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F I N A L

F I N A L

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Su rostro portaba una pequeña sonrisa difícil de disimular, estaba emocionado por ver a Lisa y mantener al menos una corta conversación con ella.

Su mañana había comenzado normal, despertó a su hora acostumbrada, se vistió y desayunó, aún cuando su estómago se negaba a recibir algo. Estaba demasiado contento.

Planeó desde el día anterior como la saludaría y la invitaría a salir o al menos conseguir su número para hacerlo, en el caso tal.

Le pidió a YuGyeom que lo cubriera ya que también pretendía acompañarla a su estación como todo un caballero.

JungKook miró la hora en su reloj y exhaló nervioso dejando salir un leve hilo de humo. A penas terminaba el invierno pero eso no impedía que el frío calara a través de su abrigo y se encogiera en si mismo tratando de mantenerse en calor, pero también podían ser los nervios que causara que sintiera más frío de lo usual. El tren llegó y su corazón latió desbocado al imaginar lo que al fin se atrevería a hacer.

Esperó verla sentada en una esquina pero no, hoy se encontraba de pie cerca a la puerta de desembarque y se acercó agarrándose del mismo tubo. Ella no se había dado cuenta de su presencia y eso le hizo apreciarla de cerca por varios segundos más.

Su cabello no estaba del usual negro sino pintado de un lindo castaño claro que la hacía ver más hermosa, estaba suelto adornado con su usual fleco y anheló acariciarlo para apreciar su aparente suavidad, sus labios estaban pintados de un rosa natural que le daban una apariencia más tranquila. Estaba con ropa casual y no llevaba esos aparentes tacones incómodos, al parecer no iría a trabajar hoy.

Una duda que jamás se formó en su mente lo hizo fruncir el ceño.

¿Y si va a ver a su pareja? ¿La tendría?

Y como si fuera poco sintió sus manos sudar y empezó a dudar, arrepintiéndose de no ser valiente y confiado y hablarle. Ella alzó su mirada y sus ojos se encontraron.

JungKook no lo sabía pero su corazón y el de la mujer latían al compás que tranquilamente podría matar a cualquiera de ellos.

Lamió sus labios resecos y respiró con disimulo antes de carraspear.

— Hola — murmuró y ella asintió, se sintió tonto de repente pero ya había llegado hasta ahí y todo lo que había planeado la noche anterior se esfumó. — ¿Cómo está?

— B-bien —. Ella asintió y desvió su mirada. — ¿Y usted?

— Y-yo si, bien —. Se quiso golpear la frente al escucharse tan estúpido, debía de gesticular una oración completa sin parecer tonto. — Lo siento, debes de pensar que soy un idiota ahora mismo.

Jueves ; LisKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora