Capítulo 3

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Jueves 20 de Febrero de 2025.

40 días antes de la catástrofe.

La campana sonó avisando el almuerzo, todos los del salón fueron hacia la puerta de salida, por suerte mis compañeros mantuvieron la paciencia al salir. Nuestra clase tenía 49 alumnos. En los últimos 3 años los cupos para entrar en colegios estaban escasos, debido a la alta cantidad de niños.

Mis compañeros iban en fila a la entrada del casino donde almorzábamos. Tomé la manga de mi chaleco y la subí, descubriendo parte de mi brazo derecho. La puerta se abría y se cerraba automáticamente controlada únicamente por las dos personas que con trajes blancos y mascarillas extrañas veían si los que entraban estaban enfermos o no.

Habían dos estudiantes antes de mí.

—Limpio —escuché una voz varonil. Siempre eran diferentes los que venían—. Limpia.

Cuando fue mi turno acerqué el brazo y una máquina pequeña que radiaba una luz azul pasó desde mi muñeca hasta cerca de mi codo.

—Limpia —miré los ojos del extraño y éste frunció el ceño—. Avanza —me ordenó señalando la entrada. Reaccioné y caminé hasta la otra persona, abrió la puerta con una tarjeta que colgaba de su cuello.

Entré y esperé hasta que se cerrara detrás mío. Cuando lo hizo, un líquido en forma de gotas minúsculas cayeron sobre mi ropa y lo poco que dejaba al descubierto. El vidrio enfrente mío que daba al casino se abrió también. Me adentré y fui al sector de limpieza, lavé mis manos y rostro, botando la mascarilla celeste a la basura.

Después recibí la bandeja de comida que usualmente daban en mi colegio, la señora que me la entregó era mayor, se notaba al ver sus arrugas al sonreír. Llevaba mascarilla, guantes y un protector facial que brillaba por la luz del lugar.

Observé a mi alrededor, buscando con la mirada a mi mejor amiga, al hallarla fui a su encuentro, me senté a su lado saludando con mi mano, pues nos separaba una puerta de vidrio. A todos los alumnos se les separaba.

—¿Cómo estás, Kassi? —Sus ojos me observaron a través de los anteojos redondos.

—Bien, ¿y tú? —Me saqué el gorro de lana dejando al descubierto mi cabello.

—Bie... —Se calló al ver mi cabello corto, abrió su boca sorprendida—. ¿Qué le pasó a tu pelo?

Hice una mueca incómoda—. ¿Se ve mal?

Negó rápidamente—. No es eso, sólo que pensé que no te gustaba el cabello corto, pero se te ve bien —alzó su pulgar izquierdo y asintió.

Reí y abrí el paquete donde venía el tenedor—. Gracias, Lu. —Comencé a comer lentamente, pues no me gustaba el sabor a plástico que tenía la comida.

Hablamos un rato con Lu, contándole lo que había pasado durante esta semana; no la había visto hace mucho tiempo, por lo que conversamos más que comimos.

—Deberías venir a jugar a mi casa, Lu. —Sorbí la caja de jugo sabor manzana.

—Le diré a mi mamá que hable con la tuya y nos juntamos mañana —asentí y justo en ese momento se escuchó un estruendo afuera del casino.

Una bandeja de comida había sido lanzada al ventanal que separaba esta área de la de los enfermos. Se vió a una estudiante, junto con dos más a su lado tirando basura y residuos. Las personas de seguridad intentaban detenerlas, pero no se podían acercar mucho porque ellas no llevaban mascarilla, y estaban enfermas por lo que podrían enfermar a otros.

En eso un chico salió de nuestra área apresuradamente, se les acercó y habló con ella, al parecer se calmó y las otras también, se pusieron la mascarilla y salieron juntos del lugar al frío del exterior guardando la distancia. La última mirada me la dió a mí con molestia. Sentí escalofríos y tragué asustada por la intensidad del momento.

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2022 ⏰

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