El parásito de Chuuya

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Chuuya se despertó siendo una mañana como cualquier otra en su cama tamaño King y de quedó mirando al techo disfrutando de la comodidad de su colchón de calidad máxima con pereza.

Respiró hondo pasandose la mano por la cara para quitarse unos pelos innecesarios y bostezó.

Hoy empezaban su semana libre y pensaba disfrutar al máximo cada día haciendo absolutamente nada. Sus únicos planes eran vaguear hasta hartarse, comer helado mientras veía películas y dormir. Dormir mucho.

La noche anterior se había metido a dormir sin mucha ceremonia, únicamente quitándose las prendas y ahora no podía salir de lo calentita que estaba la cama con sus edredones de plumas.

Con pereza pasó la mirada por toda la estancia. Era una habitación enorme con varias estanterías llenas de libros, una alfombra gris en el suelo, un par de armarios con toda clase de prendas, una televisión de última generación y una de mesilla de noche a cada lado de la cama. En la pared derecha había una puerta que daba a un baño de también mucho lujo y finalmente en la pared izquierda había una puerta cerrada que daba al pasillo.

Puede que fuera muy materialista de su parte pero amaba vivir rodeado de lujos y comodidades.

Iba a volver a dormirse en la calidez del lugar cuando fue que percibió un olor peculiar y casi imperceptible que lo puso en alerta.

Olía como a quemado y venía de abajo.

Rápidamente se puso en pie sin cuidado alguno y aún en calzoncillos se apresuró a ir escaleras abajo en silencio pero alerta para ver qué pasaba.

El olor a quemado aumentaba según te acercabas a la cocina; haciendo que Chuuya tuviera un mal presentimiento al respecto de la raíz de el anómalo olor.

Bruscamente abrió la puerta corrediza de su cocina para sorprender al intruso que se encontraba en su cocina.

"¡Te pille!" Diciendo esto se lanzó sobre la presencia para placarla tirándose encima e inmovilizandola.

"¡Me has pillado!" Exclamó el intruso jovialmente en el suelo "¿Cómo has dormido?"

Chuuya miró al intruso irritado y el otro le devolvió una mirada divertida.

"¿Se puede saber qué haces en mi cocina?" Preguntó sin dejar a Dazai levantarse frunciendo el ceño y apretando sus muñecas al suelo.

"Te hacía el desayuno, ¿No lo ves, tontito?" El castaño señaló con dificultad la sartén humeante y la masa de tortitas en esta su dedo índice.

"Yo no necesito que me hagan el desayuno, menos aún tu" Diciendo esto se sentó como un indio encima del intruso para no dejarlo levantarse mientras se cruzaba de brazos.

"Pero son tortitas" Lloriqueó "A todo el mundo le gustan las tortitas"

"Se te estaban quemando, además, eso no responde a mi pregunta. ¿Que haces aquí?"

"Primero, no se me estaban quemando. Segundo, es que en casa no tengo los ingredientes adecuados para cocinar nada decente. Tercero, al final si se queman será por tu culpa" Respondió desde el suelo colocando sus brazos tras su cabeza usándolos como almohada.

"¿Y eso te da derecho a venir a mi apartamento para hacerte el desayuno y robar mi delantal?" La última parte la dijo con un poco de burla. Era divertido ver al otro con un delantal morado de florecitas, aunque de todas formas imaginaba que a él también le quedaba ridículo.

"¿Sí?"

"Respuesta incorrecta" Con agilidad Chuuya se levantó de encima de el otro antes de volver a hablar "Ahora haz algo bien y termina de prepárame el desayuno que me ha entrado hambre"

Otro día más, ¿Oh no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora