{Control}

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Una noche, Brais estaba prácticamente drogado por las medicinas, y Valerie solo estaba sentada en su cama coloreando florecillas de papel.

Brais se acercó lentamente y la cogió por las mejillas. Tenía los ojos rojos y estaba durmiéndose. Le dio un beso y cayó, aplastando a Valerie

La chica cerró los ojos con fuerza. No pasaba nada. Intentó quitárselo de encima, pero pesaba mucho.

Comenzó a sudar y a tragar con fuerza.

No de nuevo, no.

Los recuerdos pasaban por su mente cada vez más rápido, mientras las lágrimas se deslizaban por su rostro.

Su padre entrando borracho a su habitación.

-Papá...

-Cállate, zorra.

Su padre pegándole y tocándola demasiado. Besándola. Abusando de ella.

Su madre muerta y violada, como ella.

-Para -suplicaba Valerie siempre.

Minutos más tarde, su padre se quedaba dormido sobre el cuerpo desnudo y magullado de la niña.

Noche tras noche. Golpes, sangre.

El cuerpo seguía sobre ella. Gritó y pegó con todas sus fuerzas al chico, pero no despertaba. No podía hacer lo mismo que la última vez.

No podía matarlo.

Valerie cogió la lámpara mientras su padre dormía. Se la tiró a la cabeza y lo mató.

Brais soltó un gemido y abrió un poco los ojos. Valerie le pegó, una y otra vez, lo tiró al suelo y continuó destrozándolo.

Control, le había recomendado los médicos.

"No puedes perder el control, Valerie"

¿Control? Ya no había.

Brais sangraba y se protegía como podía, pero la chica seguía golpeándolo. Lo insultaba. Volvía a pegarle. Con más fuerza. Iba a matarlo. Lloraba mientras se transformaba. Esa era la Valerie por la que estaba encerrada en aquel loquero, la que salía cuando la carga era demasiado pesada.

Cuando no había control.

Valerie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora