LITTLE SAMMY

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Samantha Carpenter, de seis años, miró al bebé. Estaba de pie en las escaleras que su padre le había conseguido para que pudiera trepar y mirar dentro de la cuna. Se asomó al interior y vio a su hermanita dormida dentro de ella. Oyó que alguien entraba en la habitación, pero lo ignoró, mientras metía la mano en la cuna y pasaba el dedo por la barriga de su hermanita.

"¿Qué haces aquí, Sammy?", le preguntó su padre, haciéndole cosquillas en los costados.

Sam soltó una risita, mientras intentaba zafarse de su padre.

"Quiero ver a mi bebé", dijo Sam, volviéndose hacia Tara.

El bebé seguía dormido, con su pequeño chupete aún en la boca.

"¿Tu bebé? Oh, ¿ya le has dado de comer?", preguntó, colocando su barbilla sobre la cabeza de su hija mayor.

"No, lo hizo mami. Pero yo puedo ayudar", dijo Sam, girando sus ojos hacia arriba para intentar ver a su padre, pero sólo alcanzó la punta de su nariz.

"Todo lo que queremos es que la protejas. Sé la mejor hermana mayor que puedas ser", dijo él, poniéndose de pie y acercándose para coger a la niña. Sam se bajó rápidamente del pequeño escalón y corrió hacia la mecedora de la esquina de la habitación. Se sentó y levantó los brazos. Su padre sonrió con cariño, mientras colocaba a Tara en las manos de Sam que la esperaban.

Sam acercó a Tara y el bebé pareció removerse. Arrugó la cara, lista para empezar a llorar, y Sam miró a su padre con miedo en los ojos. Pero su padre se limitó a dedicarle una suave sonrisa, dejando que se encargara de ello.

Sam volvió a mirar a Tara y se inclinó hacia delante.

"Shh, no pasa nada, estoy aquí. Te tengo".

El bebe pareció tranquilizarse y volvió a dormirse. Sam miró a su padre, que sonrió y empezó a mecer la silla. Sam la observaba, sintiendo que el amor que sentía por ella aumentaba.

"Quiero a Tara", susurró, meciendo al bebé. Miró a su padre y le dedicó una sonrisa de dientes. "Y a ti también papi".

"Yo también te quiero Sammy", dijo él, inclinándose y besando la parte superior de la cabeza de su hija. "Mis niñas".

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Sam apunto el arma con temblor en sus manos. Miró a Billy, que tenía el cuchillo cerca de la cara. Él estaba sonriendo. Ella no podía ver ningún miedo en sus ojos. Se limitó a permanecer valientemente frente al cuchillo.

"Me preguntaba cuándo ibas a hacer eso. Me alegra ver que todavía tienes tu columna vertebral".

Sam frunció el ceño e intentó moverse, antes de darse cuenta de que tenía las piernas atadas a la silla. Sam miró a Billy con los ojos muy abiertos. Él le agarró la muñeca y le quitó el cuchillo de las manos. Se colocó entre Sam y su padrastro. Miró a su hija. Sam pudo ver la mirada fría en sus ojos.

"Sabes, me gustaría que esto fuera diferente", dijo Billy, sacudiendo la cabeza con decepción. "Te di a elegir, y has hecho una. Este hombre o tú hermana, y parece que elegiste a este hombre. El hombre que te dejó".

Sam siente que el pánico recorre su cuerpo.

"¡No le hagas daño!"

Billy agita su cuchillo frente a Sam.

"Sabes lo que tienes que hacer para mantenerla a salvo".

Sam miró al hombre que la crio, que la miraba con los ojos muy abiertos. Pudo ver el miedo en sus ojos. Billy se levantó y volvió a colocar el cuchillo en las manos de Sam. Se puso detrás de Sam y empujó su silla hacia su padrastro. Sam miró al hombre con lágrimas en los ojos. Volvió a mirar el cuchillo en sus manos temblorosas.

SCREAM - PSICOSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora