Primera Cita | Día uno.

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Primera
cita.

Primeracita

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1990.

Kirishima por primera vez se permitía alardear con gusto su look, elegido por su cuidadoso novio, junto al nuevo peinado y color de cabello que le insistió a Bakugo para que le ayudara a teñirse.

Consistía en una chaqueta de cuerina negra con adornos de metal incrustados. Debajo una camisa negra, seguido de un pantalón negro de mezclilla con agujeros por todas partes, hechos por él mismo con unas tijeras. Terminando con su espectacular facha, unas botas negras y el cabello pelirrojo en punta, son la cereza del pastel para
un look prominente y extravagante ante aquélla velada inolvidable junto a su querido blasty novio.

Pero sus grandes ojos descansaban sin vergüenza en aquél cuerpo mucho mejor vestido, confirmando por él mismo.

Vestido con un abrigo formal negro, llegandole hasta el final de los muslos. Camisa llana del mismo color, junto a un cinturón negro con adornos metálicos. Y jugando con la paleta de colores, integrado se encuentra un intenso rojo para los pantalones, tan intenso como aquéllos ojos carmesí que no se le quitaban de encima. Terminando con unas simples botas con un poco de plataforma en ellas.

En conclusión, llevaban unas pintas espectaculares.

Y ambos lo sabían.

—¡Te ves muy varonil, Bakugo! —la sonrisa de Eijiro es un chispazo perleado que parecía embobar a Bakugo por unos instantes.

—Si, bien...tú no tes ves tan de la mierda.

La risa euforica de Kirishima a un sin sentido es como música para los oído de Bakugo, tanto que lo hacen esbozar una mínima sonrisa, solo para ese pelirrojo dueño de su corazón que hacía sacar lo mejor de él. —y a veces lo peor —ganándose su querer.

—¡Gracias! Pero es gracias a ti.

Bakugo daba por hecha la conversación, buscando con la mirada la mano contraria, tomándola con la suya hasta entrelazar sus dedos que contrastaban con su color de piel, empezando a caminar.

Y entonces las miradas no se hicieron esperar.

Ambos caminaban orgullosos y satisfechos, con una expresión seria y un tanto colorada por parte del rubio, seguido por Kirishima que no paraba de sonreír por la acción tan tierna del otro al buscar su mano.

Ahí van esos mugrosos, jodidos drogadictos que son...

No mires, cariño...

Maricas...

¡Guacala!

Pero qué falta de respeto...

Entre crestas, gritos y besos͏͏【krbk】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora