Capítulo uno: La presentación

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Alza la cabeza y mira al enorme edificio donde iba a pasar sus próximos 5 años. Desprendía un aura misteriosa. Su grande puerta de piedra parecía un arco descuidado debido a las hiedras que subían por ella, pero a la vez se notaba limpia y brillante, como en un cuento de hadas. Desde allí se podía admirar el jardín que se escondía detrás de muralla, y aunque casi toda su totalidad se veía tapada por esta, se podían apreciar los arboles de diferentes tonos marrones debido al paso de las estaciones, al fin y al cabo, seguía siendo otoño, incluso en aquel lugar. Nébula tenía claro que ese edificio era digno de su fama.

No puede con los nervios. Siempre le pasa lo mismo. La gente viene a este sitio a destacar, hacerse notar de cualquier forma posible, ya sea buena o mala. Ella es una chica corriente, y eso es lo que más le asusta. Desde que se enteró de que la habían admitido se pregunta lo que verían en ella como para invitarla a estudiar aquí; no tiene renombre ya que sus padres son unos simples brujos con una pequeña botica en el Pantano y ella nunca ha destacado en ningún aspecto de su vida.

Decide despedirse de esos pensamientos y se acerca a un grupo de alumnos reunidos al lado izquierdo de la puerta. Todos están rodeando a una señora que debía de rondar los 50 años. Tenía el grisacio pelo recogido en un moño bastante desaliñado y lucía un holgado vestido atado en la cintura mediante una cuerda. Por la apariencia se atrevería a decir que se trataba de una bruja, pero aún era demasiado pronto como para sacar conclusiones.

Analiza bien al resto de alumnos; es una de las pocas habilidades que tiene, la observación. Parecen tener su edad. Hay ninfas, sirenas, brujas, hadas, duendes, elfos... Incluso hay teriántropos! Nunca había visto uno. Se hacían notar en la multitud, con sus rasgos animales y humanos. Eso les ayudaba a destacar, suerte la de ellos. No había pasado ni media hora y ya se veía la variedad de ese sitio. Fue una de las características que más le llamó la atención cuando le enseñaron sobre la Academia en su antiguo colegio ya que su pueblo es bastante simplón, solo lo habitan brujos y con suerte alguna que otra hada, nada que ver con este lugar.

Por la tensión y nerviosismo palpable en el ambiente supone que serán estudiantes de primero, pero no está segura. Es que no existen los carteles en este lugar?

Se da cuenta de que tendrá que preguntarle a alguien. Para eso tiene que observarlos una vez más, aunque, para ser francos, nunca había parado de hacerlo. Se fija en una elfa de largo pelo blanco ataviada con el uniforme de la academia. Que elegancia es la que desprende. Ella nunca llegará a ser así. Parece amable, por lo que se decide a hablarle. Poca es la gente a la que decide dirigirse.

- P-perdona, es aquí donde tenemos que esperar los de primero?

- Si, es aquí. - la elfa le sonríe. Tiene los dientes perfectamente alineados.

Decide esperar al lado de ella. Quiere hablarle de algún modo para disipar esa tensión pero no sabía como dirigirse a ella. Que pasa si los elfos tienen diferentes costumbres? Y si no quiere juntarse con alguien tan normal como ella? Nunca se le dio bien eso de relacionarse.

- Así que eres de primero no? - le pregunta la elfa.

Nébula se sobresalta. A veces está tan metida en su mente que no se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor, por lo que dirigirse a ella repentinamente hace que se asuste. Rápidamente intenta recobrar la compostura.

- S-si, supongo que tu también no? - La elfa echó una pequeña carcajada, pero no de estas ruidosas, si no una más dulce y suave.

Su reacción hace que Nébula se ponga incluso más nerviosa. Acaso ha dicho algo mal o es que es graciosa? Nunca supo descifrar los comportamientos de la gente.

- No serás tu detective?

Las dos empiezan a reír. Esa chica le caía bien. En un minuto consiguió hacerla sentir como si se conociesen de toda la vida. Se notaban las grandes habilidades sociales que poseía.

- No me has dicho como te llamas.

- Nébula. Nébula Careus.

- Así que una bruja no? - esa pregunta la cogió desprevenida.

- Como lo sabes? Tanto se me nota? - La chica vuelve a echar una carcajada.

- Desde pequeña he estudiado muchas cosas, nombres y apellidos de brujas entre ellas.

- Wow, nunca pensé que mi nombre me delatase tan rápido. - La chica le sonríe.

- Yo soy Idril, Idril Arwen.

- Espera, Arwen de la noble familia Arwen?

- Sip, esa soy yo.

Nebula quería seguir hablando con su nueva... mmm... Posible amiga? No sabía las fases de entablar una amistad, nunca había tenido una antes, bueno, al menos con una persona, ya que tenía una bonita relación con su negro gato Waffle, que se había quedado en la botica con su familia.

Su charla fue interrumpida por la profesora.

- Alumnos de primero! Reúnanse aquí todos!

Nadie se acercó al grupo, ya estaban todos reunidos allí.

- Parece que no falta nadie. Y si no estamos todos, pues peor para los que no lo estén.

Esa señora definitivamente infundía respeto, miedo incluso. Su expresión era seria y tenía el ceño fruncido.

- Me presento, soy Evamora Circe, para desgracia mía vuestra tutora. Normalmente sería tutora de cursos más altos pero parece que soy "demasiado estricta" y me han rebajado a tutora de primero para "aprender a tener empatía" en fin, chorradas cursis de las generaciones de ahora. - Se hacía evidente la irritación en su tono de voz. - Os voy a formar para que deis lo mejor de vosotros, y si no podéis aguantarlo, sed libres de iros, a mi me van a pagar lo mismo. Quiero que sepáis que ser vuestra tutora no significa que podáis venir y contarme vuestros problemas. Me da igual que alguien os insulte o que el novio os deje. Yo no estoy aquí para solventaros la vida.

- Pues menuda tutora nos ha tocado – Le susurra Idril al oído. Las dos se ríen para si.

- Tampoco me importa vuestra opinión sobre mi, por lo que no quiero escucharla.

Nébula nota como esa frase iba dirigida a ellas, su mirada lo dejaba claro. Primer día y ya le caía mal a una profesora, y su tutora ni más ni menos, empezábamos bien.

La profesora empieza a andar y los alumnos la siguen pese a no tener indicaciones de ello. Al pasar el arco de la entrada todos notan como el aire sopla diferente. La brisa les mueve ligeramente el cabello y huelen el olor otoñal que desprende aquel sitio. El jardín en sí no tiene un excesivo tamaño, pero se ve amplio y cómodo. Están situados en un camino de piedras que se divide en la mitad llegando directamente a la puerta de la academia y también al lago de las sirenas, un pequeño estanque de agua cristalina rodeado de piedras con musgo. En sus 16 años de vida Nébula solo había visto los sucios lagos del pantano que al compararlos con ese eran horribles, aunque ella siempre los encontró un tanto encantadores.

- Allí nos darán las clases a nosotras? - Pregunta una sirena de pelo castaño ondulado señalando al estanque.

Su cola era preciosa. Tenía un color violeta claro y todas sus escamas brillaban a la luz del sol. Con el cristal del tanque donde se encontraba era difícil verla en todo su esplendor, pero Nébula esperaba poder hacerlo algún día.

- Ligia Molpe verdad? - La sirena asiente – Pues normalmente sí pero os daremos un brazalete mágico personal para que podáis asistir a las clases conjuntas con normalidad.

- Eso significa que tendremos piernas?

- Significa que no estaréis en desventaja por culpa de vuestra cola, si.

Ligia y la otra sirena sonríen, se notan las ganas que tienen de poder moverse como los demás. La verdad es que esos tanques parecen bastante incómodos y para nada independientes ya que siempre tienen que ser empujados por alguien. Sentía lastima por ellas, bueno, ellas y él, que había un tritón en el grupo. El chico era guapo, no hace falta mentir, pero para nada del interés de Nébula, ella venía aquí a estudiar, no a encontrar pareja y sin embargo, nota como Idril lo mira de vez en cuando.

- Como veis estos son los jardines. Aquí suelen pasar el tiempo libre los alumnos, si es que tenéis alguno claro. Ahora os llevaré a vuestra clase, os daré vuestros horarios y os explicaré como irá el curso. Luego podéis ir a donde queráis, por dentro todo está señalizado así que si os perdéis culpa vuestra.

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