- mi plan es invocar a las sirenas -
Esbozó Anastacia segura de lo que decía.
- S-sirenas?! -
Dijo Ámbar asustada, cuenta la leyenda de que las sirenas eran peligrosas por su belleza única y su melodioso canto, ya que estas atraían a cualquier persona al mar, sea hombre o mujer, para cuando estos llegaban... No volvían a aparecer vivos.
- Esque acaso usted planea asesinar a su hermana de semejantes manera? No sabe del peligro que puede causar una sola sirena? Esto es inaudito, peligroso, más bien... Suicida! -- Emperatriz cálmese, mi plan no es invocar a las verdaderas sirenas, me refiero a las de ahora, sus descendientes, me disculpo si no me especifiqué correctamente -
Ámbar seguía sin entenderla por completo en el sentido del plan, pero recordó que conocía a una mujer que era descendiente de las sirenas.
- bien, ahora que lo menciona así, y que no es de las sirenas peligrosas... Conozco a alguien que es de su descendencia -- a si? Quién? -
Ámbar le sonrió y tomó su mano para que la siguiese, al llegar a su habitación, esta sacó un pequeño retrato que ella hizo.
- es ella, su nombre es Dalia -
Anastacia vió el retrato con impresión.
- eh? Tanto te impresiona su belleza? -- no es eso, usted pinta muy hermoso, y la pintó en pequeño! Algo más de qué admirar de usted! -
Ámbar se sonrojó bastante y le dió un pequeño golpe en el hombro a Anastacia.
- princesa basta, me hace sonrojar! -
Las dos comenzaron a reírse.
- bien, entonces, sabe en dónde se encuentra Dalia? -
Ámbar la vió y sonrió y asintió.
- si, y le lamento informar que no podremos ir en carruaje -- en ese caso emprenderé ese viaje a pie -
Ámbar le puso en dedo en los labios.
- hey, no creas que irás sola sin conocer la magia del bosque prohibido -
Quitó su mano y comenzó a preparar unas prendas.
- mi Emperatriz, no cree que este viaje es peligroso para usted? -- princesa, tengo el don de predecir el mal y el bien, de dónde crees que provengo? -
Dijo con un tono burlón.
- espere... Acaso usted... Es alguna especie de bruja o hechicera? -- oh! Bruja suena muy mal, cambiemoslo por maga! -
Anastacia se sorprendió, una Emperatriz que es una maga y que le ayudará a atravesar el bosque prohibido en busca de una de las descendientes de las sirenas, sin duda una travesía con peligros.
- bien, en ese caso debemos prepararnos bien, tardaremos en el bosque por lo que veo, está preparando ropa -
Ámbar sonrío y le puso un pañuelo en el rostro que cubría su nariz y boca.
- con esto no la reconocerán tan fácil, y si, tardaremos máximo una semana en llegar con Dalia -
Anastacia se acomodó el pañuelo, se puso su capucha y se acomodó el cinturón con algunas navajas.
- bien, espérame aquí, iré con el emperador a avisarle para que nos ayude con algunas armas -- el emperador la dejará ir...? -
Dijo Anastacia preocupada.
- no sé preocupe, le explicaré todo -
Dijo yéndose rápidamente de ahí.
Anastacia la esperó con cierta intranquilidad, ámbar llegó con el cabello amarrado y un traje, estaba lista.
- vámonos -
Dijo dándole un saco con armas dentro, espadas, hachas, etc, vaya que el emperador está loco.
- emm... Wow, hay muchas criaturas peligrosas supongo -
Ámbar asintió felizmente y con una sonrisa llena de inocencia.
Las dos salieron de la habitación para paso seguido salir del palacio, claro, ocultando sus rostros, fue un día de caminata para llegar al bosque, una nueva aventura les esperaba.... .——— mientras tanto ————
Gremoria sentada en su escritorio haciendo de sus deberes, si, era Emperatriz, tenía el poder sobre todo, tenía riquezas, salud y belleza, pero ser Emperatriz ni era fácil, un listado enorme de papeles para firmar a su nombre, alianzas con otros imperios y reinos, y claro, sus lecciones aún no terminaban, aveces los trabajos eran infinitos a vista de ella, haciéndose la misma pregunta que se hace siempre... "Qué habría hecho Anastacia?", Si, su reinado era de maldad y de manera estricta, pero se debe admitir que ah dado cierta tranquilidad su reinado, nadie se atreve a declararle la guerra a la gran emperatriz Gremoria, una mujer despiadada, poderosa, hermosa, joven, además de su cabello cobrizo que suele ser hondulado, su piel pálida, sus ojos casi de un tono amarillento, unos labios rojos por naturaleza, sin necesidad de un gramo de maquillaje, era el signo de belleza en su imperio, además de su envidiable porte, su comportamiento de etiqueta, era una mujer ejemplar apesar de ser mala, era inteligente y audaz, era fácil odiarla, pero era difícil no tenerle respeto, sin duda una mujer a la que no cualquiera se atrevería a enfrentar ni con la más poderosa y grande espada.
—Su majestad! —
Dijo una de las damas de compañía de la emperatriz de manera tranquila y pacífica, dió una reverencia y le entregó una carta con un broche de oro.
— esto llegó para usted, su majestad —.— para mi... ¿De parte de quién si tuviste el privilegio de saberlo? —
— El duque Abich, su majestad —
Gremoria rápidamente se levantó de su escritorio y estiró su mano para que la dama me diera la carta.
Al por fin tenerla en las manos, vió el broche de oro, una águila.— puedes retirarte, muchas gracias Sonia... —
La dama se retiró y dejó a Gremoria sola, teniendo la curiosidad de qué dirá la carta, todo lo que tenía que ver con Abich era privado para ella, era sin duda alguien especial.
— Vaya sorpresa Abich... —
Dijo con un tono burlón y sarcástico, dando una sonrisa leve viendo el broche, suspiró y comenzó a leer la carta."Este broche sólo representa lo material, y no expresa todo lo verdadero que siento por tí, eres la águila que tuvo en la mira mi corazón, y que con sus garras me a atrapado, con tus bellas y grandes alas has volado y me has llevado a mundos en dónde nunca imaginé estar, eres una águila de oro... "
Gremoria sólo suspiró y dejó la carta de lado, siguiendo con su trabajo, pero pensando en las palabras de Abich, esque acaso el estará verdaderamente enamorado? O sólo intenta estar sentado en un trono a lado de la emperatriz...?.
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The Queen's Red Rose
FantasyHistoria de dos hermanas gemelas,la traición por la hermana codiciosa de la familia,muertes y maldiciones...