Seb y Dann son hermanos mellizos y harán todo por encontrar a una enigmática cantante mientras intentan recuperar el lazo que los unía cuando eran niños.
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Tras una profunda herida que le dejó su anterior relación, Dann toma la decisión de ir...
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En el estéreo del coche de Fede suena la lista de reproducción de Dann, por lo que escuchamos ahora una canción de Los Bunkers.
Corazón que se esconde
Corazón que está dónde
Corazón en fuga
Herido de dudas de amor
Contemplo de refilón al lobo desde el asiento del copiloto. Está comiéndose una paleta con la mano que no utiliza para conducir y algunos mechones rubios se le han escapado a la frente.
He aprendido que, más allá de su atractivo físico, si me daba el tiempo de conocerle me volvía capaz de admirar la belleza de su autenticidad. Pese a ser popular, era amable con todos. Y, aunque resulta evidente que su familia es adinerada, no presume o te hace sentir menos.
Es ahora cuando reparo en que, hace más de tres años que llevo compartiendo clases con él, jamás le conocí a una novia. Solo veo chicas revoloteando a su alrededor, pero nunca alguien que sea «oficial».
«¿Será que esa negativa a tener pareja venga de los medicamentos que vi en su baño?», me pregunto al mismo tiempo que miro la ventana. No deseo que Fede note que lo observo.
Desde aquello que encontré, me he interesado en conocerle más. Quiero saber por qué una persona que posee todo tiene que tomar ese tipo de medicaciones.
El auto se detiene frente al bar rock de la vez pasada, y me doy cuenta de que se llama Drako's. Danna baja antes que nosotros dos. Está emocionada, es su primer movimiento en la búsqueda de Tina Meyer. No quise insistir más con que se detuviera con ese absurdo, porque es algo que le interesa. Además, seguirla me sirve para continuar aprendiendo más de Fede.
Fede pasa a mi lado, coloca su mano en mi cabello y lo revolotea. Tengo deseos de reaccionar; no obstante, me mantengo quieto y, aunque me cueste aceptarlo, disfruto el contacto. Una vez recupero el control sobre mí, me vuelvo a él, pero ya no se encuentra a mi lado, sino tirando la basura de su paleta.
Tomo una gran bocanada de aire y me meto en el bar. Bajo el alba, el sitio solo es un restaurante. Ya no hay luces de neón, ni bandas aficionadas, ni personas fumando en la terraza.
