16.- Te conozco, y te quiero.

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Harriet

Mi corazón martillea con fuerza contra mi pecho. Mi respiración se corta en el momento exacto en el que Logan dice esas palabras.

Yo también comienzo a quererte.

Una furia salvaje me recorre de pies a cabeza, de una manera en la que mi cuerpo parece no saber que hacer con tantos sentimientos a la vez.

—No lo haces —me aparto.

—Claro que lo hago —asegura con firmeza—. ¿Por qué crees que busco cualquier momento para verte? ¿Por qué estoy intentando con todas mis fuerzas ganarme la simpatía de tu familia?

Sacudo la cabeza, la visión borrosa vuelve, pero me tallo los ojos, eliminando el rastro de lágrimas en ellos.

—Hace mucho que para mi esto dejó de ser un deber —susurra—. Hace meses, tres, para ser exacto, que para mi esto tomó otro significado.

—Entonces, ¿por qué estabas con ella? —mi voz brota en un sonido casi desesperado—. ¿Por qué me mentiste?

—No te mentí.

—¡Claro que lo hiciste! —reprocho—. Porque no estabas entrenando, porque ni siquiera tenías el uniforme, ni la mochila. La nota...la nota dice que fue cerca de tu departamento, dijiste que estarías ocupado para hablar, pero te viste con ella. Así que, a mi parecer, me mentiste.

—Liana estaba ahí cuando llegue —dice cerrando los ojos—. Mi madre...mi madre al parecer la llamó. Le dijo que yo quería hablar con ella pero que no podía llamarla personalmente porque no se me permitía. Así que ella fue...Harriet...no yo fui a buscarla, no yo la llevé a mi casa.

—No soy estúpida, Logan. No voy a creer...

—¡Esa es la verdad! —exclama—. Ella ya estaba ahí cuando llegue a casa, no esperaba verla, pero tampoco soy un maldito idiota como para correrla. Así que entramos, le dije que yo no había pedido nada de eso, que yo no le pedí a mi madre que la llamara, joder, Hattie, la quiero, ¿sí? Es importante para mí y por eso cuando comenzó a llorar no pude hacer otra cosa que abrazarla.

—Que conveniente, ¿no lo crees?

Logan maldice, pasa la mano por su cabello en un gesto que denota frustración.

—No me crees.

—No te creo —confirmo—. Y no esperes que diciendo "yo también te quiero", me trague toda esa mierda. Porque no soy estúpida, porque la quieres a ella...

—¿Escuchaste algo de lo que dije? —inquiere—. ¡Joder, Harriet!

Se acerca con rapidez hacia mí, sus manos se colocan a los costados de mi cuerpo y se inclina con ligereza, conectando su mirada con la mía.

—Estos últimos cuatro meses han sido los mejores de toda mi maldita vida —la seguridad envuelve su voz—. Sé cada pequeña cosa de ti, me he tomado el tiempo de observarte, de conocerte. Sé que detestas el café caliente, lo prefieres frío. Sé que odias las entrevistas en vivo, y sé también que el escenario lo es todo para ti. Sé que amas a tu familia, incluso a Axel que te saca de quicio. Sé que admiras tanto a tu padre, y que tu madre es tu mejor amiga. Sé que tus amigas, ese escuadrón, como lo llamas, es importante para ti.

Parpadeo cuando las lágrimas vuelven.

—Odias el calor, prefieres el pastel de vainilla porque el de chocolate te causa imperfecciones en el rostro, eres de las personas que piensan que la pizza con piña es deliciosa, aunque claramente no entiendo porque, después de cada ensayo amas los latte con dos shots de vainilla y una de azúcar, y ese lugar al que siempre vas, esa habitación de instrumentos abandonados es tu lugar seguro. Las rosas te dan alergia, así que por eso decidí recibirte con tulipanes, detestas levantarte temprano y sé que en estos cinco meses has deseado asesinarme más veces de las que tú misma puedes admitir.

Imperfecta SinfoníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora