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Era normal que estuviéramos cansados.
Todo empezó mucho antes, incluso antes de que yo naciera el sufrimiento ya estaba ahí.

Mi mamá tuvo una vida muy injusta, solo empezando por esa gran cicatriz en su pierna que no todos conocen, yo pienso que desde ahí quedo marcada para sufrir, sus padres no eran muy cercanos a ella, supongo que eran muy jóvenes para hacerse cargo de algo tan grande, pero, dieron lo mejor, los tratos malos de su propia familia la hicieron buscar amor en el sitio equivocado o mejor dicho en la persona equivocada, no sería la primera mujer que lo hace y que sufre el mismo destino, el matrato.

Mi padre tenía algo de bueno, apesar de haberse ido y dejando atrás a una mujer fuerte y 4 niños. Mi padre le enseñó a mi madre muy bien la cultura de la violencia, por lo que crecimos hasta cierta edad "enderezandonos y educandonos" así, no culpo a mi madre, que otra cosa podía hacer, creo que hizo lo mejor que pudo. Entre mis hermanos y yo hicimos su vida complicada, pero, cada uno tenía diferentes batallas que librar.

A medida que fuimos creciendo mi mamá fue cambiando y encontró ese amor que necesitaba en Dios, a veces pensaba que su fanatismo sobre pasaba los límites, pero se sentía amada por fin y yo no le arrebataría ni un gramo de esa fé. Después de años se volvió alguien comprensiva y sensible, un cambio brusco que nos vino bien a todos, aunque a veces tenía sus arranques de ira, pero podíamos soportarlo.

La casa de PandoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora