18.- PERFECCIÓN

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La risa de los niños era el sonido que más sobresalía, ni siquiera el sonoro motor de los automóviles que circulaban cerca del parque podía ahogar los felices y divertidos gritos. Los ojos de Brittany trataban de estar fijos en Samantha y Claire, quienes corrían con otro par de niños que acababan de conocer – todos vestidos en gruesos abrigos, ya que el frío invernal se comenzaba a sentir. Sin embargo, su mente frecuentemente se distraía, aunque siempre era así cuando pensaba en cierta latina.

Una extraña sensación se había apoderado de su cuerpo durante las últimas semanas, era una sensación que no le dejaba descansar en las noches y la distraía durante el día – en el trabajo, en el súper mercado, en donde fuere. Sabía a qué se debía, pero no quería pensar demasiado en eso o hacerse falsas esperanzas. Después de todo, Brittany le había dado su palabra a Ana López y tenía la obligación de atenerse a su promesa, aún cuando fuera difícil, aún cuando su mente y cuerpo reaccionaran ante recuerdos muy vívidos de encuentros íntimos pasados.

Además, después de esa llamada telefónica en la noche del día de Acción Gracias, Santana no la había vuelto a buscar. Y al parecer, trataba de evitarla a toda costa. Sus conversaciones se habían vuelto forzadas y carentes de contracto visual. La rubia trataba de no pensar demasiado, es decir, ambas eran mujeres casadas, comprometidas legalmente con sus respectivas parejas, les debían fidelidad y la interacción que la morena y ella poseían parecía desembocar en algo más. En algo que quizás seria una experiencia intensa y perfecta, en algo que ambas añoraban...

'¡No, no, no! ¡Detente!' Se reprendió a sí misma la mujer. Debía dejar de tener esa clase de pensamientos, eso simplemente le haría desear aún más algo que nunca podría tener. Santana parecía decidida a evitar cualquier momento de soledad con Brittany, cualquier tipo de contacto físico y eso decepcionaba a la bailarina tremendamente, porque su cuerpo tenía la necesidad de estar cerca, se sentía tan atraído que a veces era difícil estar relativamente cerca.

Ese rechazo podía ser una señal – Brittany estaba segura de ello. Casi podía asegurar que Santana también sentía esa atracción. Pudo verlo en sus oscuros ojos el día en el que casi se besan. Sus ojos cafés estaban sombríos a causa del deseo y la llamada decía que aún sentía algo más que puro deseo carnal. La manera en cómo le habló ese día decía más de lo que le comunicó, pero claro, su consciencia era mucho más razonable que la de la bailarina y tenía mejor control sobre su propio cuerpo.

Y claro, estaba Emily...

A diferencia de Brittany, Santana parecía poseer el matrimonio perfecto porque estaba casada con la mujer perfecta. Emily parecía ser la esposa que cualquiera querría poseer: era atractiva, no se le quemaba la comida y sabía cocinar algo más que macarrones con queso. Ya era parte de la élite social de Lima, era invitada a eventos de caridad o fiestas en el club del pueblo, lo cual era sorprendente porque Lima estaba lleno de matrimonios conservadores y republicanos, ni siquiera la familia Fabray o López habían sido tan influyentes como la joven pareja Fields-López.

La rubia suspiró con frustración al mismo tiempo que se cubría los ojos con ambas manos, el frío había enrojecido su nariz y barbilla. Sentía que perdía la cordura cada vez que pensaba en Santana y su esposa, pero era irremediable pensar en absolutamente todo, era doloroso imaginarlas desayunar por las mañanas o en lo que podrían hacer por las noches. Brittany conocía a la perfección el apetito sexual de la modelo, pero no quería saber cómo saciaba esa necesidad, aunque era inevitable no reflexionar acerca de eso. Era natural ¿no? El sexo era indispensable, era parte de la relación... no como la relación de la rubia, en donde la intimidad había dejado de existir desde hace un par de meses. Eso no quería decir que sus deseos también se hubieran extinguido. Oh no, de ninguna manera, de hecho habían aumentado considerablemente, sólo que Artie no era la razón de sus ansias y... fantasías.

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