Mercuria

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Era por todos conocido que la galaxia era un lugar muy extenso. Tanto así, que encontrar fragmentos de la Tierra se convertía en la empresa más complicada y peligrosa, y por lo tanto la más generosa en cuando a satisfacción personal y económica se trataba. Según los últimos cálculos del Departamento de Sumas y Restas, en cualquier momento dado había más de cero y menos de infinito número de seres buscando pedazos de ese planeta desaparecido en una explosión debida al virus de la estupidez.

Por las largas esperas en la Estación de Salto, Plutonia supo que el evento que la llevaba a las orillas de la galaxia era el más importante de la última década. Llevaba diez segundos sin avanzar, algo insólito para las lanzaderas. Avanzó un paso y esperó otros siete segundos. Avanzó ligeramente, intentando no pisar al ser que estaba frente a ella; no quería iniciar pleitos con nadie que tuviera caparazón en la espalda. Le recordaban al sonido que hacían las almejas al momento de ser abiertas con pinzas, y no quería verse obligada a tener que solventar el conflicto y quebrar esa coraza. El solo pensar en el sonido, como un gran «crunch», le erizaba la piel. Otro paso más. Nix-O asomó el morro por la pequeña abertura del morral de Plutonia.

—Parece que se nos irá la vida esperando salir de este lugar. ¿Aún no recibes nuevos mensajes u órdenes? —La fila avanzó un metro más y aún no había obtenido respuesta. Rascó con suavidad el brazo de Plutonia por sobre la tela del morral—. No has sido muy tú últimamente.

Plutonia agitó su cabeza y sonrió.

—Perdón, Nix-O. La última misión fue muy extraña y no he podido dejar de pensar en ella. ¿Por qué un enano estaría buscando partes de la Tierra? Que yo sepa, nunca había sucedido. Simplemente son agentes de destrucción. Por su tamaño no puede caber ni un solo sentimiento en sus cuerpos más que el odio. Aunque tampoco es como si supiera mucho sobre ellos. Pero alguien lo estaba ayudando, recuerda que el artefacto cambió de varias manos hasta que llegó a él.

—Me encantaría tener esas respuestas, aunque creo que deberíamos seguir con las misiones sin preguntarnos cosas como esas. Mientras no nos tengamos que enfrentar contra más enanos, estaré feliz. Por cierto, ¿te explicaron qué era el pulverizador?

Plutonia sonrió. De nuevo, la cara de su sujeto apareció como la luz matinal después de una noche de pesadilla.

—Es una pistola de agua, solamente sirve para lanzar pequeñas nubes de gotas, como si fuera vapor. Según entendí, sirve para cuidar a las flores, como si les estuvieras haciendo caricias. —Pasó la mano por la cabeza de Nix-O, teniendo especial cuidado en acariciar el pelaje en sentido del crecimiento capilar. El hocico del perro se torció en una sonrisa.

Llegaron al portal. Plutonia arrojó dos boletos entre los pilares que sostenían la estructura espacio-temporal y comenzó a cambiar la materia que había en el centro, como si de una imagen acuosa se tratara, hasta que pudieron ver el lugar de destino. Se acercó hasta estar a un paso de distancia y dio un salto. La sensación de cada salto era siempre la misma, como si estuvieras flotando en un ambiente sin gravedad y de pronto la fuerza gravitatoria se activara en 360 grados alrededor del cuerpo y fueras atraído hacia todas partes. Y la explicación era sencilla: como la galaxia era tan grande y había trillones de caminos para llegar al mismo lugar, era imposible tener un mapa con cada una de las rutas, así que la solución era transportar a los seres que querían viajar al centro relativo de todo y de ahí marcar la ruta de llegada. Y los portales justamente llevaban primero a ese lugar para después constreñir el espacio-tiempo de la manera más eficiente y dejar que el viajero simplemente cayera después del salto.

Nix-O comenzó a revolverse dentro del morral y Plutonia le permitió sacar el morro una vez que identificó en su comunicador el lugar donde estaban:

- Planeta: No es la Tierra

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⏰ Última actualización: Apr 04, 2022 ⏰

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