Capítulo 2

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Se tocarán temas con venta de esclavos y maltrato infantil.
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Shen Yuan despertó, sentía el cuerpo entumecido por dormir en el suelo duro toda la noche, eso junto con el viento frío colándose en la choza le dejo los músculos con la sensación de pesadez. El niño que recuerda ayer lo llamaron A-Jiu seguía dormido y miró un poco alrededor, los niños aún dormían, así que supuso debía ser temprano, no sabía que hacer para comportarse como un niño, lo que tenía que hacer era permanecer al lado de quien lo conocía y hablar solo si le preguntaba algo al ser niño no tenía que dar tantas explicaciones.

Permaneció acostado en ese lugar hasta que vio que los niños se empezaban a levantar y el niño a su lado lo sacudió para llamar su atención.

—A-Yuan tenemos que formarnos ya— A-Jiu se levantó y jalo a Shen Yuan donde algunos niños empezaban a agruparse, tal como supuso la noche anterior, se dividían por edades y había varios niños, todos tenían un aspecto pálido y eran delgados en los mayores se podían ver signos de desnutrición, las ropas que tenían apenas eran intentos de túnicas con parches y remiendos en todos lados apenas llegaban más abajo de las rodillas y cubrían hasta los antebrazos.

Algunos niños cargaban con bebés y otros seguían acostados en el piso, el niño que estaba a su lado la noche anterior se acercó a ellos, su rostro se veía pálido y algo delgado para un niño de su edad, pero una sonrisa sincera estaba plasmada en sus labios.

—A-Jiu, A-Yuan. ¿Cómo durmieron?—

—Todas las mañanas preguntas lo mismo, la respuesta no va a cambiar—

El niño A-Jiu respondió de manera tosca mientras inflo las mejillas que se ponían rosas, para A-Yuan le recordaba a los personajes tsunderes del anime.

—Este Qi-ge solo pregunta— A pesar de la contestación tosca por parte del menor, su sonrisa no se movió de su rostro y acarició la cabeza de ambos niños.

A-Jiu sacudió su cabeza para apartar la mano de Qi-ge mientras jalo a A-Yuan a la fila cerca de la puerta, Shen Yuan sacudía su mano a forma de despedida.

Después de unos minutos formados la puerta de la cabaña sé abrió dejando entrar una gran cantidad de luz de ella salió un hombre con semblante molesto y tosco, empezó a pasar por las filas de niños y los que aún no estaban formados recibían empujones y golpes para organizarlos, cuando el hombre estuvo satisfecho empezó a gritar órdenes para que salieran. Afuera había una carreta con un vagón que parecía una jaula cuando empezaron a subir algunos niños, A-Jiu sostuvo la mano de A-Yuan mucho más fuerte y no apartó la vista del niño que vieron al despertar, ninguno de ellos tres subió al vagón después de una cantidad de niños arriba partió del lugar y solo después de eso A-Jiu relajo su agarre y apartó la vista del niño. Genial ahora tenía que preocuparse por no terminar en ese vagón y ser vendido a un lugar peor.

—¡Ustedes continúen con sus labores, si no traen lo suficiente no comerán hoy! Y que no se les ocurra escapar si no quieren problemas— Un hombre diferente al que entró a la choza hablo fuerte, lo que provocó que la mayoría de los niños temblaran y agacharan la cabeza.

—Vamos A-Yuan— A-Jiu jalo una vez más de su brazo apartando lo de los demás, al voltear se dio cuanta de que Qi-ge iría tras de ellos, caminaron los tres juntos hasta llegar a un pueblo cercano, se pararon en una calle transitada donde Qi-ge se sentó en el suelo A-Jiu se puso a sollozar recargado en las piernas del mayor.

—A-Yuan tú solo acuéstate a lado nuestro como siempre— Qi-ge le dio una sonrisa amable mientras lo veía.

Al quedarse parado y viendo lo que pasaba entendió, lo que tenían que conseguir era dinero a eso se refería el hombre cuando les habló, hizo caso y se recostó usando las piernas de Qi-ge como almohada, se quedaron así juntos y en ese tiempo algunas personas dejaban monedas enfrente de ellos después de un tiempo los tres se levantaron y fueron a una calle lejana a la anterior para hacer lo mismo ya cuando el sol empezó a ponerse se fueron de nuevo al bosque donde ya había algunos niños empezando a reunirse, Qi-ge repartió las monedas entre ellos tres y cuando llegaron fue lo primero que les pidieron después de contarlas los dejaron reunirse con algunos niños mientras a otros los separaban. Esta fue la rutina que siguió durante los siguientes días.

Mi hermano no es una escoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora