{ Hinata } - Trio of Towns

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Pedido por HayamiNendou

~ Dramaturgia ~

Tsuyukusa lloraba

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Tsuyukusa lloraba.

Frías lágrimas empapaban los edificios, entristeciéndolos con oscuros colores. Las nubes plateadas escondían el Sol, cubrían por completo la aldea y la encerraban en una deprimente burbuja de penumbra grisácea. El viento llamaba con ímpetu a todas las puertas, atemorizando a los vecinos, y peleaba con los árboles y rompía sus brazos despiadadamente.

El invierno había llegado y, con él, una gélida lluvia que durante cinco días y cinco noches había descargado toda su furia sobre el pueblo.

Hinata observaba el lúgubre espectáculo desde el interior de la tienda. Pocas eran las personas que osaban salir a la calle en semejantes condiciones, lo que se traducía en un importante descenso en el número de clientes. Para él, este tiempo de inactividad suponía una oportunidad para dedicarse a la compleción de cierto proyecto que había mantenido su mente ocupada mientras el resto de Tsuyukusa moría, atrapada en el calabozo del tedio más absoluto. Se trataba de una obra de teatro, escrita para ser interpretada por los niños de la aldea junto al propio Hinata, quien pasaba tardes enteras participando de sus juegos y siendo para ellos un hermano mayor. Les había hablado de su vocación teatral e inmediatamente surgió de uno la propuesta de hacer entre todos una representación.

Por ser mayor y tener más experiencia en el mundo del espectáculo, a Hinata le correspondía escribir el guion para los pequeños debutantes. Querían una historia simple, comprensible para sus mentes aún sin florecer. Una historia de amor breve pero entretenida, podría decirse, que pudieran recitar sin dificultad, como si de un juego se tratase.

Yuzuki había ojeado - antes del comienzo de la tempestad - el guion inicial de Hinata, como favor.

- ¿Y bien? ¿Qué opinas? – en la voz de Hinata se apreciaba la ansiedad de quien es juzgado.

- Es buena – dijo Yuzuki, deteniéndose a continuación para escoger sus siguientes palabras -, pero nunca has estado enamorado, ¿no es cierto?

- ¿Eso es importante? – la pregunta hizo que Hinata se sonrojase.

- Lo es.

El delicado muchacho adoptó un aire misterioso, como quien se dispone a mantener una conversación espiritual.

- Es posible escribir sobre ciertos eventos sin haberlos vivido. Uno puede narrar las hazañas de un héroe del pasado o fingir haber sido testigo de un crimen a la hora de componer una obra – reflexionó -; pero un sentimiento no experimentado es intrasmisible.

- ¿A qué te refieres?

- Tus personajes no están vivos – sonrió Yuzuki -, creo que sería inútil tratar de explicarme de otra forma.

Y Hinata, cuya mente era menos pronta a la reflexión y la espiritualidad, tan solo retuvo esta última sentencia.




La puerta de la tienda se abrió, sobresaltando al distraído Hinata, que seguía tratando de encontrarle un significado a las enigmáticas palabras de su vecino y amigo mientras reescribía partes completas de su guion.

- Buenos días, ¿en qué puedo ayudar? – dijo mecánicamente él.

Observó entonces a su cliente con mayor atención. Era una muchacha joven – de su edad, aproximadamente – que temblaba de frío en el umbral de la puerta de la tienda. Sostenía con fuerza los tirantes de su mochila, como si fuera a perderla en cuanto la soltase. Gruesas gotas de lluvia se deslizaban como diamantes por sus mejillas pálidas e invernales.

Hinata enseguida le proporcionó una toalla y un lugar donde sentarse.

- Gracias. – murmuró ella.

En cuanto hubo recuperado el calor, pudo explicarle que era quien había tomado las riendas de la granja desocupada que se encontraba más allá del cruce que unía los tres poblados vecinos – Westown, Tsuyukusa y Lulukoko. Su nombre era _____.

- ¿Estás escribiendo algo? – preguntó, fijando la vista en los papeles extendidos sobre el mostrador.

- ¡No es nada!

Hinata se apresuró a recoger el desorden. Estaba avergonzado sin motivo, su pulso parecía haberse acelerado, su alma estaba inquieta y bailaba. Se reprendía a sí mismo por actuar de aquella forma nerviosa e infantil. Tenía la impresión de no poder hablar sin sonar estúpido o darle un tono chillón a su voz. Había perdido el control del instrumento más preciado para un actor y no era capaz de recuperarlo. Cerebro y corazón estaban anegados de absurdo pánico.

Y, de repente, se volvía contemplativo cuando la conversación terminaba y solo quedaba el silencio. Mientras _____ secaba su pelo con la toalla, él admiraba cada mecha y brillo que iban apareciendo al retirar la humedad del cabello. Ponía atención a detalles que le habrían sido indiferentes si se tratase de cualquier otra persona; la forma del perfil de su nariz, sus mejillas que recuperaban la rojura perdida, sus labios brillantes como rubíes...

La lluvia traicionera cesó en aquel instante. Llegó la hora de la despedida.




Semanas después,_____ había sido convocada por los niños de Tsuyukusa – de los que habíalogrado hacerse amiga con facilidad – para hacer de público en surepresentación de la obra de Hinata. La pieza resultó ser deliciosa, pues,con palabras simples, hizo llegar a la asombrada audiencia la pureza y alegríadel amor de un corazón que aún conservaba la ternura de sus años más jóvenes.

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⏰ Última actualización: Apr 11, 2022 ⏰

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