Capítulo 11

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Cayena

—Oh... eres tú.

Mi voz se desvanece cuando me encuentro en el cruce de los pasillos con aquel licántropo.

—Gracias por haber cuidado de mis cachorros aquella vez —musité siendo amable, extendiendo el brazo para darle un apretón de manos.

Pero de su parte solo recibí una simple ojeada, por lo que oprimo los labios y retiro el gesto a tiempo para no quedar como una ridícula ante su desprecio.No sé cómo actuar, pero si sé cómo salvar mi pellejo de una situación como esta.

—Buenos días —saludé, agachado la cabeza lista para marcharme.

No obstante, esto ya es costumbre, las feromonas de nuestro Alfa generan pesadez en el cuerpo al momento de hacerse presente detrás de mí. A lo que me enderezo, pero la tensión en mis músculos es notable.

—Es un placer oírlos charlar —cometó siendo irónico, por lo que rodeé los ojos divertida—. ¿Has tenido el gusto de conocer a mi cachorra? —bramó con orgullo, posando las manos en mis hombros.—Muy audaz, pero no deja de ser competente —respondió, por lo que elevé una de las cejas—. Se convierte en una mujer interesante cuando se la tiene en la mira —liberó siendo jovial.

A cambio, abrí los ojos con sorpresa. Me esperaba de todo menos una respuesta de ese estilo. A su vez, oprimo los labios al sentir cómo mi alfa se aferra con cuidado a mis hombros ejerciendo un poco de fuerza en ellos.

—¡Es esa la respuesta que buscaba! —manifestó, detrás de mi, deslizando las manos por mis brazos hasta la punta de mis dedos—. Mis cachorros no dejan de impresionarme.

Sonreí divertida.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora? —pregunté desbordando curiosidad.

Ambos me vieron como una niña pequeña, pero siendo sincera no me interesan esas miradas porqué sé que tengo mucho que aprender de licántropos como ellos. Papá fue mi primer mentor, por lo que ahora es momento de seguir avanzando para ser alguien admirable.

"Anhelo que te sientas orgulloso de mí."

—Luna anunciará nuestra partida —anunció—. Las instrucciones serán dadas al anochecer —comunicó siendo inexpresivo, desvelando su verdadera naturaleza—. Descansa, Corvus.

"Así que Corvus es tu nombre."

El recién nombrado solo asintió antes de marcharse, dejándome a solas con mi Alfa, ni siquiera se tomó la molestia de dirigirme la mirada porque mi presencia no es importante para hombres lobo de su era.A continuación, mi alfa me mira sobre su hombro en silencio, siendo reservado al contemplarme, y yo no me atrevo a despegar nuestras miradas.

—¿Qué sigue ahora?—reiteré siendo ansiosa, arrancandole una sonrisa.

—Me gustaría charlarlo a solas, por favor —insistió, dirigiendo su mano hacia la entrada de sus aposentos.

Él dio la orden para que abran las puertas.

—Alfa —hablé, porque no puedo evitar sentirme emocionada.

En cambio, levantó la mano a fin de detener mi parloteo desesperado.

—Con calma, cachorra mía —musitó divertido, sentándose seguido de señalar el sofá que está libr—. Cayena.

Mi nombre al provenir de él, por alguna razón, me puso los vellos de punta. Y es inevitable sentir una descarga ascender por mi columna porque sus feromonas inundaron la habitación. No es sorpresa, pero es curioso cómo puede hacerme sentir con su simple presencia.

—¿Si?

—No será fácil para ti, cachorra mía —susurró, por lo bajo, dejándome sin aliento por el asombro.

"¿Qué no será fácil?"

—Estás aprendiendo a caminar en este mundo, por eso te elegí como mi subordinada —balbuceó, haciendo una pausa, bajando la cabeza—. De ahora en adelante, escúchame —ordenó con potencia, poniéndose de pie. Siendo imponente al hacerlo—. La Luna va a guiarte junto a mi y a tus demás hermanos a una guerra... en donde puede que pierdas la vida —afirmó siendo severo, a lo que mordí mi labio inferior desvelando nerviosismo.

—Lo sé —murmuré, sabiendo que aún no terminó—. Sé que mi vida y la de mis hermanos está en juego. Lo sé más que nadie —inhalé con fuerza, porque no es fácil continuar—. Pero si nos detenemos ahora, ¿cuántos licantopos tienen que seguir perdiendo la vida antes de que esto termine? —pregunté alterada.

Mi pasado sigue quedándome el alma y no puedo evitar recordarlo cada vez que se habla de la guerra. Mi alma gemela, mi amada mitad, se fue hace mucho tiempo y todavía sigue doliendo.Y Amarilis, mi hermana mayor, la voy a tener en mi mente hasta el día de mi muerte, al igual que a mi padre y madre.

La guerra no es justa para nadie, pero tampoco voy a quedarme de brazos cruzados sin hacer nada y menos cuando recuerdo la visión que tuve cuando agarre las prendas de papá para ver quién lo había asesinado.

"Ojalá hubiera otra salida."

—Por aquellas almas que no pude proteger a tiempo, me encantaría cambiar mi destino y darlo todo por la familia que aún está aquí... —balbuceé, con la mirada clavada en el suelo, encogiéndome porque es lo único que puedo hacer—. Deseo poder terminar con esto y vengar a mi padre, pero no tengo la fuerza suficiente. Yo no soy fuerte —confesé, jugando con los dedos.

"¿Qué estoy diciendo?"

Me quejo en pensamientos, percatándome de las tonterías que le dije a Fenrir. Es decir, él es un rey y no creo que tenga simples dudas como esas.

—Lo siento —declaré, poniéndome de pie.

Me siento arrepentida, por lo que hago una reverencia. Sin embargo, cuando me enderezo, noto en su oscura mirada un brillo excepcional, quizás, esperanzador.Él se quedó mudo y no entiendo porque es esa su reacción, ya que alguien como nuestro alfa no debería poseer preocupaciones de ese estilo. Su deber es gobernar, incluso más que eso, por lo que me siento una ingenua al tratarlo de terapeuta.

—Eres sabia, cachorra —halagó.

Mis ojos brillaron, no por estar siendo admirada por él, sino por la sorpresa de aquel susurro.

"Gracias."

La comisura de mis labios se curva por la tristeza, quizás, porque siento que Fenrir pueda comprender el dolor que está incrustado en mi corazón. Y su mano acariciando mi mejilla me produce consuelo, supongo, el que nunca tuve.

—Con calma —musitó con dulzura, arropando mis mejillas con delicadeza cuando mis lágrimas brotaron—. Aún eres muy joven para vivir con amargura —susurró, por lo bajo, subiendo mi mentón seguido de sonreírme—. Tú alma es similar a la mía, cachorra —aclaró.

Alfa & Beta: pasión desbordada © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora