3 años antes
Me aferré a Enzo. No quería soltarlo. Oculté mi rostro en su pecho y empecé a llorar.
—Lina...—Comenzó a decir mi madre.
No quería irme. Aquella era la última noche que pasaba en Italia. Mis padres ya habían preparado todas las cosas y a la mañana siguiente, bien temprano, cogeríamos un vuelo de un millón de horas hacía Canadá.
Enzo había venido a despedirse, pero no tenía que haberlo hecho. Todo se me vino encima cuando vi todo el futuro que iba a tener delante: Sin él.
Lo abracé con fuerzas, llorando, mientras mis padres, trataban de hacerme sentir bien para que mi partida no fuera tan dura, ni para mí, ni para Enzo. Pero no habría ninguna manera de hacerme sonreír si no era diciéndome que nos quedábamos en Italia, con los abuelos, y que nadie tendría que coger un vuelo la mañana siguiente.
—Enzo ya tiene que irse—Interfirió mi madre—Y nosotros tenemos que acabar de meter cosas en las maletas.
—¡No! —Grité, aferrándome más a Enzo - ¡No pienso irme!
Sentí las manos de Enzo abrazarme con cuidado. Si no hubiera sido porque mis padres estaban delante, me habría abrazado con fuerza, me habría besado y me habría dicho millones de cosas bonitas, pero tenía un punto de timidez que siempre aparecía cuando estaba frente a mis padres.
—Lina, vamos...—La mano de mi madre se colocó en mi hombro, pero de un movimiento brusco me moví para apartarla.
—¿Por qué no puedo quedarme con él? —Pregunté con los ojos hinchados de tanto llorar y la voz quebrada. el me miró, demasiado triste.
—Porque solo tienes quince años. Son muy pequeños aun y tienes que ir donde vayamos nosotros...tus padres—Inquirió mi padre.
—Vamos Lina, es suficiente volvió a hablar mi madre — Termina de despedirte de Enzo y vuelve a tu cuarto a terminar de meter tu ropa en la maleta.
Dejé que las lágrimas salieran con fluidez de mis ojos cuando mi padre cogió a mi madre de la cintura, y con una triste sonrisa, nos dejaron solos a Enzo y a mí en el salón. No podía creer que aquel maldito momento hubiera llegado...
Me volteé lentamente hacía él. Su mirada de dolor me rompió el corazón, y más cuando me abrazó con fuerza, apretándome contra su pecho y dejando un beso cabeza.
—Te voy a echar de menos mi Dolcezza...—Susurró en mi oído. Me estremecí.
—No quiero alejarme de ti -Llore.
—Estaremos en contacto. Te llamaré cada día, aunque tenga que gastarme una fortuna, te mandaré cartas y haremos video llamadas, ¿Vale? —Se separó lentamente de mí, cogiendo mi rostro entre sus manos.
Asentí débilmente con la cabeza para luego sentir sus labios rozando los míos, y segundos más tarde, un tierno beso.
—Tengo algo para ti—Dijo después, metiendo una mano en el bolsillo de su chaqueta negra. Sacó una bolsita verde y la abrió, dejándome ver un precioso llavero, formado por un pequeño libro verde que decía "nuestra historia".
No pude evitar sonreír y negar con la cabeza. Seguidamente, colocó una mano en mi mejilla y me acercó para darme otro beso.
— El color verde representa tu apellido. Green. Mi pequeña Lina Green. El libro demuestra tu pasión por lectura. Imagina que este pequeño libro esta escrita nuestra hermosa historia.
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Dolcezza (en pausa)
Ficção AdolescenteLina no quería volver al internado. No quería volver a compartir habitaciones con sus amigas. No quería verles la cara a sus compañeros de curso. No quería verlo a él. No quería ser el centro de atención de todo el colegio. > Quería quedarse en casa...