No le di mayor importancia a la situación y tome mi mochila para dirigirme a desayunar, la señorita Florence, fue quien se ocupó de mí desde que llegue al orfanato, me enseño que el desayuno es la comida fundamental para el organismo humano y que mis neuromas me lo agradecerían por completo. Entre todo el mar de gente que se acumulaba por los pasillos pude divisar a una morena de pelo enchinado, era Sadie, mi mejor amiga. No dude en correr hacia su dirección lo más rápido que mis pequeñas piernas me lo permitieran para abalanzarme sobre ella con un abrazo enorme.
— ¡April! Que alegría encontrarte, no pensé que quedaríamos en el mismo internado.— Exclamó la morena a la vez que correspondía mi abrazo con uno aún más apretado levantando mi pequeña figura del suelo.
Cuando cumples dieciséis años, te trasladan a una especie de orfanato y escuela superior, donde vives prácticamente hasta que una pareja de padres decida adoptarte, sigue siendo un orfanato, pero especialmente de adolescentes. Lo triste, es que al momento de pisar este lugar es casi imposible que te adopten, la gran mayoría del tiempo las parejas adoptivas buscan adquirir un bebé recién nacido o un infante que no sobrepase los tres años.
Después de ese cálido abrazo entre ambas, nos dirigimos a la cafetería para desayunar juntas y conversar de como ha sido este primer día de clases, aunque la emoción de reencontrarnos fue más fuerte que nosotras y debo admitir que derramamos algunas lágrimas sobre el café caliente. Al sonar la campana nos despedimos y cada uno volvió a su clase correspondiente, con la promesa de vernos al almuerzo.
Una vez dentro del salón 33A, el molesto individuo que se había sentado junto a mí se esfumó por completo y sinceramente me alegraba no tener que compartir con sujetos como él, que solo entorpecen el entorno escolar.
El profesor continuo su clase con normalidad, hablando de las teorías de él, filosofo griego Platón, en un momento observé como su mirada disimuladamente capto el asiento vacío a mi lado y como una pequeña sonrisa se formaba en sus labios y de pronto, la clase parecía más relajada que hace una hora.
— Para concluir la clase alumnos, me he tomado el tiempo de revisar sus exámenes en mi tiempo libre... así que he puesto una lista de cada uno de ustedes con su respectiva calificación, revísenla antes de irse a su siguiente clase, nos vemos mañana! — Se despidió con una amable sonrisa y se retiró del salón.
Rápidamente, toda la clase se amontonó sobre aquel mural verde para poder enterarse de su calificación, por mi parte me esperaba al menos un diez, ya que había leído y releído ese libro tres veces. Empuje para poder posicionarme adelante de todos, pero cuando mis ojos encontraron mi nombre se desorbitaron, mi presión arterial sufrió un desequilibrio y mi vista se nubló al menos unos cinco segundos cuando leí "April Mitchell 3.6" inmediatamente se me vino a la cabeza una escena, donde un tal embustero se ofreció a entregar mi examen por mí, busque rápidamente con la mirada su nombre entre todos los de la lista "Káiser Van Doren 10+" mi sangre comenzó a calentarse al punto de hervir por mis venas, mis mejillas se tornaron de un rojo explosivo al igual que la vena que se asomaba por la mitad de mi frente. Rápidamente, tomé mis cosas y sin ningún rumbo me dirigí a encontrar a aquel sujeto que abuso de mi confianza, aunque la culpa era mía, seguramente «¿En qué momento se me ocurrió confiar en él? Tonta April.»
No sabía hacia donde estaba caminando, pero mis pies no se detenían, estaban totalmente desconectados de mi cerebro, pero mi intuición femenina me decía que debía continuar hasta encontrarlo, a pesar de que el internado era grande y solo llevaba en él dos días no iba a dar marcha atrás. Para mi suerte, mi visión enfurecida se agudizó y pude divisarlo al final del jardín con un grupo de chicos «¿Se estaban drogando?» pensé para mí al ver a Káiser con una especie de cigarrillo en su mano derecha y digo especie por el olor extraño que este emanaba. Me arme de valor y camine a la velocidad máxima que ofrecían mis piernas mientras intentaba mantener una postura recta.
— ¡A ti te buscaba! ¿Qué carajos has hecho con mi examen de filosofía esta mañana?— Exclamé cruzando mis brazos bajo mi pecho mientras acortaba la distancia entre nosotros.
Mi paciencia explotó por completo cuando de su parte únicamente recibí un intento de risa, su mirada no se fijó en mí ni por un segundo, era totalmente invisible ante ella.
— ¡Respóndeme, te pregunte algo! — Grité totalmente alterada, desvaneciendo por completo la pequeña distancia que nos alejaba y en un arrebato robe su cigarrillo directamente de sus labios para llamar su atención.
— Devuélveme eso.— Respondió seco, posando su oscura mirada sobre la mía.
Por un segundo mi piel se erizó a sentir como sus dedos largos velozmente agarraron con fuerza la muñeca de mi mano que sostenía su cigarrillo.
— ¿Qué demonios le hiciste a mi examen?— Insistí.
Podía sentir como él comenzaba a molestarse y enfurecerse junto conmigo, pero seguía sin obtener una respuesta de su parte, así que decidí tirar el cigarrillo al suelo y aniquilarlo con mi pie derecho a modo de venganza.
Su ceño se frunció y antes de que pudiera reaccionar me atrajo hacia su cuerpo con fuerza quedando pegada a su pecho sin escapatoria alguna, por suerte mi organismo supo defenderse a tiempo y la palma de mi mano libre azotó su mejilla izquierda con fuerza liberándome de su agarre.
Su grupo de amigos estaba dividido, algunos reían de la escena que acababan de presenciar y otros simplemente quedaron perplejos, aproveche la distracción del dolor que le había provocado mi golpe para irme lo más rápido que pude. Mi corazón latía tan rápido que en cualquier minuto salía disparado de mi pecho, mis piernas al igual que el resto de mis extremidades comenzaron a temblar.
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Káiser
RomanceSolo hay un nombre que está en boca de todo el orfanato, millones de rumores sobre cómo llegó aquí, especulaciones sobre su pasado ¿Apuñalo a su padre? ¿Estuvo en la cárcel? o ¿solo es un alma perturbada por el cruel juego del destino?