Se levantó del taburete de un salto en cuanto la vio a través del escaparate. Sonó el ligero tintineo que anunciaba la entrada de alguien al establecimiento y acto seguido se lanzó a abrazarla sin pensárselo dos veces, sin importarle dónde estaban.
— Menos mal que estás bien...
— Claro que estoy bien. — dijo intentando quitarle hierro al asunto. Se había enterado de la noticia al acabar el ensayo y ahora entendía el por qué de esa llamada y su preocupación.
— Tenía que verte para quedarme tranquila.
Al separarse se percató de la presencia de un chico rubio con los ojos azules que no podía parecer más británico.
— Es James, un compañero de la función. — aclaró Amelia.
— Encantada.
Hizo un pequeño amago de acercarse a él pero recordó lo poco efusivos que eran los ingleses y paró en seco. Le seguía resultando difícil desprenderse de la costumbre de saludar con dos besos o directamente con un abrazo, muchas veces le salía sin darse cuenta y acababan mirándola como si fuera un bicho raro.
— Igualmente. — dijo asintiendo.
— Se ha ofrecido a acompañarme cuando nos hemos enterado de lo que ha pasado.
— Muchas gracias.
— No ha sido nada.
Una voz afable a sus espaldas interrumpió la conversación.
— Bienvenidos, ¿qué desean?
— Son Amelia y James — les presentó Luisita. — Han venido a buscarme para acompañarme a casa.
— Ah, mejor, mejor. Que no son buenos tiempos para ir solas.
— Bueno... voy a por mis cosas.
Se metió en la trastienda y les dejó a los tres solos.
— ¿Tú también eres de España?
— Sí.
— ¿Y qué te trajo hasta aquí?
— Quería cambiar de aires, me gusta viajar.
— Ya veo... ¿y vosotros...?
— Ya estoy. — dijo acudiendo al rescate antes de que Suzanne siguiera con el interrogatorio.
— Bueno pues hasta mañana, Luisa. — se despidió con una sonrisa amable. — Y un placer, podéis visitarnos cuando queráis.
— Igualmente, gracias. — contestó Amelia educada.
Llegaron al hostal, se despidieron también de James y entraron a la habitación por fin después de prácticamente todo el día separadas.
— Menos mal que te has dado prisa porque tu jefa ya me iba a preguntar si James y yo éramos pareja. — dijo divertida mientras colgaba el abrigo en la percha.
— A mí también me ha preguntado que si tenía novio. Es un poco cotilla pero se la ve buena persona. — se quitó la bufanda. — Hasta me ha dicho que si no tenía a nadie con quien volver que su hijo me acompañaba para que no fuera sola.
— A ver si te va a querer emparejar con él. — bromeó.
— Espero que no. — fue a refugiarse en sus brazos y suspiró profundamente, aliviada. — Qué ganas tenía de que estuviéramos solas...
— Y yo... — murmuró abrazándola con fuerza.
— En cuanto he escuchado la noticia he pensado en que tenías que volver del teatro y me ha entrado una angustia...
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ENTRE MADRID Y MANCHESTER
Romance¿Cómo fue el último día de Luisita y Amelia en Madrid? ¿Cómo fue su vida desde el momento que pisaron Manchester? ¿Cómo vivieron el proceso de la fecundación in vitro? ¿Qué dificultades se encontraron a lo largo del camino? ¿Consiguieron ser felice...