Sanzu Haruchiyo

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Estabas de camino en tu primer día de trabajo. Primero y seguramente último. Tu amiga Sofía trabajaba ahí y debido a una baja de una compañera, necesitaban alguien más que les ayudara ese día. Y tú, al parecer, cumplías los requisitos.

Guapa, joven, con buen cuerpo... No eras muy alta, 1,58, pero tú altura nunca había supuesto ningún problema.

Por lo visto, había que cumplir esas condiciones para poder trabajar ahí. Era un café conocido en la ciudad pero bastante selecto con sus clientes. La mayoría eran hombres adinerados que buscaban algo tranquilidad después del trabajo. Y ver a chicas jovenes con uniformes ajustados mientras te tomabas algo, siempre ayudaba a desconectar. Supongo.

La cafetería tenía una decoración bastante elegante y moderna. Contaba con ventanas grandes que permitían que entrara bastante luz natural. Había unas cuantas mesas con sillones y sofás, con la suficiente separación entre ellas, para que los clientes estuvieran cómodos y tuvieran la intimidad suficiente.

Nada más entrar, Sofía te presentó a su jefe, quien te dio "el visto bueno" y te dejó un uniforme que creía que sería acorde a tus medidas. Tu amiga te llevó a la sala de empleados, donde dejaste tus cosas y te pusiste el nuevo atuendo.

Constaba de un vestido un tanto corto, a la mínima que te agacharas estabas segura de que se te vería algo. Era de manga corta y color rosa pastel. Tenía el cuello, la tira de las mangas y la de los botones en color blanco. Estaba adornado con un lacito azul, también en tono pastel, y un volante en la parte inferior de la falda, en el mismo color. Por supuesto no podía faltar el típico delantal que se ajustaba a la cintura de color blanco.

También te dieron unos zapatos en color rosa que tenían un poquito de tacón y unas medias blancas, con transparencias, hasta la rodilla.

Te miraste al espejo poniendo los ojos en blanco.

- Está bien pagado. - Dijo Sofía con una sonrisa en la cara al verte así vestida.

- Más te vale, esto es humillante. - Soltaste enfadada.

- Créeme. Además, lo mejor son las propinas de los clientes. Currátelo con ellos. Ganas más con las propinas que con el sueldo. - Te guiñó un ojo.

Salisteis de la sala y Sofía comenzó a enseñarte el local y a explicarte un poco cómo funcionaba todo. Te quedabas con todo lo que te decían y aprendías rápido, así que no fue muy complicado para ti.

16:00h. Empezaba tu jornada con el cambio de turno para reemplazar a los del horario de mañana.

Tú primer cliente fue un señor mayor, de unos 60 años aproximadamente. Quería una copa de vino, de uno de las mejores bodegas y más caros que había, y el periódico del día. Parecía que era un consumidor recurrente en la cafetería porque en el mostrador estaba preparado ya el periódico para él. Pidió intimidad y tú te retiraste hasta nuevo aviso.

Y así fuiste atendiendo a un cliente tras otro. La mayoría eran de edad avanzada, había pocas mujeres.

Miraste el reloj. Las 18:20h. Quedaba mucha tarde por delante, tu jornada no terminaba hasta las 22:00h, aunque la cafetería cerraba a las 21:30h.

- Tsss tsss - Te volteaste a mirar quién hacía ese sonido. - Sí, tú, la nueva. - Tú jefe, chistándote como si fueras un animal de granja.

- Dígame jefe. - Pusiste la mejor de tus sonrisas.

- Vete a atender a los clientes que acaban de entrar. Date prisa. No quiero fallos con estos. - Asentiste y te dirigiste a los clientes que te había indicado.

One Shots | Tokyo Revengers 🔞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora