CAPÍTULO V

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[ ¿Quién es Miran?.]

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Seo Jin

Transcurrieron los días y con ello las semanas. Tras un mes y medio de convivir al lado de Leila, pude reflexionar interiormente lo que ocurría en mí alrededor.

Todo había pasado demasiado rápido delante de mis ojos, recordando el estado actual de la situación en la que estaba. Vivía profundamente involucrado en sus hábitos. Muchas veces me disgustaba por tal comportamiento ajeno a mí más recóndita naturaleza, a tal punto que ni siquiera lograba sincronizar los pensamientos para entender todo lo que estaba sintiendo.

Sinceramente descuidaba la misión y sabía que no era una buena señal.

Consideraba irrevocablemente que era amor.

Amor.

Innegablemente.

Mi cuerpo se llenó de calidez como un rayo de luz revelador para aclarar mi confusa mente. Sucedió aquella noche de lluvia en primavera. El sueño que recurrentemente desde mi comienzo me atraían hacía un sin fin de emociones despavorido. Ahora cobraba sentido de una manera extraña.

Todo había iniciado al despertar en el medio de luces con resplandor que iluminaban el dormitorio. Bajé de la cama y fui hasta la sala por Klaus para traerlo a dormir conmigo, y me encontré con Leila que tenía la misma intención. Entonces, decidimos quedarnos con Klaus en la sala y pasar la noche durante la terrible tempestad.

A lo largo de las horas di muchas vueltas tratando de conciliar el sueño. No logré tal acto. Más si ella estaba a mi lado.

Con eso llego el amanecer prometiendo un nuevo día. Los rayos de luz que pasaba a través de la ventana, caían en picada sobre su rostro, apreciando mejor su cara, finamente esculpida. Estaba tumbada de lado, algunos mechones de su cabello estaban revoltosos sobre su frente. Baje la mirada hacía su pecho en movimiento; subía y bajaba respirando lentamente, estaba quieta y no se movía.

Transmitía mucha paz.

Note el momento donde arrugaba la frente cuando le tocaba su mejilla.

Parecía tan vulnerable.

Deje escapar una sonrisa porque me estaba volviendo loco, y honestamente no comprendía este amor por esta mujer, que era un fastidio cuando se lo proponía hacerte la vida imposible en las mañanas.

De la nada, impulsivamente tomé su brazo cuidadosamente y la arrastré hacía mi hombro. La acomode contra mi pecho. Nunca me sentí tan seguro tenerla de esa forma.

Luego se disparó en mi mente un impulso grande y atrevido.

Acerque su mano hacía mi fosa nasal y respiró profundamente su aroma. Olía inexplicablemente un dulzor suave, a flor de Lirio blanco.

Inhale su exquisita fragancia llenando mis pulmones. Incluso apreciar su encanto dormida, su aroma me pareció inocente y encantador. Hace un par de meses nunca se me hubiera ocurrido describirla con tan afecto.

Tenía un loco impulso por rozar sus labios, pero, no tenía valor para hacerlo y mucho menos despertarla de su profundo sueño.

Desde el momento, pase de no sentir nada, a sentirlo todo.

Lo mejor que has tenido. ©  | ᶜᵒᵐᵖˡᵉᵗᵃ ✔ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora