Capitulo 2

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Bajé del coche de mi padre y me despedí como de costumbre. Subiendo las escaleras de la entrada del internado. Los resplandores del sol me recibieron bajo el cielo templado.

Ya dentro del internado deslice una de mis manos por las paredes de esta. Sacando del bolsillo de mi camisa una paleta de tres corazones con sabor a cereza y me la lleve a la boca. Mis favoritas.

Ya escuchaba los sonidos del mundo exterior cerca y con una bocanada de aire seguí mi paso hacia mi habitación. Donde la compartía con una compañera de clase y mis dos amigas. Ya sentía los murmuros sobre mí.

Ignorando aquello seguí mi camino.

Para llegar al área de las habitaciones hay que pasar por el pasillo donde están los casilleros, biblioteca y algunos salones para coger clases. Luego saliendo de este espacio hay unas escaleras que llevan al segundo piso donde están las habitaciones de los chicos y sus baños. Tercer el piso. La sala de star o nuestro espacio para descansar. Aquí los alumnos pasan el rato en nuestro receso para descansar o hacer tareas o lo que sea que hagan. Y el ultimo piso. El área de las chicas.

Se preguntarán porque las habitaciones están tan alejadas y separadas. Bueno pues el director prohibió que los chicos visiten nuestra área y no nosotras tenemos prohibido ir para su área.

Pero como siempre, las reglas están para romperse.

El director trata de evitar cualquier encuentro sexual de estudiantes ya que, según él, somos animales hormonales sedientos de la lujuria del sexo a cualquier hora del día. Que estamos en una época donde las hormonas de los adolescentes son como los pájaros en tiempo de terremotos. Vuelan en la misma dirección. Hormonas voladoras.

Sigo mi camino por el área de los casilleros, topándome con el nuevo chisme del internado. La cuernera volvió al internado después de tres días.

Ignoro esos murmullos y continuo mis pasos ya cerca de la biblioteca algo capta mi atención en esta.

Un anuncio sobre intercambio de libros.

Si. Por fin algo bueno.

Hay una lista de para poder participar donde veo que solo quedan 7 cupos. Me anoto mas tarde porque no tengo nada con que anotarme y mi mochila a mis espaldas y maleta en mano con más ropa me están matando.

Puedo lograr ver las escaleras al final del pasillo y camino lo más rápido posible a ella para soltar este peso tan grande que estoy sosteniendo. Pero mi mirada se detiene en alguien.

Mas bien en un chico.

Esta recostado en la barandilla de la escalera hablando con el director. Parece que el director le esta dando intrusiones porque lo noto confundido. Es de tez blanca y sus casi rulos le tapan un poco los ojos. Digo casi porque están lisos también. Lleva la camisa blanca con el logo del centro con los dos primeros botones desabotonados y el pantalón liso negro. Siento que lo he visto pero no me acuerdo donde.

Paso al lado del cesto de basura y muerdo los trozos de paletas que quedan alrededor del palito para así tirarlo y terminar de saborear el sabor a cereza que tengo en mis labios llegando a las escaleras poniendo un pie en el primer escalón. Antes de seguir subiendo miro a mi lado y veo que el director ya no está. Si no el chico. Con su mano izquierda en bolsillo y la otra sosteniendo una hoja de papel.

Esta por girarse e irse pero, sus ojos chocan con los míos.

Quito mi mirada de él lo más rápido posible y subo las escaleras a todo poder. Puedo asegurar que esbozo una sonrisa al verme pero como quite la mirada de inmediato no estoy tan segura.

Lo que si estoy segura es que creo poder conocerlo.

***

Veo mi reflejo en el espejo ya lista con mi falda lisa azul oscuro acorde con una camisa blanca con el logo del centro del Instituto. Mis ondulaciones castañas recogido en un come y deja, acompañado de un pañuelo azul pastel cayendo sobre mis hombros. Tomo varios cuadernos, mi estuche de mano, mis llaves y celular para bajar a coger mi primera clase.

Salgo de la habitación tomando el camino de las escaleras. Voy bajando despacio los escalones verificando la hora en mi celular.

8:05 a.m. Aun me quedan 15 minutos para que la primera clase empiece.

No he visto a ni uno de mis compañeros. Mis amigas. Iván. Suerte tuve que al entrar a la habitación no había nadie y pude organizar tranquila algunas cosas y terminar de alistarme.

Podría aguantar los murmullos en los pasillos de los demás alumnos.

No me importaban.

Lo que no podía aguantar eran a mis compañeros de aula. Mis amigos. Mis amigas. Ellos. ellos sabían lo que ivan hacia a mis espaldas. Sabían que aguantaba los cuernos más grandes de todos. Esa relación perfecta donde todo el mundo la envidiaba se fue a la mierda.

Podía sentir las risas cuando pasaba. Cuando entraba al aula. La tensión acumulada. Como murmuraban y al entrar al aula se callaban. Sabía de qué era algo malo. Pero jamás pensé que iba a ser eso. No lo creía hasta que lo que escuche. Por error. Me pegó los cuernos con la misma chica varias veces.

Él lo disfrutaba mientras yo ni enterada.

El me engañó. Me traicionó. Y jamás lo perdonaré por eso.

Lo sabían mis amigas. Mis mejores amigas. Y no entiendo por qué ellas me lo ocultaron.

Llegó a mi casillero qué es el número 10. Siendo uno de los más cercanos a mi salón. Guardo mis cuadernos dejando el de matemáticas en mis manos con mi estuche.

Madre mía. Qué calor. Necesito agua.

Cierra mi casillero y me dirijo hacia el comedor. Abriendo las puertas de este, todas las miradas se posan en mí. Todos mis compañeros están aquí. Sin excepción de ninguno. Siento las miradas de los chicos. De las chicas. De ellas. De él.

Ignorando a cada uno de ellos me dirijo hacia el mostrador y le pido al chico de la cafetería una botella de agua. En el transcurso de eso siento como un susurro y unos brazos aferrándose a los míos.

— Lina, debemos hablar por favor — es Iván.
Me zafo de su agarre ignorándolo y le dio las gracias al chico por la botella de agua al mismo tiempo entregándole 20 pesos para que se cobre.

Salgo disparada del comedor sintiendo todas esas miradas sobre mí.

Vaya, qué ambiente ni más tenso.

No me mostrare débiles antes ellos. Puede que de unas lloraditas cuando este sola. Pero no delante de ellos.

Empiezo a girar la tapita de mi botella en busca de que se abra llevándola a mi boca dándome un trago largo que casi me atraganto. Sigo mi camino hacia la biblioteca dispuesta a anotarme cuando noto que ya no hay ningún cupo disponible.

¿Cómo mierda esto se llenó tan rápido?

— Porque llegaste tarde. Deberías de ser más rápida.

Espera. ¿lo dije o lo pensé?

Mis latidos se aceleran al escuchar a mis espaldas esa voz tan gruesa e irreconocible. Jamás olvide su voz. me rehusó a que sea él. Y entonces giro encontrándome con su intensa mirada café.

Es el. El chico que vi cuando llegué. Es el. Mi primer chico. Es Enzo. El chico al que ame en realidad. El que me enseño que el amor era un espejismo de dulzura.

— ¿Enzo? — Sonrío, confusa y a la vez emocionada.

¿Que hace el aquí?

Y entonces lo dice. Dice ese apodo tan lindo y dulce que me puso, provocándome siempre miles de maripositas en mi ser.

— Dolcezza.

— Dolcezza

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Dolcezza (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora