Capitulo I: Exilio

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Hipo corría desesperado detrás de su compañera de academia: Astrid, ¿la razón? Astrid lo había seguido después de un entrenamiento y termino viendo algo que no debía, la persecución continuó, hasta que Hipo perdió por unos segundos a Astrid de vista. Todo fue en vano, el esfuerzo de Hipo fue inútil, tal vez por eso recibía tantos apodos crueles como: "Pescado Parlanchín" o "Una broma de Loki" o "La decepción de Berk".

Pero creo que para entender lo que pasa, debemos volver en el tiempo. Cuando Hipo tenía un año, hubo un ataque de dragones al pueblo de Berk, nada fuera de lo común, para los fuertes y valientes vikingos que llevaban lidiando 6 generaciones contra la plaga de dragones, destacaba entre ellos Estoico el Vasto, jefe de Berk y padre de Hipo, también destacaba su madre Valka, tratando de que no mataran a los dragones que caían en garras vikingas, cuando un dragón irrumpió en el hogar de Hipo, Estoico estaba lejos, por lo que Valka corrió a defender a su pequeño, siendo secuestrada por el extraño dragón. Nadie sabe bien que pasó ese día, pero algo era claro, la memoria de lo ocurrido permanecería por siempre, en esa pequeña cicatriz en la cara del pequeño Hipo cara.

Los años pasaron, e Hipo no daba señales de crecer como lo haría un vikingo común, era bajo, delgado y muy débil, al punto de apenas poder levantar una espada, desde que Hipo nació, el pueblo lo ha visto como una desgracia, una mala broma de Loki o simplemente, la decepción de Berk, creció hasta llegar a este momento, no ha cambiado mucho, tampoco ha crecido demasiado y su "único" apoyo al pueblo es ayudar a Bocón en la herrería.

Unos meses antes de el suceso que veíamos, Hipo trató de atrapar a un dragón durante un ataque, lanzando una especie de ballesta en la que había estado trabajando, al parecer le dio a un Furia Nocturna, pero antes de siquiera poder celebrar su logro, un Pesadilla Mounstrosa lo comenzó a perseguir, causando un gran desastre, por suerte Estoico estaba cerca y evitó lo que habría acabado en muerte. Pero Hipo no se salvó de los regaños y prejuicios de su padre, que le insistía en que cambiará su forma de ser. Para luego, como siempre, encargar a Bocón de su cuidado. Apenas llegó a su hogar, escapó por la puerta trasera, buscando al dragón que había derribado, encontrándose cara a cara con el dragón caído, un imponente Furia Nocturna, de aspecto joven y con unos brillantes ojos verdes, atrapado por gruesas cuerdas que le impedían cualquier movimiento. Hipo estaba dispuesto a matarlo, todo con tal de probar que era un vikingo, pero al ver a los ojos al dragón, no pudo evitar reflejarse en ellos, viendo un alma, muy parecida a la suya, armándose de valor, cortó las sogas, liberando al dragón, que se abalanzó sobre él, para que luego de un fuerte rugido, se adentrara en las profundidades del bosque.

Aunque ese no fue su último encuentro, días después, Hipo lo encontró en un claro, ¿Porque no se había ido? Lo miro un rato, mientras en una libreta dibujaba la forma del dragón, hasta llegar a la cola, donde solo había una aleta, lo miró con confusión, hasta donde sabía, los dragones tenían aletas en la cola para direccionarse, al no tener esa, el dragón no podía volar.
Regresó al día siguiente, con una pequeña ofrenda de pescado, el joven aventurero se acercó cauteloso, bajo la atenta mirada del Furia Nocturna, le ofreció el pescado, después de tirar su navaja lejos, para demostrarle que estaba desarmado. El dragón pareció interesado, se acercó, abriendo su gran boca, sin ningún diente.
Hipo: ah, no tienes dientes, no sabía que eras- Antes de poder terminar el dragón saco dos hileras de dientes retráctiles, comiéndose al pez de un solo bocado- Chimuelo...
A partir de ahí, Hipo no dejo de visitar al dragón, además de ir a su entrenamiento para matar dragones, en el que estaba triunfando por los conocimientos que conseguía de Chimuelo.

Ahora, volvamos a la realidad. Astrid había llegado con Estoico, era muy tarde, y ahí fue cuando recién se percató, Chimuelo lo había seguido hasta el pueblo, aterrando a la gente de Berk.
Hipo: ¡Chimuelo! Por favor, ¡no los ataques!
El dragón al ver la deserperación de su amigo, se mantuvo tranquilo, incluso cuando los vikingos se acercaron amenazantes.
Hipo sintió como era sujetado del brazo con fuerza, levantó la cabeza, era su padre.
Hipo: ¡Papá! ¡Puedo explicarlo...!
Estoico: No hay nada que explicar, traidor.
Hipo: ¿T-traidor?
Estoico: ¡Capturenlos! Pongan al dragón con los otros y a él dejenmelo a mi
Hipo fue sujetado por ambos brazos, para que no intentará ayudar al dragón, que se movía desesperado por las sogas y cadenas que lo rodeaban, pero no atacó, no, Hipo lo miró con arrepentimiento, esto era su culpa.

¿Que hubiera pasado si...? (Actualización Lenta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora