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Jay no podía olvidar el episodio que había vivido con Jungwon.
Estaba acostado en su cama, mirando el techo, sin poder dormir, tan sólo recordando cómo el chico se había marchado, con las mejillas empapadas en las lágrimas que él mismo había causado. Se había golpeado mentalmente varias veces por haber dejado que, una vez más, el miedo lo gobernara.
Suspiró, intentando no pensar en que Jungwon jamás volvería a dirigirle ni la mirada. Porque él mismo lo había dicho, no volvería a molestarlo, y Jay no había hecho ni había dicho nada para detenerlo. Se sentía el mayor estúpido sobre la Tierra, y tal vez lo era. Debía arreglar las cosas con Jungwon y lo sabía muy bien, pero, tontamente, seguía pensando en la actitud que tomaría su padre si descubriera que su hijo menor tenía algo que ver con una persona como él, e, incluso sabiendo que Heeseung sabía algo de lo que pasaba entre ellos, quería seguir sin afrontarlo. Tonto, tonto, tonto.
Pero necesitaba escuchar su voz, necesitaba saber que, por lo menos, había llegado con bien a casa. Así que, se sentó sobre el colchón y tomó su celular con manos temblorosas, para luego buscar el número de Jungwon y llamar. Uno, dos, tres tonos. Cuatro, cinco, seis... y el buzón de voz. ¿Cómo pudo haber creído que tomaría su llamada? Sabía que lo había lastimado, además, era más de la una de la madrugada. Muy bien, Jay.
Suspiró de nuevo, colocando el celular en la mesita de noche y maldiciéndose a sí mismo una vez más pero, antes de poder volver a tirarse sobre la cama, el timbre había sonado por toda la casa, retumbando en las paredes y tomándolo por sorpresa.
Salió de su habitación rápidamente, dirigiéndose a la puerta de entrada, con cautela, y colocando uno de sus ojos sobre la pequeña mirilla. Se encontraba solo, así que debía ser cuidadoso.
-Se que estás detrás de la puerta, abre.
Y eso fue lo que hizo. Heeseung estaba de pie en el portal, con el cabello alborotado por el viento y el rostro serio.
-¿Heeseung? ¿Qué haces aquí?
Pero él no respondió de inmediato, tan sólo se limitó a entrar, moviendo a Jay hacia un lado para hacerse paso hacia adentro.
-Jungwon llegó hecho un río a mi habitación. No me quiso decir lo que pasaba, pero sé que tiene que ver contigo. Así que espero una explicación de por qué mi hermanito está desconsolado mientras tú estás aquí, tan tranquilo.
El corazón de Jay comenzó a latir con fuerza en su pecho, y no sólo por el hecho de tener a Heeseung frente a él, con la mirada más amenazante que le había visto en mucho tiempo, sino porque ahora sabía que había lastimado a Jungwon más de lo que había imaginado.
-Mira, Jay. Eres mi mejor amigo, pero si lastimas a mi hermano, no esperes que tenga piedad de ti. ¿Qué sucedió? Habla, y habla ahora.