Capítulo 2

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By raitala

"Feliz cumpleaños", susurra Wei Ying al oído de Lan Zhan.

Lan Zhan está sentado, con las piernas cruzadas, frente a la ventana haciendo su meditación matutina. Wei Ying acaba de llegar del trabajo. Ha sido un sábado por la noche muy ajetreado y le duelen los pies y le pitan los oídos por la música.

El apartamento de Lan Zhan, en cambio, es tranquilo y silencioso, con la capa extra de calma que de alguna manera emana de la postura sentada de Lan Zhan con la espalda recta. Frente a ellos, los árboles del jardín botánico siguen siendo siluetas contra el cielo oscuro del invierno.

"Tengo una sorpresa", susurra Wei Ying. No hay necesidad de susurrar, pero de alguna manera prefiere no interrumpir la tranquilidad.

Lan Zhan inclina la cabeza.

"Es una sorpresa para antes del desayuno", dice Wei Ying.

Lan Zhan levanta una ceja.

"No, no así. Quiero decir uno de verdad. Termina tu meditación y te lo enseñaré. Voy a ducharme muy rápido, para no oler a trago derramado".

Wei Ying se ducha y cuando está vestido Lan Zhan está sentado, tomando té en la cocina.

"Puedes elegir en qué coche", anuncia Wei Ying. "Porque es lo suficientemente temprano como para que puedas elegir el Audi y conducir a una velocidad estúpida por la autopista. Pero, si quisieras, ya sabes", Wei Ying mueve las cejas, "hay cinco grados bajo cero ahí fuera, así que habrá cero acción sobre el capó".

Lan Zhan piensa y luego elige el sedán. Porque es un caballero. O algo así.

"Ok, vamos, Lan Zhan", y Wei Ying saca a Lan Zhan del apartamento y lo lleva al aparcamiento del sótano.

"Ahora tienes que cerrar los ojos", le indica Wei Ying, cuando están sentados en el coche.

Lan Zhan lo hace obedientemente y Wei Ying programa una ruta en el mapa satelital.

Al principio Lan Zhan parece un poco desconcertado, siguiendo las indicaciones de un destino desconocido. Pero una vez que Wei Ying le asegura que se dirigen a la autopista y el navegador por satélite anuncia cuántas salidas habrá, Lan Zhan se tranquiliza.

La ciudad sigue a oscuras, pero la oscuridad tiene un filo cansado y sangrante que sugiere la proximidad del amanecer. Las luces de la autopista pintan rayas blancas en el perfecto perfil de Lan Zhan y en su pálido abrigo de invierno color camel. Wei Ying se acurruca en su propio abrigo de plumas. Puede que el abrigo le haga parecer una oruga negra gigante, pero es súper cálido. Lan Zhan sigue tratando todo lo que no es sastrería clásica como si fuera una idiosincrasia salvaje propia de Wei Ying.

El sedán no tiene la absurda potencia del Audi R8, pero no se queda atrás, y ronronea por la autopista, entre camiones de carga, taxis de aeropuerto y personas cansados. Lan Zhan se pone notablemente más tenso cuando salen de la autopista y conduce por una parte de la ciudad que no conoce, hacia un destino desconocido. Wei Ying le apoya una mano en la rodilla y le promete que no les queda tanto.

Atraviesan una zona industrial ligera. Pequeñas fábricas, almacenes y 'parques empresariales' que, en realidad, no son más que almacenes para oficinistas. Cuando la carretera rodea el último de los edificios de oficinas revestidos de acero, se adentra en un bosque de matorrales y comienza a subir de forma pronunciada. La carretera da un par de vueltas y el bosque da paso a arbustos y hierbas.

"Ya casi llegamos", dice Wei Ying. "Justo aquí a la izquierda". Un viejo camino asfaltado, que apenas es más que una pista de tierra, los lleva por la ladera de la colina.

Arnés de suspensión y el SedánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora