A la mañana siguiente, mi padre me despertó y me mandó hacer unas tareas de la casa, como siempre. No dejaba de pensar en el vecino de en frente, es decir, mi mente no pensaba en nada más. Demasiados sentimientos raros y únicos recorrian mi cabeza y en mi corazón.
-¡Bea!¿En qué estas pensando que no hablas, ni reaccionas cuando te hablo, ni haces las cosas bien?- me preguntó mi padre con un grito suave pero firme.
-...
-¿¡Y ahora tampoco contestas!?
-...Lo siento, estoy un poco perdida...-intenté explicar.
-Bueno, pues por muy perdida que estes, hazme caso.Me resultaba demasiado difícil hacer caso de lo que me decía con algo clavado en mi mente de la forma de la que estaba clavado el echo de que alguien que vivía justo en frente de mí está dispuesto incluso a venir a mi casa para verme.
En mi vida estaban surgiendo muchas cosas raras, la mayoría relacionadas con el tema de este chico. La cosa más rara que me pasó relacionado con esto, fue que fui capaz de hacer algo que me costaba mucho, hasta el punto de que me parecía imposible tal y como estaba mi vida. Fui capaz de sonreir.
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La Ventana De En Frente
RomanceBea, era una chica de 25 años, adoptada, cuya vida se basa solamente en lo que le obliga a hacer su único y borde padre; Pedro. Por si el sufrimiento en casa o fuese suficiente, en la calle tampoco era lo mejor, ya que salía solo para los recados qu...