Capítulo 3: la habitación oscura

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Solo me puse a mirar el techo, lágrimas bajaban por mis mejillas, estas lucían tan pálidas, apretaba mis dientes para no gritar de miedo, me rehusaba a mirar el horrible panorama que me rodeaba en aquella habitación tan oscura.

Estaba rodeada de cuerpos humanos colgados del techo con ganchos de carnicería clavados en sus gargantas, la mayoría tenía mordidas en algunas partes de su cuerpo.
Sólo había un cuerpo que no se veía herido, un niño rubio pequeño, estaba igual que yo, atado de pies y manos a una silla, pensé que estaba muerto hasta que abrió sus azules ojos, luego comenzó a llorar, lo raro es que a pesar de ser tan pequeño su llanto no duró demasiado.

Pues me miró y dijo.- Tenemos que escapar.

-¿Como? Dije llorando.

-Intenta quitarte los zapatos, hará más fácil zafarse de la cuerda.

Justo así lo hice y la cuerda cayó de mis pies muy fácilmente.

-¿Y ahora qué?

-Escuche, cuando haga lo que le diga tendremos que buscar la salida lo más rápido posible, es que haremos un ruido fuerte y el hombre de cabello blanco nos escuchará, ahora párate y déjate caer con mucha fuerza en el piso, cuando la silla se rompa me desatará con rapidez y correremos. Sólo tenemos una oportunidad.

Me pare con dificultad, y con todas mis fuerzas me lancé de espaldas al piso y la silla se rompió aflojando las cuerdas, la caída fue dolorosa y muy ruidosa.

-¡Rápido desatame!

Me apresure con manos sudorosas a desatar al niño, mis manos estaban demasiado sudadas y los intentos por soltarlo eran torpes.

-Porfavor relájese, respire para que no se desespere.

Respire hasta calmarme un poco, luego logré soltar al pequeño, lo tomé de la mano y corrí hacia la puerta.
Cuando salí, se encontraba un pasillo que iba hacia ambos lados, desde la derecha se escuchaban pasos apresurados, por lo que corrí hacia la izquierda con el niño cargado en brazos. Entonces se escucharon ruidos fuertes detrás de nosotros, por lo que entramos por un pasillo y luego cerramos la puerta de metal que esté tenía, el hombre de cabello blanco no nos había visto entrar por lo que caminamos calmados por los negros caminos manchados de sangre, tal vez inocente, tal vez no.

-¿Cómo te llamas? Le pregunté al niño para saber porque estaba en un lugar tan infernal.

-Me llamo Thiago y tú, ¿Cómo te llamas?

-Soy Anne, y ¿cómo llegaste a este lugar?

-Mi hermana Bell y yo fuimos robados por el hombre de cabello blanco, estábamos cerca de casa, pero no pudimos escapar, llevo aquí el mismo tiempo que tú.

-Tu hermana ¿Sabes dónde está?

-No, cuando desperté solo te vi a ti. No pienso irme de aquí sin buscarla.

-Yo.. también busco a alguien, espero que estén bien.

Unos segundos más tarde llegamos a una habitación sin puerta, mire con cuidado a través de ella, ya que se oían algunos ruidos. Allí vi esa horrible imagen, el hombre de cabello blanco comía, comía trozos de personas, tuve que poner mi mano en mis labios para no gritar, tome a Thiago de mi mano y hui de ese pasillo tan rápido y silencioso como pude.

-¿Qué ocurre Anne?. Preguntó Thiago que no había alcanzado a ver.

Lo mire con los ojos muy abiertos.- Él devora humanos, por eso estamos aquí, si no nos vamos nos va a despedazar.

-¡tenemos que encontrarlos!

Lo tomé de la mano y seguimos buscando... Al poco tiempo nos encontramos frente a una puerta oxidada, pero tenía agujeros, al mirar por ellos casi me desmayo de la alegría, estaban Nat y una niña atados a una silla.

-Mira ¿Esa es tu hermana?

-Si, ¡es ella!

Dijo Thiago con lágrimas en los ojos, así que abrí la puerta con esfuerzo, estaba demasiado oxidada como si no la hubieran abierto en mucho tiempo.Luego Nat me vio con gran felicidad y Thiago se apresuró a desatar a su hermana. Bese a Nat, luego Thiago dijo -La puerta hizo demasiado ruido, lo más probable es que ya se esté acercando, tenemos que correr.

Luego nos salimos de la habitación, los pasillos eran oscuros con tintes rojos a ras de suelo. Llenos de puertas y habitaciones. El desconcierto, la desesperanza, el horror, olor a sangre y angustia eterna.

De repente el hombre de cabello blanco, salió de la pared comiendo los trozos de concreto, se lastimó tanto la boca que la sangre llenó su cara.

-Porque huyen, no me dejen por favor, quédense conmigo. No me hagan castigarlos, el que huye de mi lado no dura mucho.

Me vi obligada a gritarle
-¡Dejanos en paz!¡Que quieres de nosotros!¡No permitiré que devores a nadie¡

Al escucharme se acerco y sus ojos cambiaron de color azul a un profundo color negro. Nat intentó golpear al hombre del cabello blanco pero este le tomó el brazo, me volvió a mirar a los ojos con su oscura mirada.

-Te llevaré a una mejor vida.

Al pronunciar estás palabras perdí la consciencia, lo último que escuche fue el brazo de Nat quebrándose...

¿Un nuevo comienzo?


El cerdo del viejo cementerioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora