Cuando no tienes a nadie en esta vida, solo te aferras a una sola cosa, en mi caso; la entrada a la universidad. Este sería el gran paso para darle un vuelco a mi tormentoso destino. Hoy es mi primer último día, suena extraño decir algo así ¿verdad? Es como una contradicción. Pero mañana comenzaré el primer año de estudios dentro del internado. Tengo tantas dudas, preguntas, que mi mente se inunda por completo «carajo, la hora» 05:40 a.m había despertado una hora antes que mi alarma habitual, deben ser los nervios.
Todos me repetían que los últimos cuatro años de estudios eran los más difíciles, pero la verdad es que sus palabras exclusivamente entraban por mi oído derecho y salían por el orificio contrario «exagerados». Siempre había tenido calificaciones asombrosas toda mi vida, asistencia perfecta desde el preescolar y este año no sería una excepción para deslumbrar con mi intelecto en cualquier asignatura, aunque fuera álgebra o matemáticas, incluso inglés. No dejaría que nada, ni nadie sin excepción arruinara mi entrada a la universidad.
Después de darle vueltas en mi cabeza al asunto me dispuse a levantarme ¿Qué me pondré hoy? Podría empezar como una nueva persona, quizás una porrista, una chica darks o seguir siendo April Mitchell. La última opción fue la indicada. Me vestí rápidamente con unas calzas negras, zapatillas bajas color burdeos y un suéter con cierre blanco. Tome mi cabello en una cola baja y me fui en busca de mi nueva sala de clases.
Quizás no lo mencione antes, pero vivo en un internado, no esa clase de internado donde van chicos millonarios y rubias sexis, todo lo contrario, para que puedan comprender mi situación, no tengo padres.
Al entrar a la sala noté que ya había algunas personas ahí «¿dónde me siento? Al frente me siento observada y atrás, solo duermen, quizás al medio.» Tome asiento y mientras llegaba el profesor a cargo le hice la portada a mi cuaderno "filosofía" lo escribí en cursiva y al rededor decoré con signos de pregunta y nubes de pensamiento en varios colores.
La sala ya se encontraba casi llena, solo quedaban pocos asientos disponibles, me alegraba de haber llegado temprano.
De pronto entro un señor de pelo anaranjado y barba, me preguntaba si sería el maestro...
— Buenos días, alumnos, soy su profesor de filosofía, el señor Walker. Saquen lápiz y goma, tendrán su primer examen de la lectura de verano...— Dejó sus libros sobre la mesa y comenzó a repartir las pruebas.
Ahí estaba mi respuesta, por suerte había leído ese libro unas tres veces.
En cosa de minutos ya había respondido la mitad de la prueba, mi mente trabajaba a mil por hora hasta que un chico entró sin golpear la puerta molestando al maestro y para que decir, tuvieron una discusión en frente de la clase.
— ¿Usted es? ¿No le han enseñado a golpear la puerta antes de entrar a un lugar? — Pregunto el maestro mientras habría el libro de clases con una fachada color marrón. — Le estoy hablando, ¡su nombre, por favor! — Alzó la voz y su paciencia comenzaba a limitarse.
— Káiser. — Respondió el individuo apoyando todo su cuerpo sobre el marco de la puerta de la sala.
— ¿Káiser que? Su apellido señor. Necesito verificar que esté en esta clase. — Dijo mientras buscaba dicho nombre entre la lista de estudiantes dentro del libro.
— Van Doren. — Se limitó a decir el chico mientas se cruzaba de brazos.
«Ya cállense, necesito terminar el examen» pensé furiosa en mi mente, la discusión aún no terminaba. Al parecer, el tal Káiser había sido transferido a esta clase por mala conducta con el maestro anterior.
Poco a poco mi mente se distraía del examen poniéndole atención al drama entre el chico nuevo y el profesor, en ese instante deseaba unas palomitas de maíz. Ahí fue cuando el universo conspiró en mi contra, el maestro le asignó como puesto uno junto al mío y supe que esta clase iba a ser una de las más difíciles ¿Cómo quiere que me concentre así? Seguramente este tipo estará comiendo goma de mascar con la boca abierta toda la clase, tirando papelitos o sacándole fotos graciosas al profesor.
Intente ignorar el hecho de tener que soportarlo todo el año, pero mi cabeza no podía parar de darle vueltas, estaba tan sumergida en mis pensamientos hasta que sentí una extraña sensación sobre mí, como si alguien tuviera la vista encima de mí y para que mentirles, así era. ¡Me estaba copiando las respuestas! Sentí como mi sangre se calentó junto con mis mejillas y rápidamente puse todo mi cuerpo sobre la mesa. Mire por la orilla de mi ojo y vi sus manos, simulaban que escribían cosas sobre el papel, me reí entre dientes.
— Señorita Mitchell ¿Qué le causa risa? — dijo el señor Walker a la vez que su seria mirada se posaba sobre mí.
— Oh, yo, no... ¡Nada, nada! —. Balbucee en voz baja mientras fingía ponerle total y exclusiva atención a mi examen.
«Aquí vamos examen, no podrás contra mí» me dije a mi misma entre la laguna mental que eran mis pensamientos. Por suerte ya me faltaba menos de la mitad de la prueba y podría irme a desayunar a la cafetería, se me antojaba un café caliente para poder despertar mis neuronas.
Contestando la última pregunta comencé a sentirme observada otra vez, era el tipo que había discutido hace unos minutos con el profesor, pero esta vez acercó su silla y la mitad de su cuerpo hacia mí. Rodé los ojos y le lancé una mirada de advertencia, pero él solo señaló con su mirada, mi goma de borrar, supuse que necesitaba usarla, así que accedí y la puse sobre su mesa volteando mi mirada. Al segundo la puso sobre la mía, la tomé para borrar una palabra que escribí mal y para mi sorpresa toda mi prueba estaba quedando llena de manchones negros «¿Qué carajos le hizo a mi borrador?» la examiné cuidadosamente y sobre una de las caras había un escrito ya borroso que decía "Dame las respuestas" millones de sensaciones se apoderaron de mi pequeña persona, irá, enojo, risa, era una mezcla muy extraña «Ni lo sueñes» pensé para mí a la vez que dejaba salir a flote una pequeña sonrisa maliciosa.
— ¡Se agotó el tiempo! Por favor entreguen sus exámenes y salgan a desayunar, nos vemos a la siguiente hora. — Exclamó el señor Walker a la vez que guardaba todas sus pertenencias en un maletín color ocre desgastado.
Revise por última vez mis respuestas antes de entregar el examen cuando sentí como una fría y grande mano se posaba cuidadosamente sobre mi hombro derecho.
— Si quieres la llevo por ti.— Dijo Kaiser dirigiéndose hacia mí.
Sin decir nada, le entregué mi examen y en forma de agradecimiento le dediqué una pequeña sonrisa. Quizás lo estaba juzgando mal antes de conocerlo por completo, las primeras impresiones no lo son todo. Tal vez solo era un chico reservado y de pocas palabras, aunque si el maestro anterior lo expulsó de su clase, ¿será por algo verdad?.
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Káiser
RomanceSolo hay un nombre que está en boca de todo el orfanato, millones de rumores sobre cómo llegó aquí, especulaciones sobre su pasado ¿Apuñalo a su padre? ¿Estuvo en la cárcel? o ¿solo es un alma perturbada por el cruel juego del destino?