II

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A la mañana siguiente amanecí con un dolor de espalda increíble.

Estaba en la biblioteca con Nathan encima ya que se quedó dormido conmigo.

No quise despertarlo ya que eran las seis de la mañana — hora en la que siempre nos despertaban en el internado — así que me escabullí como pude y le puse la manta bien.

Baje a la cocina y me hice un desayuno sencillo. Un cuenco de cereales con leche y me senté en la encimera.

Al cabo de un rato mi padre entró en pijama con cara medio dormido con las gafas mal puestas y el pelo despeinado. No se dio cuenta de que estaba y se fue directamente a la nevera.

Sacó zumo de naranja y fue a coger un vaso luego se giro y se dio cuenta de mi presencia.

—Oh, hola cielo buenas días, no sabía que estabas despierta.

—Buenos días papá — dije yo mientras me bajaba de la encimera y me acercaba a él — En el internado nos despertaban a las seis, supongo que ya es costumbre — le di un beso en la mejilla y deje el cuenca de cereales — ya acabado — en el friegaplatos.

—Cielo — Dijo mi padre captando mi atención — ¿Quieres que vallamos a comprar el vestido para mañana? Se que como no vallas conmigo iras con tu madre. Y se perfectamente que no la soportas.

—Primero es ella la que no me soporta y segundo iré encantada.

Mi padre me ofreció una gran sonrisa y antes de irse me dijo que dentro de una hora cuando ya estuviese lista fuera a su despacho y nos iríamos.

Subí a mi cuarto para cambiarme y me puse lo primero q pille. Una camisa de tirantes, unos pantalones cortos, la sudadera de Colin y mis converse favoritas que me las había regalado cuando era pequeña él chico de mis sueños, y que nunca más lo volví a ver.

Era el mejor amigo de Matthew y la verdad que mi niña de diez años cayó en sus encantos, ya con catorce no lo volví a ver después de una pelea que tuve con él.

Las zapatillas me quedaban por que me las compro con cinco tallas más grandes que la mia en esa época, pero ahora me cabían a la perfección, tenía un pie muy pequeño y ya hacia dos años que no me crecía más.

Baje al despacho de mi padre y llame, el me dijo que pasase, al entrar estaba revisando unos documentos.

—¿Nos vamos? — pregunté.

—Espera a que acabe lo que estoy haciendo y vamos.

Asentí y me senté en uno de los sillones que tenía mi padre. Me saqué los cascos de música y puse la canción Horns, debo admitir que me encanto.

Aunque creo que se ha notado.

De repente me llegó un mensaje, y era de alguien a quien no tenía agregado.

Número desconocido:

Creo que me debes algo.

Emm, tengo dos preguntas primero quien era y segundo como tenía mi número de teléfono.

Ivy:

¿Se puede saber quién eres?

Le di a enviar y dos minutos después me llegó otro mensaje.

Número desconocido:

¿No me digas que ya me has superado? Pringada

No. Me. Jodas.

¡¿Como cojones tenía mi número de teléfono?! ¿Y para que lo quería?

Ivy:

¿Quien te ha dado mi número?

Desde Que Te ConocíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora