Capítulo 4: Isla

265 26 4
                                    

Hipo ya estaba acomodado en la isla, su nuevo y gran hogar , ¡la isla ya hasta tenía nombre! Y no solo uno, ¡eran dos! Uno para Vikingos y otro para Dragones, el de Vikingos era Gebo-Laguz-Wunjo-Algiz.
Y como los dragones no lo entendían, le puso "La orilla del dragón" y Hipo solo le había puesto así porque era el único humano en la Isla y era para que los dragones entendieran que ese era su hogar.
En este momento Hipo esta tejiendo una red para pescar, con la compañía de un Gronkle bebé que mordisqueaba su pierna de palo.
La vida en la isla iba de maravilla, tranquila y sin demasiadas preocupaciones, los dragones eran bastante autóctonos así que solo debía preocuparse por él y los más pequeños. De vez en cuando por los alimentos pero nada tan complicado. Incluso pensaba en construirse una cabaña, tal vez no mucho, pero ideal para él... Y para Chimuelo obviamente, el mimado dragón no dormiría afuera, con la idea en mente, comenzó a dibujar un pedazo de papel que tenía en su bolso, bajo la atenta mirada del pequeño Gronkle, pronto el diseño de la pequeña cabaña estuvo echo, era ideal, incluso había puesto un pedido espacio para trabajar en inventar nuevas cosas. El Gronkle lo miraba con asombro, suponía que era por su habilidad de trazar líneas que se convertían en algo, dudaba mucho que entendiera algo de lo que estaba dibujando, Hipo río suavemente al recordar su primer acercamiento a Chimuelo, con un tonto y simple dibujo del Furia Nocturna. Pero pronto volvieron los recuerdos de Berk, de Estoico, Astrid, Patán, Brutacio y Brutilda, Patapez, aveces, incluso considerando los horrores que había pasado en la isla, aún los extrañaba, después de todo, su padre era toda la familia que tenía, el único recuerdo de su madre llegó a su memoria, recordaba su cara, mientras ella lo sujetaba en sus brazos, meciendole suavemente, Hipo sonrió ligeramente, era tan pequeño que aveces se sorprendía de recordarlo.
El pequeño Gronkle notó al chico ensimismado en su mundo, lamiendo con suavidad la mano del chico, recibiendo pronto una caricia.
Hipo: vaya, ya es tarde, ve con tu madre, debes descansar pequeño. Además, te ha de aguardar una deliciosa cena de pescado crudo.
Con una clara emoción, el pequeño Gonkle salió volando torpemente, dejando a Hipo solo, o al menos, así lo veía él, una criatura de ojos verdes lo miraba desde la oscuridad de los árboles, de repente, listo como nunca, se abalanzó sobre Hipo, derribando al delegado vikingo.
Hipo: ¡Chimuelo! Oye amigo, ¡no me asustes así!
El dragón río entre dientes, llevando en su boca su exitosa pesca del día.
Hipo: así que eso era ¿Eh amigo? *Acariciando la cabeza de Chimuelo* Hoy fue un buen día para ambos. Ya es hora de ir a la cueva, ¿Te parece?
Ansioso de cocinar su pescado, Chimuelo subió con emoción a Hipo sobre su espalda, volando rápidamente a su "casa" que era una gran cueva, dónde descansaban los dragones diurnos, estando separados de los nocturnos para no alterar los horarios del otro.
Hipo tenía montada una pequeña tienda, para mantener una temperatura más o menos estable en la helada cueva, con una pila de palos previamente amontonados, Hipo hizo un pequeño pero agradable fuego, asando en un palo la pesca de Chimuelo, el dragón, aunque podía comer pescado crudo, disfrutaba especialmente del pecado asado, una pequeña maña que le había dado tras ver comer varias veces ese pescado tan crujiente. Y para sorpresa de Hipo, Chimuelo podía ser muy paciente por su comida, incluso con las altas cantidades de pescado que consumía.
Pronto la cena fue servida, un delicioso bacalao cocinando al fuego, tres para Chimuelo y uno para Hipo, después de la cena, Hipo se acomodó entre las mantas de su cama, echas por el mismo, eran pieles de animales, especialmente ovejas, cazadas o robadas por lo dragones, antes de que estos las coman, Hipo les sacaba la piel o les cortaba la lana, sacando de ahí ropa y mantas duraderas.
Chimuelo se quedó fuera de la carpa, calentando el suelo con una flama de su boca, considerando que no llevaban mucho tiempo, el suelo ya estaba marcado por el calor del fuego.

La noche traía calma, para nuestros personajes, pero no para nuestro pequeño Gonkle, que en silencio y a escondidas, se adentró por la carpa, buscando lo que tenía Hipo esa mañana hasta encontrarlo, los planos de la casa, se los llevó en la boca, hasta juntarse con un grupo de dragones adultos, con sus patitas, les enseño el dibujo, mostrando que a un lado, Hipo había anotado los materiales que necesitaría para la casa, los dragones adultos entendieron rápidamente lo que deseaba hacer el Gonkle.

A la mañana siguiente

Hipo se levantó a primera hora, el mismo se había puesto una lista de cosas por hacer, pero para su sorpresa, el pequeño Gonkle lo esperaba fuera de la tienda, con sus ojitos llenos de emocion, arrastró en su boca un palo, dejándolo frente a Hipo.
Hipo: ¿Que traes ahí amigo?
Resultó, que no era una rama, si no una pata de palo

Hipo: ¿Que traes ahí amigo?Resultó, que no era una rama, si no una pata de palo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hipo: oye... ¿De dónde sacaste eso?
El Gonkle se hizo el que no entendía, pues la respuesta era media obvia, se la habían robado a un vikingo pesquero, que pasa su mala suerte había pasado muy cerca de la isla durante el vuelo de los dragones y al asociarlo a su amigo humano, lo habían robado evitando matarlo.
Hipo: que voy a hacer con ustedes...
Solo para hacer feliz al dragón, se probó la pierna de palo, notando que calzaba perfectamente al muñón de su pierna, al levantarse, la diferencia entre el largo de la pata de palo y su pierna real era casi nula,cojeaba un poco pero nada que no pudiera arreglar. El Gonkle lo tiró del pantalón, hasta sacarlo de la cueva.
Hipo: jaja... ¡Oye oye más lento! ¿Que quieres que vea?
Los dragones se juntaron a su alrededor, emitiendo gruñidos de alegría. Lo llevaron a un claro rodeado de árboles, que antes no estaba ahí, en el suelo, un montón de árboles apilados, mantas, clavos e incluso placas de metal sin forjar. Hipo miró incrédulo la cantidad de materiales a su disposición. Un Nadder Mortífero de tonos morados le devolvió sus planos, señalando con la nariz los materiales anotados al costado con pequeños dibujitos.
Hipo: ustedes... ¿Buscaron esto para mí?
Los dragones asintieron con emoción, Hipo les había dado un hogar, era momento de darle ellos un hogar a él.

¿Que hubiera pasado si...? (Actualización Lenta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora