COME BACK HOME

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Habían pasado poco más de veinticinco años desde que Billy Loomis y Stu Macher empezaron a matar...

Cuando Gail le disparó, tanto ella como Sídney y Randy pensaron que moriría. Pero la realidad fue totalmente diferente. Y en los últimos veinticinco años, Billy permaneció en una celda de la prisión, esperando su momento.

Pero lo que estaba esperando, no lo supo hasta que sucedió. Hasta que lo descubrió.

Billy se sentó de nuevo en el banco de la celda, viendo como las noticias hablaban sobre otra ola de asesinatos había asolado Woodsboro. Como dos fans de Ghostface habían planeado renovar la franquicia, queriendo reescribir su historia donde justo el tenía planeado hacerlo hace muchos años atrás. La casa de Stu. Tantos recuerdos...

Ojeó el fondo, buscando el denominador común de toda esta carnicería. Sonrió cuando la vio. Sídney Prescott. Su ex novia. La hija de su primer asesinato. No pudo evitar pensar que se veía aún más guapa con los años.

Tuvo todo lo que necesitaba, cuando el reportero habló de los nuevos adolescentes, los nuevos supervivientes. Los sobrinos gemelos de Randy, una chica cualquiera y su hermana mayor. Billy agarró el mando, dispuesto a cambiar de canal, cuando lo oyó.

"- y Samantha Carpenter, la hija del Ghostface original, Billy Loomis", dijo el locutor, y Billy se levantó. Su mano agarró el mando. Los demás reclusos se volvieron para mirarlo.

"¿Tienes una hija? Enhorabuena cabronazo".

Billy miró las imágenes de los supervivientes, con los ojos puestos en la mayor de las chicas. En su hija.

"Tengo una hija", dijo, con una sonrisa en la cara. Los otros reclusos le vitorearon, mientras Billy salía de la sala común. Tenía que planificar algo.

Dos semanas después:

Samantha Carpenter parpadeó con fuerza, tratando de mantenerse despierta. Ya casi había terminado su turno y no veía el momento de poder largarse. Sam había estado trabajando aquí desde que podía moverse sin dolor en el costado. Se presentó a muchos sitios, sabiendo que sus opciones eran limitadas sin un título universitario. Y un trabajo al por menor en el centro comercial de Woodsboro le ofreció un puesto.

Y apestaba.

Todo lo que Sam conseguía era miradas. La miraban fijamente, sabiendo quién era, una superviviente y la hija de un asesino en serie. Sam tenía la mitad de la mente contemplando la idea de simplemente gritarle a todo el mundo que se fueran a la mierda. Quería salir corriendo, pero no podía hacerle eso a Tara, no otra vez.

Su madre, por otro lado era una historia diferente. Después de la revelación solo sentía odio hacia ella. La culpaba por el abandono de su marido. La culpó por su propio abuso de drogas y alcohol.

Sam estuvo perdida durante esos años, estaba sola y no tenía apoyo. Y eso creó resentimiento hacia su propia madre. Y después de los nuevos ataques de Ghostface, su madre la culpó de nuevo. Culpó a Sam, por su parentesco con él. Porque su sangre lo empezó todo. Porque ella trajo a Richie a la vida de su hija, como si Sam no fuera nada.

Sam colgó la última ropa en el perchero frente a ella y miró el reloj. Se quitó el chaleco.

"Me voy".

"Hasta mañana", dijo el gerente, sin ahorrarle una mirada.

Sam salió del centro comercial y se dirigió directamente a su coche. Se sentó allí, en el asiento delantero, durante un segundo, antes de llegar a la guantera y coger la botella de Jack Daniel's que guardaba allí. Estaba agotada de estar en Woodsboro. De sentir los ojos de todos sobre ella. Desenroscó rápidamente el tapón y dio un rápido trago. Se estremeció cuando el licor le quemó la garganta.

SCREAM - PSICOSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora