18

1K 119 35
                                    

La conversación con Mirabel le hizo meditar mucho en cierto sentido, ella no le había dicho quien fue el bestia que le hizo eso, pero por lo menos la notaba considerablemente más calmada desde que ella se había desahogado, y su comportamiento no había cambiado casi, a lo mucho notaba como ella miraba más atentamente a su alrededor como si algo malo fuera a ocurrir en cualquier momento. 

Pero debía mirar el punto bueno, Mirabel no se quejaba ni decía nada si él estaba demasiado cerca. Pero ahora si que estaba dispuesto a ir a por todas con su conquista, y mucho más si Mirabel creía haber encontrado a su alfa, porque no tenía claro si todo se trataba que ella había confundido las cosas como una vez le ocurrió a Mariano, o si de verdad tenía dos parejas destinadas.

De nuevo intentó ir a preguntarle a ver que podía decirle Mariano, pero desde fuera de la casa le mandó directamente a la mierda por decirlo finamente, por lo visto de la última vez que Camilo fue a pedirle esos tres consejos que apenas fueron unas pocas palabras rápidas y malhabladas, se había conseguido meter en problemas de nuevo. Camilo no entendió muy bien la explicación que le dio tras la puerta o podía decir que más bien no le interesaba en absoluto pero cuando le dijo :"No tengo la culpa de que seas gafe." Esas palabras terminaron de colmar la paciencia de Mariano y le gritó unos cuantos improperios a través de la puerta.

Seguido de ese chasco fue hacia el siguiente alfa de su lista, haber que podía sacar del asunto, pero su padre estaba demasiado centrado en evitar que su madre destruye todo encanto con un huracán por el mal día que llevaba. 

Después intentó con Isabela pero nada más verla cambió de opinión y se dio la vuelta casi sin pensar, sabía que con ella cualquier cosa terminaría en discusión y eso era algo que quería evitar a toda costa. Al pasar a Luisa fue completamente desesperante, era demasiado tímida para hablar de todo eso, además que ella tampoco estaba interesada en nada de ese tema de parejas destinadas y demás, ella se centraba más en todas sus tareas. 

Y por último le tocó recurrir al último alfa que tenía en mente, su tío Agustín, el cual no para de mirarle como si fuera el anticristo solo por el hecho de que su pareja destinada era Mirabel. 

A paso lento se dirigió a casita donde sabía que su tío estaría limpiando la cocina como cada mañana justo antes de ir a acompañar a su esposa al centro de la plaza donde curaría a todos los enfermos. 

Traga saliva según abre la puerta de casita, puede escuchar como su tío está tarareando desde lejos una melodía simple. Anda silenciosamente hasta colocarse en la entrada de la cocina, su tío está terminando de lavar los platos del desayuno. Carraspea levemente para hacerse notar haciendo que su tío se voltee para ver quien es la persona que está allí. Puede observar como su tío nada más verle tiene un gran escalofrío. 

- Hola Camilo - murmura incomodo

- Tío Agustín - saluda con un asentimiento de cabeza

- ¿Qué te trae por aquí mijo? ¿Necesitas algo? - se da la vuelta para volver a lavar los cacharros.

- Bueno... algo como tal no pero... me gustaría hablar contigo un poco si no es mucha molestia. 

Agustín suspira ruidosamente.

- Cuéntame Camilo - murmura cansado

Es evidente que su tío no le quiere allí, es el que menos contento está con que él sea la pareja de Mirabel, pero eso es algo que ni el mismo podría evitar, vuelve a carraspear soltando una pequeña tos, su garganta se había secado de golpe. 

- ¿Existe la posibilidad de que un omega o... un alfa tengan dos parejas destinadas?

Agustín alza la ceja confuso.

El precio del deseo del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora