengua por sus lágrimas y degusto lo salado de ellas —Déjame ir y prometo no molestarte mas— sonrió de lado y niego.

—He esperado tanto por este momento ¿Qué te hace pensar que te dejare ir tan rápido?— pregunto con sutileza causando que ella niegue —No lo hare Camila, serás mía— besos sus labios con violencia.

Ella se agita con tanta fuerza que se puede estar haciendo daño. Me posiciono de rodillas en la cama entre sus piernas y arranco sus bragas.

—Maldita puta, estas húmeda— sonrió hacia ella antes de pasar mi lengua por toda su extensión. Su cuerpo se contorsiona y sus piernas se mueven, sus caderas se alzan de la cama cuando atrapo entre mis labios su clítoris y hago una leve presión, alzo un poco de toco esa pequeña sección con la punta de mi lengua.

— ¡AHH!— gime alzando más sus caderas. Sonrió entre sus piernas posicionando mi brazo encimad e su pelvis cerca de su pubis para que no se mueva, aun así lo hace y veo como su espalda de arcea con rapidez cuando introduzco mi lengua en su cavidad para después salir y besar sus labios vaginales.

Su esencia es atrayente, es un poco agria pero dulce, tiene un ahora peculiar que me hace sentir adicta. Queriendo obtener parte de su orgasmo para que su esencia corra por toda mí barbilla.

Me quedo pegada a su sexo, el leve bello se su pubis toca mi nariz y me hace cosquillas, paso mi lengua por todos ellos antes de bajar de nuevo y pasar mi lengua por toda su extensión, atrapo entre mis dientes con suavidad su clítoris y grita.

Sus manos están apretadas en puños aguantando todo lo que puede, dejo que lo haga, ella llegara a su momento en que no podrá detener el placer que le daré. Lamo mis labios antes de introducir mi lengua dentro de ella, saliendo y entrando.

Me levanto como puedo y saco mi bóxer, me posiciono y siento mi pene desnudo frotándose en las sabanas color violeta, muevo mis caderas como si estuviera embistiéndola con suavidad, gruño en su sexo, y el solo hecho de la vibración la hace agitarse.

Sus ojos siguen cerrados cuando vuelvo a dejar mi brazo en su pelvis y mientras succiono su clítoris introduzco mi dedo medio.

— ¡LAUREN!— gime mi nombre y trata de alzar de nuevo sus caderas para apartarme, los dedos de sus pies se encogen al tiempo que meto y saco mi dedo, es lento pero un poco brusco, así que agrego dos cuando siento que ella puede soportarlo.

Entonces es cuando el caudal de sus fluidos en conjunto con la suavidad de las voces que escucho en el coro, infunda mis odios.

Su esencia es deliciosa, quiero más de ella, quiero absorber todo lo que ella me debe. Succiono y lamo cada rastro de sus fluidos antes de atacarla de nuevo.

—No— trata de decir pero no me detengo hasta que ella vuelve a gritar en medio de su segundo orgasmo.

Me siento en la cama sobre mis rodillas, mi barbilla escurre parte de su esencia, y bajo su mirada paso mi mano por ella y luego introduzco mis dedos dentro de mi boca para tomar lo que me falta.

Su pecho sube y baja con fuerza y violencia, esta sonrojada hasta las orejas y sus labios están muy rojos e hinchados.

Mi polla esta igual que sus labios, roja e hinchada y en la punta del glande se puede ver como el semen que derrame por mi orgasmo de solo comérmela, escurre.

Me subo gateando hasta sus labios.

— ¿No me digas que no te gusto?— ella niega y sus ojos siguen acuosos antes de atacar sus labios de nuevo —Si no quieres que sea mala contigo, bésame— bajo mis palabras es cuando siento que nuestro primer beso va es ascenso.

—Déjame ir ya, por favor— suplica. Niego.

—A penas vamos empezando.



*Disculpen los errores*

Sin Advertencia (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora