-Bro, estás bien -preguntó El Mexicano al ver de lejos mi angustiada expresión.
-Sí, algo así -respondí no tan convencido de mis palabras.
-Vamos a tomarnos unas chelas con las güeritas, ¿vienes? -mencionó intentando imitar sin éxito el acento mexicano. Me causo bastante gracia tratándose de él.
-Pues, por qué no -me uní al grupo con mal semblante.
-¡Uy! Llegó el Señor Canguro -gritó la gemela Number One-. Y nosotras creyendo que vos nos ibas a dejar aquí escuchando música solitas con esta alma en pena -mencionó esto último dirigiéndose a Hanna-. Corazón partido las ha cantado con tanto sentimiento que ya hasta extrañamos a su Martín.
-Es Matías -corrigió Hanna con el semblante más decaido que nunca-, pero gracias por el apoyo.
-Sí, Cielo lo que tú digas -dijo complaciente la gemela Number One.
-¡Bueno!, y también ¡Llegó El Mexicano! -mencionó Harold haciéndose paso en la mesa- no más es que pidan y yo les canto lo que quieran.
-Lo que nos faltaba, aguantar la serenata de un gringo -suspiró la gemela número cien.
-¡Ey! Acuérdense... nada de decirme gringo -advirtió El Mexicano dolido.
Aquellas peculiares compañías me alegraron la noche con sus comentarios y me hicieron dispersarme un poco de la idea de ser el único que estaba enganchado con una "amistad" a distancia, sufriendo en silencio la lejanía entre los dos. «Al menos mi grado de desilusión no es tan avanzado como el de Corazón partido». Pensé.
Finalmente, pasamos un buen rato riendo de las anécdotas de nuestro viaje e intentando conocernos un poco mejor.
Al día siguiente, un poco trasnochados, pero sin ánimo de perder el tiempo durmiendo, decidimos ir a recorrer el lago usando unas pequeñas barcas de pedal. Llegamos a una casa de madera, que servía como embalse en la mitad del lago. El lugar estaba abandonado y daba la apariencia de ser la locación de una película de terror, no obstante nos bajamos a nadar porque vimos una plataforma de varios niveles desde la cual clavar. El guía nos habían advertido el día anterior de lo peligroso que podía ser el lago, sobre todo por las corrientes subacuáticas de la represa que eran capaces de absorber a una persona en cualquier momento. Sin embargo, El Mexicano nos convenció de lo contrario, estábamos básicamente nadando a la orilla de la balsa, la gemela número cien y Hanna estaban sentadas únicamente con los pies en el agua, mientras que la Number One, se creía pescado braceando de un punto a otro de la balsa. En un descuido perdimos de vista al Mexicano y cuando menos pensamos estaba dispuesto a lanzarse desde la parte más alta de la plataforma, a unos seis metros por arriba del agua.
Hanna empezó a gritarle que por favor no se tirara, Number One lo alentaba incluso a ir más arriba, mientras que la gemela cien no estaba interesada en el espectáculo. Después de unos segundos El Mexicano se lanzó, estábamos a la espera de que saliera a flote. Pasaron los segundos y no lo hizo. La gemela que estaba en el agua se fue a la balsa y ahora todas estaban observando el agua desde allí. Preocupado tras un par de minutos subí a la plataforma para ver mejor. Las muchachas empezaron a gritar desesperadas su nombre:-¡Harold! ¡Harold!
Transcurrieron alrededor de cinco minutos. Se hicieron eternos a medida que pasaban. De repente, del otro lado de la plataforma, justo detrás del embalse, vimos el cuerpo del Mexicano flotar boca abajo. Vi todo una vida pasar por mi cabeza. Se me heló la sangre. Me lancé aterrado al agua para llegar hasta allí braceando lo más rápido que pude, lo agarré de uno de sus brazos, pero al contacto de inmediato Harold se incorporó soltando una fuerte carcajada.
-¿Se estaban asustando? -soltó al abrir los ojos y botar algo de agua.
Lo solté terriblemente molesto, regresé a la balsa sin poder pronunciar una palabra.
-¡Qué estúpido eres! -escupió Corazón partido con lágrimas en los ojos-, en verdad nos preocupamos.
-¡Era solo una broma! -contestó El Mexicano mientras se escurría el agua.
-Pero de terrible gusto, ¿Qué te pasa? -agregó Number One haciendo todo una escena con cachetada incluida.
De la rabia yo seguía sin pronunciar palabra.
-Que inmadurez -escupió la gemela número cien negando con su cabeza.
Él se disculpó entre risas. A medida que fue pasando el rato los ánimos se fueron calmando. Todos coincidimos en regresar a tierra firme, ya no queríamos tentar nuestra suerte. Entregamos las barcazas y nos trasladamos a la Piedra del Peñol para subir los 740 escalones que nos llevarían a la cima. Creo que no nos lo pensamos bien, la subida era extenuante y veníamos de un buen susto que nos consumió sin querer una buena parte de las energías. En la subida las muchachas estaban discutiendo entre risas la cara de cada uno ante la broma de mal gusto. Por lo que el acenso se hizo más llevadero.
Cuando finalmente llegué a la cúspide de aquel lugar, olvidé que tenía compañía. Observando tan maravillosa vista no pudo evitar reflexionar en lo insignificante que es el ser humano en medio de tanta belleza. Desde arriba se veía como aquel lago bañaba las fértiles tierras de Guatapé, parecían pequeñas islas pintadas a mano con cierta delicadeza y majestuosidad. Desde cierto ángulo se observaba aquel pueblecito cual pesebre, con sus carros miniatura, la gente miniatura y hasta los barcos a pequeña escala. Busqué un espacio solitario en la cima, y me quedé con la vista fija en el paisaje. Mi mente se encontraba en completa calma y por unos segundos, pude experimentar la paz que tanto me hacía falta. Entonces, empecé a decir unas palabras al viendo temiendo nunca pronunciarlas en persona:
"¡Megam!, espero que estés bien ahora... Aquí estoy en la cima y desde arriba todo se ve más mágico de lo que imaginé. ¡Muchas gracias por cruzarte en mi vida! Definitivamente te quiero, te quiero, te quiero".Terminé de decirlo en un susurro, viendo como pequeñas flores silvestres volaban al compás de mis palabras. Aquel cuadro no podía completarse de mejor manera. De repente, me entró un mensaje, vi en la pantalla el nombre de Megam, y me latió el corazón tan fuerte como le era posible hacerlo. Era increíble que en la parte más alta de Guatapé justo cuando más la estaba pensando, ella se manifestara de una forma tan mística, era como si la fuerza de mis pensamientos se hubieran conectado con los de ella, como si hubiera escuchado mis palabras.
¡Hey Ben!
Me quedé pensando en tu idea de venir a Cali, y me pareció que no es para nada loca después de todo. Cuando decidas venir, ten bien sabido que te esperan unas clases gratuitas de salsa, un recorrido histórico por las calles de mi bella ciudad, con una guía excepcional y una experiencia culinaria del lado de los chefs más selectos de la ciudad. Quizá eso te incentive.
PD1: con chefs selectos me refiero a los puestos de comida callejera y con guía excepcional, espero que entiendas que soy yo.
PD2: He decidido que también TE QUIERO.
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Me encontré al perderte
Roman d'amourEs la historia de una inesperada amistad que traspasa las fronteras y se transforma poco a poco en algo más, al tiempo que descubren que sus más profundos secretos podrían llevarlos a la ruina total o al más profundo conocimiento del amor.