Capítulo 16

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Cayena

"Emperatriz de la Dinastía Evangelou."

Un pensamiento del pasado me produce escalofríos, por lo que abro los ojos con calma encontrándome con el amanecer. Respiro con paciencia. Mis manos entrelazadas sobre el estómago se aferran con fuerza, quizás, por el sueño que me hizo recordar el pasado.

La noche se hace eterna cuando tengo a Draco presente en sueños y la cálidez de sentirme acompañada me genera tranquilidad. El recuerdo de sus brazos rodeando mi cintura me permite dormir con más comodidad, incluso me atrevería a decir que su calor corporal sigue intacto en mi memoria.

—Una noche larga —murmuré, por lo bajo, acomodándome para poder sentarme a un lado del árbol—. Buenos días, mi amor —susurré enternecida, observando el cielo despejado.

A veces, le entregamos todo a una persona sin saber qué nos depara el futuro. Luego, aquel amor genuino, se convierte en dolor con el paso del tiempo por la ausencia que en un principio no se consideraba. ¿Qué duele más? ¿La pérdida o la ausencia?

Me pongo de pie, observando el cielo despejado de la mañana y sonrío porque puedo considerarme afortunada al vivir un día más.

—Tienes un sueño pesado, Beta.

Me volteo, topándome con una cabellera dorada, por lo que hago un ligero movimiento de cabeza para saludar.

—¿Novedades? —pregunté con calma, aferrándome a mi abrigo que yacía tirado en el césped.

—No, pero me enviaron para darte el desayuno. Ahora resulta que soy una niñera de novatos —escupió con ironía, lanzando un morral de cuero a mis pies—. Debo considerarlo un correctivo —declaró desganado, haciendo que arqueé una de las cejas.

—¿Acaso es tan malo ser mi niñera? —murmuré con calma, sonriendo divertida—. No pienso darle trabajo —confesé siendo amigable, acuclillándome para agarrar el morral.

Sin embargo, levanto la mirada para encontrarme con su ceño ligeramente fruncido.

—¿Qué vio Fenrir en ti? —preguntó curioso, en voz alta, dando a entender que sin querer sus pensamientos salieron a flote—. No eres como nosotros.

—Supongo que lo sabremos con el tiempo —murmuré.

—Sí es que duras lo suficiente para responder a eso.

Mis ojos observan la espalda de Hydra al marcharse y sonrío gracias a su prepotente personalidad. Quiero decir, sus palabras cargadas de veneno son divertidas. Lejos de verlo como un enemigo, siento que es un bufón que trata de arrancarme una carcajada cada vez que abre la boca.

«Yo solo veo a lobos sedientos de sangre»

Las palabras de Mizar hacen que oprima los labios.

Y, la repuesta está a la vista, puedo confirmar su afirmación porque cuando los veo a la lejanía encuentro hostilidad en las feromonas que liberan.

"Lo sé."

Me siento en el tronco, cerrando los ojos para disfrutar los rayos de sol de la mañana. Mi cuerpo lo agradece, porque la cálidez de un nuevo día rejuvenece el alma.

Alfa & Beta: pasión desbordada © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora