Cuando quise renacer

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No fue la primera vez que me levanté tras haber caído, pero si quise que fuera la última.

Muchas veces admiré la forma en la que me mataba poco a poco. Cuando el cuerpo está cansado y no puedes respirar, cuando tiemblan las manos sin parar, cuando sientes los ojos picar y no puedes detener las lágrimas que a veces salen sin razón alguna. Ni hablar del vacío en el alma, el sentimiento tan desolador que te recuerda que esto no pasa así de fácil. Y la increíble burla del universo al hacerme creer que esta vez iría mejor, que esta vez lo superaría, que esta vez no caería, para luego reírse nuevamente en mi cara y revolcarme en lo más profundo de ese abismo tan oscuro y frío.

Admiraba mucho cuando sabía que no podía más y seguía matandome de a poquito.

Mi espalda dolía y aún así no deje la mochila tan pesante, las piernas dolían y no paré de caminar, estaba cansada y no dormí. ¿Por qué simplemente no lo hice?, ¿Por qué no tenía compasión de mí?, ¿Por qué me odio tanto?, ¿Por qué no me puedo dejar ir finalmente?

Extraño sonreír, extraño gritar y hablar, extraño los juegos, las reuniones sin sentir esa incertidumbre o incomodidad, extraño hasta las putas horas de oración y los cafés al final de estas, extraño el gran bizcocho que comprábamos en la tienda de al frente, extraño el poder, extraño mucho lo que fue y lo que ahora jamás podrá ser. Extraño escapar de casa, salir llorando por las noches, extraño trepar a casa en falda por las tardes cuando no tenía llaves.

Ahora solo es un recuerdo, y hoy, hoy solo puedo matarme de a poquito y esperar a que me haga el milagro de no despertar, no más.

La casa de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora