CONFESIONES:

823 123 29
                                    

Miró el techo blanco de su pequeña habitación, con la música a tope proveniente de sus auriculares, tratando de callar de alguna forma sus pensamientos.

Pero era imposible.

El rostro de Minho era una imagen clara y nítida en su mente, la cual no podía borrar a pesar de sus numerosos intentos. Los recuerdos de lo que había dicho hace unas horas lo invadían, y analizaba sus palabras una y otra vez.

"Haría excepciones"

A Christopher le carcomía la conciencia el preguntarse a qué se refería el menor con eso, y por qué lo había mirado a él al decirlo. Por un momento pensó que quizá ni siquiera lo había mirado a él, y que había sido solo su imaginación, jugándole una mala pasada.

Se volteó en su cama, acomodándose de lado, hundiendo su cabeza en la almohada. Cerró los ojos, y por primera vez desde que había decidido escuchar música a todo volumen, le prestó atención a la letra.

Al analizarla, frunció el entrecejo.

¿Desde cuándo hasta las canciones le recordaban a Minho?

Se sintió como un auténtico rey del drama, haciendo una de esas escenas de películas para adolescentes, cuando se sufre por amor. Pensó que cualquiera que lo viese en esa situación se reiría de él, por ser tan cobarde.

Y es que cuando se trataba de Minho, siempre había sido uno. Siempre había tenido miedo, porque desde el primer momento lo miró con ojos diferentes.

Cuando lo conoció, hace casi un año, llamó su atención enseguida, y en ese momento no supo el por qué. No entendía que tenía ese castaño menudito que tanto le intrigaba, que tanta curiosidad le daba.

Empezó a relacionarse con él como si de un amigo más se tratase, una vez que se integró al grupo, conociendo de a poco su personalidad, sus gustos, sus pasiones, sus manías, y prestando especial atención a todo lo que hacía, llegando a encariñarse con él más de la cuenta.

Los meses pasaban, y Christopher comenzaba a querer y necesitar a Minho cada vez más.

La manera en la que se sentía con él era única, era una sensación que nunca había tenido antes. Se sentía comprendido y protegido en todo momento, y cuando pasaban días o semanas sin ver al menor, comenzaba a extrañarlo de sobremanera. Comenzaba a extrañar su peculiar forma de ser, su manera de hablar, sus chistes malos, el hacerlo enojar a propósito para luego burlarse de él, e incluso lo egocéntrico que podía llegar a ser en algunas ocasiones; Pero, por sobre todo, lo extrañaba a él, completo. Con sus defectos y sus miles de virtudes.

Al principio pensó que simplemente le agradaba mucho y ya, que era un amigo que se había vuelto demasiado cercano, era imposible que le gustase él.

Era imposible que le gustase Minho.

No fue hasta que Hyunjin lo enfrentó hace un mes y se lo preguntó directamente. Le preguntó que desde cuando tenía sentimientos hacia el castaño, tomando al mayor por sorpresa, puesto que el escucharlo de otra persona en voz alta se sintió como un balde de agua fría.

Hyunjin lo conocía demasiado bien.

Porque no se lo había admitido a sí mismo. De alguna forma pensó que, si simplemente ignoraba todo lo que sentía, eventualmente se iba a olvidar de lo especial que lo hacía sentir Minho, de lo a gusto que estaba a su lado.

Pues, obviamente no fue así.

Los pensamientos de Christopher se vieron bruscamente interrumpidos cuando sus auriculares le fueron arrebatados, y se desorientó por un momento.

ᴛʀᴏᴢᴏꜱ ᴅᴇ ᴇꜱᴛʀᴇʟʟᴀ •° 𝙼𝚒𝚗𝚌𝚑𝚊𝚗 °•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora